La distancia desde este punto de atraque al centro de Dublín no llega a cuatro kilómetros, pero en buena parte son zonas portuarias y edificios industriales, por lo que no es un trayecto muy agradable. Aunque se puede ir en autobús, es preferible coger un taxi, ya que no resultan caros y normalmente estarán esperando nada más salir del barco.
Fuimos directamente a la antigua Oficina de Correos, en O´Connell St., un lugar emblemático de la revuelta irlandesa de 1916, desde donde comenzamos nuestro itinerario a pie. Para empezar, nos dirigimos al Ha’penny Bridge, un bonito puente peatonal sobre el Liffey, construido en 1816. Hasta 1919 había que pagar medio penique por atravesarlo, lo que dio origen a su nombre popular.
Tras cruzar el río, fuimos callejeando hasta el Castillo de Dublín, un lugar que también tiene fuertes resonancias históricas, en este caso por todo lo contrario que la Oficina de Correos: durante siete siglos fue el principal bastión de las guarniciones, primero normandas y luego inglesas, que ocuparon Dublín, así como residencia del Virrey de Irlanda. Del castillo medieval apenas queda un torreón muy reformado: The Record Tower. Gran parte del complejo está actualmente ocupado por oficinas de la administración irlandesa. Además, desde 1938 los presidentes de la República son proclamados oficialmente en el Saint Patrick’s Hall, una de sus principales estancias.
La siguiente visita fue a la catedral de San Patricio, la mayor iglesia de Irlanda, de estilo gótico. Fundada en 1191, a pesar de pertenecer actualmente a la Iglesia de Irlanda (anglicana), y no a la mayoritaria Iglesia Católica, actualmente se utiliza en numerosos actos oficiales y ceremonias públicas, sin importar demasiado el credo de los participantes. También llama la atención la profusión de símbolos heráldicos en su interior, incluidas varias Union Jack, que no parecen molestar a nadie, señal de que se van curando viejas heridas. Junto a la iglesia se encuentra un pequeño parque con el mismo nombre, en cuyo fondo este se encuentra el Paseo Literario, con placas conmemorativas de los principales escritores nacidos en Dublín. Es curioso recorrerlo, aunque solo sea para recordar la gran cantidad de genios literarios que ha dado la ciudad, entre ellos tres premios Nobel, una cifra excepcional, más aun si la comparamos con la población e importancia histórica de la ciudad.
No contenta con tener una catedral medieval, Dublín tiene dos. Ya habíamos visitado San Patricio, así que decidimos hacer lo mismo con Christ Church. A pesar de ser legalmente, al igual que San Patricio, propiedad de la Iglesia de Irlanda, la Iglesia Católica la reclama como propia, aunque de momento sin demasiado éxito. Fue fundada en la primera mitad del siglo XI por la dinastía de origen vikingo que en aquella época dominaba la zona, siendo por tanto anterior a la conquista normanda. La catedral sufrió una amplia y poco afortunada renovación en época victoriana que hace muy complicado distinguir las partes realmente medievales de los añadidos posteriores. Lo más interesante de ver es la cripta, originaria del siglo XII y la más grande de las Islas Británicas.
Desde allí nos dirigimos de nuevo hacia el río, en las proximidades de Four Courts. El edificio, terminado en 1802, fue utilizado por los rebeldes irlandeses en las revueltas de 1916 y 1922, quedando casi totalmente destruido tras esta última, en una explosión que de paso se llevó por delante una buena parte de los archivos oficiales de Irlanda. Reconstruido exteriormente con su aspecto original en 1932, actualmente sigue siendo la sede del Tribunal Supremo de la República de Irlanda.
Tras saciar nuestra sed en un pub cercano, decidimos dirigirnos a la zona más comercial de la ciudad a través del George’s Street Arcade, una preciosa galería comercial construida en 1894, después de que un incendio destruyera los edificios anteriores. Nada más salir de la galería nos entró hambre, por lo que decidimos dar un breve rodeo y acercarnos a Temple Bar, la zona más ambientada de Dublín. En Crown Alley, una pequeña calle con numerosos locales en los que tomar algo, encontramos The Old Storehouse, un bonito pub en el que además de comer algo, podías disfrutar de música en vivo.
Tras la pausa, por fin llegamos al corazón comercial de Dublín, alrededor de la calle Grafton. Allí hicimos una visita al Stephen’s Green Shopping Centre el cual, a pesar de su aspecto victoriano, fue inaugurado en 1985. Justo enfrente se encuentra St. Stephen’s Green, el mayor parque del centro histórico de Dublín. Es un lugar muy popular, que lleva usándose como parque desde 1664, aunque solo desde 1877 es de acceso libre.
Se nos acababa el tiempo, así que decidimos comenzar el camino de regreso. Fuimos andando hacia el río, pasando junto al famoso Trinity College, hasta cruzar el puente O’Connell. Allí, muy cerca de donde nos había dejado el taxi por la mañana, cogimos otro de regreso al puerto.
La navegación, saliendo de Dublín, fue bastante interesante. No tanto por el paisaje, ya que la costa en esta zona de Irlanda, aunque hermosa, no tiene la orografía espectacular a la que nos había acostumbrado Escocia, como por la espléndida puesta de sol que pudimos disfrutar.
Se puede ver el itinerario completo de nuestro crucero en torno a las Islas Británicas en https://depuertoenpuerto.com/crucero-norte-de-europa/.
En VoyaDublin hay información turística en español: http://www.voyadublin.com.
La página oficial de Turismo de Irlanda está en http://www.ireland.com/es-es/destinos/republic-of-ireland/dublin/.
También es interesante el blog Vivir en Dublín, con bastante información sobre visitas con un cierto toque «nativo» http://quieroiraviviradublin.blogspot.com.es/search/label/Visitas.
En el Viaje con Pablo nos dan consejos para una visita express a Dublín: https://viajeconpablo.com/dublin-en-un-dia/.
Por último, para ponerlo todo en contexto, nada como la Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Dubl%C3%ADn.