Llegue a Stavanger poco antes de las ocho de la tarde, procedente de la terminal marítima de Risavika. Mi principal motivo para visitar la ciudad era realizar un recorrido hasta el Lysefjord. Por comodidad, había buscado un hotel en el puerto antiguo, frente al muelle desde el cual, al día siguiente, zarparía el barco de Rødne en el que tenía previsto hacer la excursión. Un breve paseo desde la estación de autobuses me llevó hasta su puerta.

Vista nocturna de Vågen

Vista nocturna de Vågen.

Después de dejar el equipaje y cenar, salí a dar un paseo nocturno por los alrededores. Primero subí hasta la torre Valberget, situada a espaldas del hotel. Fue construida entre 1850 y 1853 como puesto de vigilancia, función que mantuvo hasta 1922. Actualmente acoge un pequeño museo, dedicado a la guardia que sirvió en la torre. Desde allí descendí a la calle Skagen, con fama de ser una de las más concurridas de la ciudad, flanqueada por varios edificios antiguos y numerosos comercios. Aunque, incluso en una ciudad supuestamente animada como Stavanger, a las nueve y media de la noche no se veía un alma andando por la zona. Descendí hacia Vågen y di una vuelta por los también desiertos muelles del puerto antiguo de Stavanger, tras lo cual decidí que iba siendo hora de regresar al hotel y descansar para la excursión del día siguiente.

Mañana de lluvia en Stavanger

Mañana de lluvia en Stavanger.

El día de la excursión amaneció lluvioso. Desde mi habitación, podía ver el barco que, a las once de la mañana, me llevaría hasta el Lysefjord. Al abrir la ventana para comprobar la temperatura exterior, me llevé una sorpresa. Unos metros más allá del barco de Rødne, en la parte septentrional de los muelles de Strandkaien, estaba atracado el Viking Sky. Me llamó la atención coincidir con un crucero en Noruega en pleno mes de febrero, pues pensaba que en esa época no había ninguno en esas aguas. Pero no le di mayor importancia.

El Seven Seas en Skansekaien

El Seven Seas en Skansekaien.

Cuando salí a del hotel, aún quedaban casi dos horas para que zarpara el barco. Sorprendentemente, el día mejoraba por momentos y, en el cielo, el azul se abría paso entre las cada vez más escasas nubes. Animado por un sol que llevaba sin ver desde mi salida de Madrid, decidí dar un paseo por la ciudad. Comencé bordeando los muelles hacia el norte, por Skansekaien. La calle giraba después hacia el este, con sus muelles ocupados por buques de apoyo a la industria del petróleo. Entre los que destacaba el Seven Seas, un extraño barco especializado en tender tuberías por el fondo marino.

Breiavatnet

Breiavatnet.

Seguí andando junto a la costa, mientras las nubes volvían a cubrir poco a poco el cielo, hasta llegar a las inmediaciones del Museo Noruego del Petróleo. Desde allí, acorté por el interior hacia Breiavatnet, el pequeño lago que hay junto al Byparken. El lago, parcialmente congelado, era un remanso de paz, en el que los cisnes compartían espacio con una nutrida colonia de patos y otra, todavía más numerosa, de gaviotas. Junto al lago encontré unos hermosos edificios de madera, pertenecientes a la prestigiosa Escuela de la Catedral de Stavanger, cuyo patio atravesé rumbo a la catedral de San Swithun.

Catedral de San Swithun

Catedral de San Swithun.

La catedral de Stavanger es la más antigua de Noruega, aunque se desconocen las fechas exactas de su construcción, estimada entre los años 1100 y 1150. Stavanger sufrió un incendio devastador en 1272, que causó cuantiosos daños en el edificio original, de estilo románico. Durante los trabajos de reparación, se aprovechó para ampliar el templo, esta vez en estilo gótico. El resultado fue el edificio, mezcla de ambos estilos, que ha llegado a nuestros días. Como suele ser habitual en Noruega, San Swithun estaba cerrada. Además, su parte trasera, en el extremo oriental, estaba en restauración, cubierta por un antiestético andamio. Una lástima, pues es la fachada más atractiva del templo.

Skagenkaien desde Strandkaien

Skagenkaien desde Strandkaien.

Decidí emplear el tiempo que había «ahorrado» al no poder visitar San Swithun dando un paseo por Gamle, para lo que tenía que pasar por el lado occidental de Vågen. El puerto estaba más animado que a primera hora de la mañana, aunque eché en falta el barco de Rødne en el que debía hacer la excursión. No le di más importancia.

Øvre Strandgate

Øvre Strandgate.

Gamle, que en noruego significa viejo, es el barrio más famoso de Stavanger. Buena parte de sus edificios son del siglo XVIII o principios del XIX. Sus cuidadas calles de adoquines, flanqueadas por casas de madera en un envidiable estado de conservación, componen las estampas más hermosas de la ciudad. Lo que pocos visitantes saben es que el barrio estuvo a punto de desaparecer a mediados del siglo XX. Tras la Segunda Guerra Mundial, el ayuntamiento elaboró un plan para demoler las casas de madera y reconstruir el barrio en hormigón. Afortunadamente, el arquitecto municipal, Einar Hedén, se opuso al plan y consiguió que, en 1956, el municipio cambiase de idea. Aún así, solo se salvó una parte de Gamle, precisamente la más deteriorada. Con los años, lo que era un barrio decrépito se ha convertido en uno de los más valorados de la ciudad y en una visita obligada para todos los turistas que llegan a Stavanger.

El Clipper, atracado en Strandkaien

El Clipper, atracado en Strandkaien.

Finalmente, llegó el momento de realizar la excursión en barco que había motivado mi escala en Stavanger. Cuando llegué al muelle, me llevé una sorpresa. El moderno catamarán, muy parecido a aquel en el que había ido al Mostraumen unos meses antes, no estaba. En su lugar, había otro barco de Rødne, con un aspecto bastante más tradicional. Según supe más tarde, el Viking Sky había contratado casi todos los barcos de Rødne para las excursiones de sus pasajeros, por lo que sólo quedó libre el más pequeño y anticuado de la flota. En cualquier caso, cuando subí al Clipper, la sensación no fue mala. Su interior era amplio y confortable y sus cubiertas mucho más abiertas que las de los modernos catamaranes. Pensé que, al final, igual salía ganando con el cambio de barco. Zarpamos a la hora prevista, momento que aproveché para subir a cubierta. Me llamó la atención la escasa velocidad con la que navegábamos, pero no le di importancia.

Navegando en el Clipper

Navegando en el Clipper.

Empecé a preocuparme cuando dejamos atrás el puerto antiguo. Era evidente que algo iba mal. El barco no era capaz de acelerar y un mecánico iba y venía continuamente desde el puente de mando hasta la sala de máquinas, en la popa. Antes de llegar al puente de Stavanger, que une la ciudad con Grasholmen y las islas situadas más al norte, nos anunciaron que había un problema con uno de los motores. Cruzamos bajo el puente y continuamos avanzando lentamente, mientras el mecánico seguía yendo y viniendo, cada vez con más sudor resbalando por su frente. Finalmente, cuando navegábamos al norte de la diminuta isla de Litle Marøy, el capitán tiró la toalla y dimos media vuelta. La excursión duró poco más de media hora, en la que no llegamos a alejarnos ni cuatro kilómetros de los muelles de Vågen.

El Viking Sky en Stavanger

El Viking Sky en Stavanger.

Por supuesto, Rødne se comprometió a devolver el dinero a los 15 ó 20 pasajeros que tuvimos la mala suerte de coincidir con un crucero en Stavanger en pleno invierno. Crucero que, casualmente, al mes siguiente, cerca de Molde, sufrió una avería en su sistema de propulsión y tuvo que ser evacuado. Tras descender del Clipper, intenté buscar un medio alternativo para hacer la excursión, sin éxito. Viking había acaparado prácticamente todos los medios disponibles en Stavanger para ir hasta el Lysefjord. Desde los amplios catamaranes de Rødne hasta las zódiac que hacían excursiones por el fiordo.

Interior del Museo Marítimo de Stavanger

Interior del Museo Marítimo de Stavanger.

Cuando finalmente me rendí, estaba frente al Museo Marítimo de Stavanger. No entraba en mis planes iniciales, pero éstos se habían ido por la borda del Clipper media hora antes. El museo ocupa una de los antiguos almacenes portuarios, en bastante buen estado de conservación. Si tengo que ser sincero, me decepcionó. Quizá fui muy exigente, tras los dos magníficos museos relacionados con la navegación que había visitado unos días atrás en Oslo. En cualquier caso, tenía sus puntos positivos. El primero, visitar por dentro un edificio cuya arquitectura me recordó la de los edificios de Bryggen. La parte más floja me pareció la dedicada  precisamente al mar y la navegación.

Despacho de la Compañía Monsen

Despacho de la Compañía Monsen.

Por contra, era interesante la zona ocupada por el antiguo mobiliario de la Compañía Monsen, una naviera que operó en Stavanger entre 1812 y 1977. Cuando la empresa cerró, el museo adquirió todos sus enseres y los trasladó a su parte trasera, junto a la calle Nedre Strandgate. Además de las estancias acondicionadas como tienda o como oficina, otras reflejan el modo de vida de la burguesía noruega a principios del siglo XX. Por último, me llamó la atención una antigua máquina de calcular mareas, construida en 1939 y que estuvo operativa hasta 1975. Un monstruo analógico, compuesto por 30 discos, capaz de presentar sus resultados tanto en forma de gráfico como numérica.

El Museo Noruego del Enlatado.

Llegué a la puerta del museo con cierto escepticismo y sin saber muy bien qué me iba a encontrar en su interior. El único motivo de mi visita era la insistente recomendación de la recepcionista del Museo Marítimo. Al final, resultó una de las mejores visitas del día.
Dioramas en el Museo de Stavanger

Dioramas en el Museo de Stavanger.

El último museo incluido en la entrada combinada del Museo Marítimo era el Museo de Stavanger, ubicado más allá de Breiavatnet, a quince minutos andando del Museo del Enlatado. El museo es una mezcla, un tanto ecléctica, de elementos sin más conexión entre sí que su relación con la ciudad de Stavanger. En sus salas lo mismo se puede encontrar una colección de sillas, una exhibición sobre aves de la zona o una extraña performance, en la que se proyectan caras humanas sobre cráneos de herbívoros. También había algunas maquetas, explicando el desarrollo histórico de la ciudad. Y varios dioramas, representando diversas escenas del pasado de Stavanger. Desde un taller de tallado en la época barroca hasta escenas cotidianas del siglo XIX. El edificio aloja otras salas, especialmente dedicadas a la infancia, que preferí no visitar.

El Museo Noruego del Petróleo.

Stavanger es la capital de la industria noruega del petróleo. Visitar las salas del museo ayuda a comprender la enorme dificultad de extraer el crudo del Mar del Norte, así como los cambios que la riqueza generada ha ocasionado al país.
Atardecer en Vågen

Atardecer en Vågen.

Cuando salí del cuarto y último museo del día, estaba anocheciendo. Además, se acercaba la hora de subir al autobús que me llevaría de nuevo a Risavika, esta vez para embarcar rumbo a Hirtshals. Primero tuve que regresar al hotel, a recoger mi equipaje. Durante mi visita al Museo Noruego del Petróleo, había llovido copiosamente, empapando las calles de Stavanger. A la luz del crepúsculo, la ciudad presentaba su mejor cara. Cuando llegue a Vågen, no encontré ningún rastro del Viking Sky, que había trastocado completamente mis planes. Aunque, reflexionando mientras pasaba de nuevo frente a Breiavatnet, el balance del día no parecía tan negativo. No había conseguido ir al Lysefjord pero, a cambio, había podido dar un largo paseo por la ciudad, recorriendo tranquilamente sus barrios más hermosos y visitando cuatro museos, dos de ellos realmente interesantes. No estaba nada mal para un día completamente improvisado.

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Para ampliar la información:
Al año siguiente, conseguí completar la excursión al Lysefjord. Se puede ver la entrada en https://depuertoenpuerto.com/en-el-lysefjord/.

En https://depuertoenpuerto.com/de-oslo-a-reikiavik/ también es posible consultar mi itinerario invernal entre Oslo y Reikiavik.

En el blog viajes y fotografía hay un par de entradas sobre la ciudad, con buenas fotos: https://www.viajesyfotografia.com/blog/stavanger-una-ciudad-noruega-con-mucho-que-ver/https://www.viajesyfotografia.com/blog/en-gamle-stavanger-entre-casas-de-cuento-y-una-vieja-fabrica-de-conservas-noruega/.

La web oficial de turismo de Noruega tiene una sección dedicada a Stavanger: https://www.visitnorway.es/que-ver-en-noruega/noruega-de-los-fiordos/region-stavanger/.

En inglés, la sección sobre la ciudad de Life in Norway tiene alguna entrada interesante: https://www.lifeinnorway.net/places/stavanger/page/2/.

La página del Museo Marítimo está en http://stavangermaritimemuseum.no/en/.

En http://stavangermuseum.no/en/ se puede visitar la web del Museo de Stavanger.

Quien quiera realizar mi fallida excursión al Lysefjord puede encontrar información en https://rodne.no/en/fjordcruise/lysefjord-preikestolen/.

Más tarde descubrí que también se puede recorrer el fiordo mediante la línea regular de ferry a Lysebotn: https://www.kolumbus.no/en/travel/timetables/boats-and-ferries/ryfylke/.