¿Qué hace falta para conseguir una buena foto de paisaje? La respuesta parece obvia: un paisaje que fotografiar, una cámara y alguien con un mínimo de sensibilidad manejándola. Aunque en mi experiencia, más allá de lo evidente, son necesarios otros dos factores: esfuerzo y suerte. Cuanto más tengas de uno, menos necesitarás el otro. Y, si todo se pone de cara y aciertas con una de esas raras ocasiones en que ambos se conjugan, quizá hasta logres alcanzar el Valhala de los aficionados a la fotografía.

El Svínafellsjökull dese la Ring Road

El Svínafellsjökull dese la Ring Road.

Aquella mañana no pensaba visitar el Svínafellsjökull. No por falta de ganas. Más bien, me había autoimpuesto la obligación de no repetir una y otra vez las mismas localizaciones. Pero un cambio forzado de planes acabó dejándome con varias horas libres. Tras contemplarlo brevemente desde la Ring Road y emplear las tres horas siguientes visitando el cercano Falljökull, aún disponía de casi noventa minutos libres. Y mi glaciar favorito de Islandia estaba literalmente a mitad de camino de mi siguiente destino. Demasiados factores para resistir la tentación.

La piedra frente al glaciar

La piedra frente al glaciar.

Llegué al Svínafellsjökull a las doce y media de una mañana que no hacía más que mejorar, al menos desde el punto de vista fotográfico. En el cielo se alternaban las nubes con los claros y la temperatura era relativamente agradable. Aún no había el menor rastro del temporal de viento que se esperaba para el día siguiente. En realidad, ni tenía un plan concreto, ni disponía de tiempo para realizar un recorrido prolongado frente al glaciar. Pero regresaba a un viejo conocido, que había pateado de un extremo a otro en las condiciones más variadas. Conocía el terreno de sobra y sabía donde encontrar un buen encuadre. Según coronaba una de las lomas de la antigua morrena fosilizada, vi una piedra perfecta para dejar la mochila y sentarme. Puse una alarma en el teléfono, para poderme desentender de la hora, y me centré en cuerpo y alma en la fotografía. Creo que el resultado de la media hora larga que pasé junto al glaciar, sentado y sin moverme ni un milímetro de aquella piedra, habla por si solo. Puedes ver una muestra en la siguiente galería, pinchando sobre la foto de abajo.

62 disparos más tarde, reemprendía mi camino con las fotografías que siempre había querido hacer de un glaciar y jamás había podido conseguir. Quizá me ayudó llegar junto al Svínafellsjökull sin un plan concreto, ni una idea preconcebida. No esperaba nada nuevo de un lugar que visitaba por cuarta vez y simplemente me dejé llevar por la cambiante luz y el imponente paisaje. Toda una lección para futuras ocasiones.
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Para ampliar la información.

En este mismo blog, puedes ver mi primera visita al Svínafellsjökull, en verano y por una pista que en la actualidad está cerrada, en https://depuertoenpuerto.com/en-el-svinafellsjokull/.

La segunda, utilizando el sendero que sale desde la espalda del hotel Skaftafell, en https://depuertoenpuerto.com/el-svinafellsjokull-en-invierno/.

La tercera, por la misma ruta que empleé en esta ocasión, en https://depuertoenpuerto.com/fotografiando-el-svinafellsjokull/.

En inglés, la web Glacier Change tiene una entrada sobre el Svínafellsjökull: https://glacierchange.com/en/svinafellsjokull/.