En realidad, no tenía un motivo especial para recorrer Norðfjarðarvegur, más allá de que era una de las carreteras de los Fiordos del Este que no conocía y de alguna vaga referencia sobre una reserva natural en Hólmanes, la pequeña península en la confluencia entre los fiordos Reyðarfjörður y Eskifjörður. Además, Norðfjarðarvegur es una carretera sin salida. Por tanto, debería desandar todo el camino que hiciera por ella. En cualquier caso, decidí llegar al menos hasta Hólmanes. Una vez en la reserva, decidiría cómo continuar el viaje.
Llegué al desvío de Norðfjarðarvegur en medio de una nevada. Parecía que el clima de Islandia estaba empeñado en ser todavía más voluble de lo habitual. Tan pronto brillaba el sol como la nieve me impedía ver diez metros por delante del coche. En cualquier caso, el primer tramo de la carretera estaba bastante pisado, pues atravesaba las calles de Reyðarfjörður. La pequeña ciudad se ubica al final del mayor de los Fiordos del Este. Debido a su posición protegida, durante la Segunda Guerra Mundial tuvo cierta importancia estratégica, llegando a ser la segunda mayor base aliada en Islandia. Más allá de Reyðarfjörður, era el tráfico de la gran planta de aluminio de Alcoa el que mantenía la carretera razonablemente limpia. Una vez superé la fábrica, la capa de nieve sobre la calzada era bastante más gruesa, pero había dejado de nevar y, hacia el este, el sol comenzaba a bañar tímidamente algunas laderas.
Apenas tardé quince minutos en llegar a Hólmanes, cuyo pequeño aparcamiento estaba completamente cubierto por una gruesa capa de nieve virgen. Hólmanes fue designada como área protegida en 1973. La península está formada por dos tipos de lava. Su extremo se compone de lava ácida, de colores claros. El resto es de lava alcalina, de colores mas oscuros. Parece que el contraste entre ambas tiene cierto interés, pero en un día de febrero prácticamente el único color que podía apreciar era el blanco de la nieve que cubría buena parte del paisaje.
La península también suele estar frecuentada por diversas especies de aves y, ocasionalmente, por renos. No pude encontrar ninguno durante mi breve visita. La gruesa capa de nieve hacía también complicado recorrer cualquiera de sus senderos o aventurarse hacia la cima del Holmantindur. Ésta permanecía oculta entre las nubes, que en cualquier caso no formaban una capa continua. La tarde era bastante caótica. Tan pronto nevaba como hacía sol. En ocasiones, ambas cosas simultáneamente.
Tras el vulcanismo, fueron los glaciares los que tallaron el relieve de Hólmanes. La península se extiende entre dos fiordos, fruto de la erosión de dos lenguas glaciares, que confluían en sus inmediaciones. Al sur, el Reyðarfjörður, que se adentra 30 kilómetros entre las montañas del este de Islandia. Al norte, el mas modesto Eskifjörður. Al final de éste último se encuentra otro pequeño puerto pesquero, con apenas un millar de habitantes. Eskifjörður parece tener cierta importancia histórica, pues fue declarado puesto comercial en 1786 y tiene algún edificio antiguo. Pero el día parecía mejorar por momentos. Decidí continuar mi excursión hacia el final de Norðfjarðarvegur.
Mi último destino en Norðfjarðarvegur era el faro de Norðfjarðarviti, levantado en 1952 en el extremo occidental de Neskaupstaður. Junto al faro se ha construido recientemente un mirador, con una vista espléndida sobre el Norðfjarður. Se suponía que, más allá del faro, había una senda. Pero era imposible distinguirla entre la nieve. Además, bajo la congelada ladera se extendía una sucesión de acantilados, parcialmente cubiertos de carámbanos. No parecían las condiciones más seguras para dar un paseo.
Comencé el regreso, nuevamente en medio de una débil nevada. Mientras ascendía hacia el túnel de Norðfjarðargöng el paisaje, completamente dominado por el blanco, era de una belleza irreal. Belleza que no ocultaba lo complicadas que, hasta tiempos muy recientes, eran las comunicaciones de Neskaupstaður. El paso de Oddskarð, su primera conexión por carretera con el resto de Islandia, se abrió en 1949. Pero la nieve bloqueaba durante el invierno el puerto de montaña. Entre 1974 y 1978 se excavó Oddskarðsgöng. Un túnel de un único carril, a 632 metros de altitud, que seguía siendo muy proclive a los cortes invernales. Hubo que esperar a 2017 para que, tras cuatro años de trabajo, se abriera al tráfico el actual túnel, de 7.542 metros de longitud.
Cuando volví al Reyðarfjörður, la neblina desdibujaba la silueta de Fjarðaál. Desde la distancia, podía parecer un castillo medieval, completamente impropio de Islandia. En realidad Fjarðaál, cuyo nombre significa «Aluminio de los Fiordos», es una enorme fábrica, construida por Alcoa entre 2004 y 2007, con capacidad para producir 346.000 toneladas de aluminio al año. Como toda instalación de esta envergadura, Fjarðaál ha sido a la vez una bendición y una maldición para la región. Por una parte, ha creado oportunidades de trabajo, permitiendo revertir el declive demográfico que sufría la zona desde hacía décadas. Me bastó conducir por sus inmediaciones para apreciar unos volúmenes de tráfico y actividad difíciles de encontrar en Islandia más allá de Reikiavik y Akureyri. Por otra, como pudimos comprobar en el verano de 2020, las infraestructuras creadas para alimentar de energía la planta han ocasionado un grave daño en una de las zonas más vírgenes y salvajes de Islandia.
Tras atravesar nuevamente Reyðarfjörður, poco antes de las tres me reincorporaba a la Ring Road. Había empleado un par de horas en recorrer los 77 kilómetros, entre ida y vuelta, de mi desvío por Norðfjarðarvegur. Fue un recorrido rápido. La brevedad de los días de invierno en Islandia tampoco me ofrecía muchas más opciones. Además, la intensa nevada de la jornada anterior había dejado un paisaje tan hermoso como intransitable. En esas condiciones, era casi imposible plantearse cualquier excursión caminando por el campo. A pesar de lo cual, la ruta me dejó muy buenas sensaciones. Es cierto que la enorme planta de Alcoa afea su tramo inicial. Pero, una vez superada, el entorno era todo lo hermoso y salvaje que se puede esperar en los Fiordos del Este. Además, en verano es posible recorrer el antiguo paso de Oddskarð. Una de las carreteras de mayor altura de Islandia, con unas vistas impresionantes. Habrá que regresar.
Quien no tenga experiencia en la conducción invernal en Islandia, puede consultar https://depuertoenpuerto.com/conducir-en-islandia-el-invierno/.
En inglés, la web oficial de turismo de Fjarðabyggð, el municipio que agrupa a todas las poblaciones de la zona, está en https://en.visitfjardabyggd.is.
De todos modos, Eskifjörður tiene una página propia, que se puede visitar en http://www.visiteskifjordur.is/.
El blog Bite of Iceland tiene una buena entrada sobre Hólmanes: https://www.biteoficeland.com/holmanes-peninsula/.
En Bagabionda Hops podemos encontrar una descripción de una ascensión a Hólmatindur en verano: https://www.vagabiondahops.com/hiking-holmatindur-east-iceland/.
Preciosos parajes.
Muchas gracias por traer a nuestra atención estos increíbles lugares.
Feliz Navidad
Gracias Joshua. Igualmente.