Aunque hay indicios de edificaciones anteriores, cercanas a la fundación de Bergen en 1070, Bryggen tiene sus orígenes en el establecimiento de una oficina de la Liga Hanseática, en los alrededores de 1350. Pero si algo tienen en común las ciudades de Noruega son sus recurrentes incendios. Bergen, y más en concreto Bryggen, no son la excepción. Aunque han sobrevivido algunos sótanos de piedra del siglo XV, los edificios de madera más antiguos que se conservan son de principios del siglo XVIII. Todos los que había anteriores ardieron en 1702. El último incendio, en 1955, permitió la realización de excavaciones arqueológicas, en las que se descubrieron las denominadas «inscripciones de Bryggen», de gran valor histórico. Parte de la zona arrasada ha sido ocupada posteriormente por el Museo de Bryggen y un hotel.
Pero el valor de Bryggen no reside solo en sus edificios. Una parte importante del mismo viene dado por su trama urbana, que ha pervivido desde la Edad Media. Como expresa literalmente la declaración de UNESCO, «Bryggen muestra las huellas de la organización social e ilustra el uso del espacio en un barrio de comerciantes hanseáticos que se remonta al siglo XIV. Es un tipo de fondaco septentrional, inigualable en el mundo, donde las estructuras se han conservado dentro del paisaje urbano, perpetuando la memoria de uno de los antiguos grandes puertos comerciales del norte de Europa».
Regresé a Bergen por cuarta vez en febrero de 2018. Sabía por experiencia que iba a terminar sucumbiendo a la llamada de Bryggen, por lo que decidí rendirme por adelantado e intentar claudicar honorablemente. Para no dejar duda alguna sobre mis intenciones, reservé habitación en el hotel construido en su parte trasera tras el incendio de 1955. El hotel no tiene ningún tipo de encanto, más allá de su ubicación. De hecho, el edificio de ladrillo que aloja su mayor parte fue en su día objeto de una fuerte polémica. Pero su parte delantera se ubica en edificios tradicionales y, en cualquier caso, dormiría literalmente a un paso de Bryggen.
Y otra vez estaba solo. O casi. De vez en cuando veía alguna persona atravesar fugazmente un callejón, para desaparecer con la misma rapidez entre el laberinto de escaleras y pasadizos. Afortunadamente, Bryggen no es un decorado. Por contra está vivo, lleno de comercios, restaurantes, salas de arte y oficinas, que ocupan sus espacios interiores. Y, como todo ser vivo, se renueva constantemente. Su propia naturaleza, en un clima tan húmedo como el de Bergen, obliga a ello. Siempre hay algún edificio en renovación y se están cambiando elementos en uno u otro lugar. Siendo un poco observador, y a veces ni eso, es fácil encontrar pilas de madera, amontonada en callejones sin salida o bajo cobertizos. Y carpinteros. A veces, trabajando en el interior de los edificios, delatados por el ruido de martillos y maquinaria. En otras ocasiones, a la vista del público, como si fueran parte integrante del precioso museo vivo que es Bryggen. Aunque, pensándolo bien, lo son. Quizá incluso su parte fundamental.
La web oficial de turismo de Noruega tiene una página sobre Bryggen: https://www.visitnorway.es/que-ver-en-noruega/noruega-de-los-fiordos/bergen/detras-de-bryggen/.
En Diario del Viajero hay una entrada muy descriptiva: https://www.diariodelviajero.com/europa/por-que-bryggen-es-uno-de-los-patrimonios-de-la-humanidad-en-noruega.
En inglés, la página Bryggen in your Hand contiene numerosa información sobre el pasado y el presente de Bryggen: https://kulturpunkt.org/owner/64/group/242/record/3431.
La web oficial de The Bryggen Foundation está en https://stiftelsenbryggen.no.
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