Comencé mi paseo a las ocho y media de una mañana brumosa, en la que apenas podía distinguir los muelles del sector oriental del puerto. Tenía una larga jornada por delante, pues el Sarfaq Ittuk zarparía a las nueve de la tarde. Aunque tampoco pensaba apurar la escala hasta el último minuto. El plan inicial era regresar al barco a cenar, lo que me dejaba un margen de casi diez horas para recorrer la ciudad. A priori, más que suficientes.
De momento, tenía que salir del puerto. Un lugar un tanto destartalado, donde todo parecía estar a medio construir y el concepto de acera no siempre existía. Aunque no tardé en descubrir que aquello era la tónica general de toda Nuuk, donde en ocasiones parecía haber más grúas que habitantes. Más allá del frenético ritmo de construcción, la pequeña ciudad parecía un versión a mayor escala y con edificios más grandes de las ciudades groenlandesas que había podido conocer. Lugares que, sobre todo vistos de cerca, resultan un tanto caóticos.
Mi primer destino era el edificio conocido como Herrnhuthuset. De camino, me di de bruces con otro de los rasgos distintivos de toda localidad groenlandesa que se precie: un gran cementerio. Los cementerios de Groenlandia tienen un extraño atractivo, cuyas causas no son sencillas de explicar. Quizá sea su tamaño, muchas veces desmedido en relación con el lugar que los rodea. O la profusión de cruces de madera, un material muy escaso en la isla. O el contraste entre estas y el desolado entorno. En este caso, aunque faltaba alguno de estos factores, un par de cuervos vinieron a compensarlo.
Tras atravesar el cementerio, finalmente llegué a Herrnhuthuset. El edificio fue levantado en 1747 por la Hermandad de Moravia, una de las iglesias evangélicas más antiguas de Europa, con madera traída desde los Países Bajos. Fue el lugar desde el que se dirigían las diversas misiones que operaban por toda la costa occidental de Groenlandia, hasta su asimilación, en 1900, por la iglesia luterana de Dinamarca. En 1965 se convirtió en la primera sede del Museo Nacional de Groenlandia, hasta que la devolución de diversas colecciones desde Dinamarca hizo que se quedara pequeño. En la actualidad, aloja la oficina del Defensor del Pueblo groenlandés.
Después, mi plan consistía en avanzar por la costa oeste de Nuuk, lo más cerca del mar que fuera posible. Empeño en el que me ayudó una larga pasarela de madera, de reciente construcción, que saltaba de roca en roca entre la primera línea de edificios y la costa. En un día claro, habría disfrutado de las vistas sobre el Nuup Kangerlua. El gran fiordo, con 160 kilómetros de longitud, en cuya orilla oriental se encuentra Nuuk.
La niebla hizo que centrara mi atención en los grandes edificios que flanquean la pasarela por el este. Se trata de algunos de los bloques construidos para la reubicación forzada de los inuit, según las directrices del plan G60. La idea de los daneses era centralizar la población en unas cuantas ciudades, fácilmente controlables y asimilables, en lugar de tener que manejar la miríada de pequeños asentamientos en los que se desparramaban los aborígenes groenlandeses. Aunque, desde el punto de vista meramente material, aquello pudo significar una mejora en las condiciones de vida de los inuit, el grado de desarraigo y de ruptura con sus formas tradicionales de vida sigue reverberando hoy en día y probablemente sea la causa de las elevadas tasas de alcoholismo y suicidios que sufre Groenlandia.
El ejemplo más representativo de aquel urbanismo fue el Blok P, edificado entre 1965 y 1966 en el centro de Nuuk, en la calle Aqqusinersuaq. Medía más de 200 metros de longitud y, con unas 320 viviendas, dicen que alojaba al 1% de la población groenlandesa de la época. Debido a su simbolismo, fue derribado en 2012. Sin ser tan descomunal, el edificio que tenía delante alcanzaba los 132 metros de longitud, aunque con 7 plantas, superaba en 2 al Blok P. Y había nada menos que 5 edificios, formando una gran diagonal que alcanzaba el medio kilómetro.
Al final de las pasarelas me encontré con un extraño monumento de piedra, sin muchas explicaciones más allá de un nombre (Arnarulunnguaq), un rango de años (1896 – 1933) y alguna frase en inuit. Más tarde averigüé que se trataba de un memorial a una mujer groenlandesa. Una de las dos personas que acompañaron a Knud Rasmussen en la Quinta Expedición Thule, entre 1921 y 1924. En un viaje épico, de casi 29.000 kilómetros, atravesaron todo el Ártico canadiense en trineos tirados por perros, viajando desde Groenlandia hasta la costa del Pacífico. El plan de Rasmussen era haber seguido hasta Siberia, cruzando sobre un estrecho de Bering congelado, pero se lo impidieron los problemas burocráticos.
Mi plan era bastante menos ambicioso, pero también se vio frustrado. El museo local de Nuuk estaba cerrado. Una lástima, pues tenía una exposición sobre el Blok P que me habría gustado ver. En cualquier caso, había llegado al corazón de la Nuuk colonial. La Godthåb fundada en 1728 por los daneses, tras el fracaso de un primer asentamiento creado por Hans Egede en la cercana Håbets Ø. Godthåb tampoco lo tuvo fácil. En 1733-1734 hubo una epidemia de viruela, que acabó con la mayor parte de la población inuit y con algunos daneses, como la esposa de Egede. De todos modos, el lugar se convirtió en la capital de Groenlandia y, cuando ésta fue dividida en dos partes, en 1782, de su mitad meridional.
Un paseo por la historia en el Museo Nacional de Groenlandia.
Seguí mi paseo acercándome a Annaassisitta Oqaluffia (la Iglesia del Salvador), la actual catedral luterana de Nuuk. La iglesia fue construida entre 1848 y 1849, aunque su torre es un añadido de 1924. En 1993 se convirtió en catedral, al trasladarse la sede eclesiástica de Groenlandia desde Copenhague. Al año siguiente se nombró un obispo. El primero que tenía la isla en 616 años, tras la muerte, en 1378, del último obispo de Garðar.
En lo alto de la colina que hay cerca de la iglesia, dominando la pequeña ensenada del puerto colonial, hay una estatua de bronce de Hans Egede, copia de la que existe en Copenhague, junto a Marmorkirken. La de Nuuk fue levantada en 1922, cuando Groenlandia era una colonia danesa. Desde 1973 se ha visto envuelta en varias polémicas y actos vandálicos. El primero, cuando apareció pintada de rojo. Poco después alguien puso a sus pies una placa con el texto «¿No fue él quién mató nuestras almas? ¿Debemos seguir honrándole?” Varios actos de protesta más tarde, en 2020 se celebró una encuesta, donde resultaron ser mayoritarios los partidarios de mantener la estatua. Al menos de momento.
Terminada mi visita al corazón colonial de la vieja Godthåb, tocaba comenzar el lento regreso hacia el puerto, que haría atajando por el centro de la moderna Nuuk. Tras toda una mañana recorriendo la orilla del fiordo entre la niebla, no habían pasado ni 5 minutos desde que dejé atrás la estatua de Egede cuando el día cambió radicalmente. Llegué al corazón comercial de Nuuk bajo un cielo intensamente azul, con una temperatura que no hacía más que subir. Mi intención era encontrar una librería en la que curiosear (y quizá comprar) algo sobre Groenlandia. No logré encontrar ninguna. Como premio de consolación, acabé comiéndome una sabrosa pizza en un local de Nuuk Center. El único centro comercial de toda la ciudad.
Cuando quise regresar al aire libre, el día había acabado de abrir. Por primera vez, según paseaba por H. J. Rinkip Aqqutaa, podía ver las montañas que rodean Nuuk. A pesar del caos urbanístico, la ciudad lograba tener cierto encanto, incrementado por el aumento del número de viandantes y un espléndido sol, que conseguía templar el ambiente.
Mi siguiente destino era el Museo de Arte de Nuuk. Inaugurado en 2007, ocupa una antigua iglesia adventista. Es un museo pequeño, que apenas contiene 250 pinturas, principalmente centradas en Groenlandia y en la visión que tienen de la isla tanto sus propios artistas como los foráneos.
Después me acerqué a Cristo Rey, la iglesia católica de Nuuk. Asentada en lo alto de una colina de granito, había oído que ofrece unas buenas vistas sobre los alrededores. Resultaron ser interesantes, pero no tanto como esperaba. Lo mejor era que, a partir de ese momento, el resto de mi paseo por Nuuk sería cuesta abajo. Comenzaba a estar cansado.
Volví a pasar por la zona comercial y después recorrí casi en su totalidad la calle Aqqusinersuaq, una de las principales de Nuuk, nuevamente entre obras, calles que a veces carecían de aceras y otro cementerio. En general, Nuuk me pareció una ciudad a medio hacer, aunque hay que reconocer que buena parte de lo que había hecho tenía un aspecto magnífico. Sobre todo los edificios modernos, con una estética netamente escandinava, a la vez elegante y funcional. Por lo demás, la ciudad era amplia y, aunque tenía tráfico, este tampoco parecía excesivamente agobiante. Sobre la falta de aceras, imagino que en invierno, cuando todo esté cubierto por un grueso manto blanco, no tendrá la menor importancia. Y en todo caso, también pude ver varias calles donde estaban construyéndolas. De seguir a este ritmo, en unos años puede que Nuuk se convierta en una ciudad con todas las de la ley.
A las cinco de la tarde estaba de vuelta en el mismo puerto que había recorrido por la mañana entre la niebla. Bajo el sol, el lugar tenía un aspecto mucho más vivo y agradable. En sus muelles está una de las paradas desde la que salen los taxis acuáticos, en los que es posible desplazarse por la ciudad, o realizar excursiones por el fiordo. Generalmente de un par de horas de duración, aunque algunas llegan a las seis horas. En cualquier caso, viajando en barco y dirigiéndome a Ilulissat, no me había parecido un plan interesante. Las pocas dudas que me quedaban se habían diluido con la intensa niebla de la mañana. Ahora no había niebla, pero yo llevaba más de ocho horas caminado casi sin pausa, mientras subía y bajaba las numerosas cuestas de Nuuk. Mi mejor plan era ir al camarote y darme una buena ducha antes de cenar.
Para ampliar la información.
En inglés, la web oficial de turismo de Nuuk está en https://visitnuuk.com/.
Aunque no realicé ninguna excursión con ellos, los taxis acuáticos de Nuuk parecen una opción interesante para moverse por la zona: https://nuukwatertaxi.gl/.
En Arctic Travel Tips nos recomiendan 20 actividades que podemos realizar en Nuuk durante el verano: https://arctictraveltips.com/things-to-do-in-nuuk-in-summer/.