Llegamos a Higashi Chaya poco después de las tres de la tarde. Imagino que a consecuencia del intenso calor, encontramos el barrio bastante tranquilo. Por su calle principal deambulaba una curiosa mezcla de visitantes, entre los que destacaban varios grupos de jóvenes japoneses vestidos al modo tradicional. Entre éstos, predominaban las chicas, pero también pudimos ver algún grupo mixto, en el que tanto ellos como ellas llevaban kimono. Incluso había alguna familia con todos sus miembros ataviados al modo clásico japonés. Nos llamó la atención la soltura con la que calzaban las sandalias conocidas como geta, aparentemente muy poco apropiadas para andar sobre un suelo empedrado. El contraste entre sus ropas tradicionales y los gigantescos móviles de última generación con los que se hacían selfies como locos no podía ser mayor.
El distrito resultó ser bastante pequeño. Apenas tres calles peatonales paralelas, unidas por un puñado de callejones trasversales. La clásica imagen de las dos hileras de edificios de madera corresponde a su arteria central, de apenas 140 metros de longitud. Aunque conserven sus armoniosas fachadas de dos pisos, con los característicos enrejados de madera, la mayor parte de las antiguas casas de té ha cambiado de función. En la actualidad, el barrio está lleno de tiendas de recuerdos, alojamientos turísticos y restaurantes.
Una de las escasas excepciones es Ochaya Shima, declarada bien de interés cultural y convertida en un museo donde, además de la arquitectura, podemos contemplar muebles, instrumentos musicales y otros objetos relacionados con el mundo de las geishas. La casa mantiene su estructura original de 1820, mínimamente modificada para añadir un cuarto de baño y la instalación eléctrica. La planta inferior, que contiene un diminuto pero relajante jardín, estaba originalmente ocupada por las habitaciones del propietario, la cocina y el cuarto donde se vestían las geishas.
En la planta superior hay tres salas de espera, o hikae-no-ma, cada una de las cuales da acceso a un cuarto de invitados, o zashiki. Los clientes se acomodaban en éstos, mientras las geikos utilizaban la sala de espera como escenario, en el que tocaban música, recitaban poemas o llevaban a cabo el sofisticado ritual de la ceremonia del té. Aunque en las ochaya también se consumía sake en abundancia. Como pudiera acabar la velada, tras tomar unas cuantas copas en compañía femenina, sigue siendo uno de los secretos mejor guardados de Japón.
En las proximidades de Ochaya Shima también podemos encontrar Kaikaro, el único local de la zona que sigue funcionando como casa de té. Desafortunadamente, nos estábamos quedando sin tiempo, sobre todo para tomar un té tradicional japonés con la calma que éste requiere. Sin mayor dilación, salimos rumbo al templo de Myoryu-Ji, en Nomachi, nuestra última visita del día.
If you see this after your page is loaded completely, leafletJS files are missing.
Mucho más completa la entrada de Japonismo, en https://japonismo.com/blog/los-hanamachi-o-barrios-de-geishas-de-kanazawa, que además ofrece información sobre los otros distritos de geishas de Kanazawa.
En la misma web, quien quiera profundizar sobre el mundo de las geishas encontrará una entrada muy completa en https://japonismo.com/blog/un-paseo-por-la-historia-de-las-geishas.
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-extremo-oriente/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por Extremo Oriente.
En inglés, se puede encontrar bastante información en la página Kanazawa Station: https://www.kanazawastation.com/the-higashi-chaya-gai-geisha-district/.
La web oficial de Ochaya Shima está en http://www.ochaya-shima.com/english/index.html.
Aunque a nosotros nos faltó tiempo, Keikaro parece un local que merece la pena visitar: https://www.kaikaro.jp/en/.