El barco navegaba lentamente, adentrándose en el fiordo. Pasadas las seis, nos desviamos del brazo principal, internándonos en el Aurlandsfjorden, el brazo que llega hasta Flåm. El paisaje se volvió mas interesante. Las paredes de roca eran mas agrestes y, tras dejar atrás una preciosa cascada que caía directamente sobre el fiordo, pudimos ver el Nærøyfjorden, que se separaba del Aurlandsfjorden, perdiéndose hacia el suroeste entre abruptas montañas.
Poco después llegamos al pequeño puerto de Flåm, situado al fondo del fiordo. Tras desayunar y pasar un rato disfrutando de la espléndida vista desde el camarote, salimos a hacer una excursión por el interior de las comarcas de Sogn y Hordaland, en la que, entre otras cosas, pudimos subir en el célebre Flåmsbana y bajar la espectacular carretera de Stalheimskleiva. Tras regresar a Flåm y realizar una breve visita al pueblo, volvimos a embarcar y, sobre las seis de la tarde, zarpamos por última vez de Noruega.
Al igual que por la mañana, la mejor parte del trayecto fue la mas cercana a Flåm. Tras pasar por una parte relativamente estrecha del fiordo, cerca de Undredal, llegamos de nuevo a la confluencia entre el Aurlandsfjorden y el Nærøyfjorden. La vista de este último, a la luz de la tarde, era todavía mas espléndida que por la mañana. El brazo de mar se perdía zigzagueando entre las paredes de roca, coronadas por manchas de nieve.
Dos horas y media después de zarpar, habíamos superado el pequeño pueblo de Vikøyri y nos encontrábamos aproximadamente a mitad de camino de mar abierto. Cansados y hambrientos, decidimos ir a cenar, no sin cierta pena. Aunque el fiordo se iba abriendo y el paisaje era cada vez menos espectacular (para ser Noruega), desde el norte una hermosa luz, tamizada por las nubes, teñía el agua del fiordo de todos dorados.
Volvimos a cubierta poco después de las diez de la noche. Aunque todavía había algo de luz, se notaba que estábamos bastante mas al sur que unos días atrás. Nos encontrábamos a la altura de Rutledal, un pequeño embarcadero del ferry que permite a la carretera 57 salvar el Sognefjorden. Las montañas habían desaparecido y, a la tenue luz del anochecer, apenas podíamos distinguir la costa rocosa. Los numerosos islotes y ensenadas indicaban que estábamos cerca del mar.
Poco después, tras mas de cinco horas de navegación desde Flåm, llegamos junto a Kværeknapp y el pequeño faro que señaliza la orilla septentrional de la entrada al Sognefjorden. Su débil luz fue lo último que pudimos ver de Noruega.
Regresé varios años más tarde, en invierno, para recorrer el tramo final del fiordo, llegando desde el vecino Nærøyfjord. La entrada está en https://depuertoenpuerto.com/invierno-en-el-naeroyfjord/.
Página sobre el Sognefjorden en visitnorway.com: https://www.visitnorway.es/que-ver-en-noruega/noruega-de-los-fiordos/zona-sognefjord/.
La página http://en.sognefjord.no contiene mucha información práctica (en inglés).
Para los que no vayan en crucero, en https://www.norled.no/en/fjordcruise/sognefjorden-bergen-to-flaam/ ofrecen un trayecto en barco desde Bergen hasta Flåm que parece muy interesante.
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