Había llegado mi quinta y última jornada a bordo del Sarfaq Ittuk, en la que tan solo habría dos escalas. La primera sería Aasiaat, en el municipio de Qeqertalik. La segunda Ilulissat, en Avannaata. El extremo septentrional del trayecto en ferri y destino final de mi largo viaje por el suroeste de Groenlandia. Entre ambos puertos, atravesaríamos el corazón de la amplia bahía de Disko, conocida por los daneses como Disko Bugt y por los inuit como Qeqertarsuup Tunua.

Amanecer al suroeste de Aasiaat

Amanecer al suroeste de Aasiaat.

Cuando salí a cubierta, sobre las seis y cuarto de la mañana, navegábamos por un pequeño laberinto de islotes rocosos y escollos, en la difusa frontera entre el estrecho de Davis y Disko Bugt, a unos 30 kilómetros del puerto de Aasiaat. El Sarfaq Ittuk dejaba a babor un pequeño iceberg, bañado por la suave luz de un largo amanecer ártico. Tras dos jornadas jugando con la niebla, que me había impedido contemplar una parte del paisaje que recorríamos, esta había desaparecido totalmente. Hacia el noroeste, podía ver el lejano horizonte, cuajado de grandes montañas de hielo. El panorama, ensalzado por la serenidad del momento, era hipnótico.

Alcanzando al Silver Mary

Alcanzando al Silver Mary.

Cuando cambié de costado, me llevé una sorpresa. Estábamos dando alcance al mismo Silver Mary con el que habíamos coincidido fugazmente en los muelles de Sisimiut. Un portacontenedores, propiedad de la naviera noruega Silver Liner AS. Durante los meses de verano opera, en régimen de alquiler, como un buque más de Royal Arctic Line, empresa que tiene el monopolio del transporte marítimo en Groenlandia. El resto del año, es utilizado por Silver Liner en aguas menos complicadas.

Extrañas formas en el hielo

Extrañas formas en el hielo.

Los siguientes cien minutos pasaron en un suspiro. Recogiendo mi equipaje, desayunando y sobre todo en cubierta, fotografiando icebergs. Estos eran cada vez más numerosos y de mayores dimensiones. Aunque, más que su tamaño, lo que buscaba eran montañas de hielo maltratadas por el tiempo, con formas y texturas extrañas. No me faltaron sujetos.

Antiguo cañón arponero

Antiguo cañón arponero.

A las ocho estábamos atracados en Aasiaat. La escala era de media hora, por lo que decidí dar un pequeño paseo, que en esta ocasión compartí con Iñigo y Josean. Dos donostiarras que había conocido en el aeropuerto de Copenhague y que estaban realizando un viaje muy similar al mío. Aasiaat cuenta con poco más de 3.000 habitantes. A pesar de lo cual, compite con Qaqortoq por el cuarto puesto en el ranking de mayores ciudades de Groenlandia. El lugar fue fundado en 1763 por Niels Egede, hijo del Hans Egede que provocó la anexión de Groenlandia a la corona danesa. Aunque, en realidad, el asentamiento se trasladó desde su anterior ubicación en Eqalussuit, 125 kilómetros más al sur, al considerarse Aasiaat un lugar más adecuado. No tardó en prosperar, como punto de apoyo para los buques balleneros que frecuentaban la zona.

Frente al museo de Aasiaat

Frente al museo de Aasiaat.

El lugar tiene un museo que, tal como esperábamos, estaba cerrado. En cualquier caso, tampoco habríamos tenido tiempo para visitarlo. Se aloja en la antigua residencia del administrador colonial. Un edificio de 1860, posteriormente ampliado en 1920. Según parece, contiene una buena colección de kayaks y trineos tradicionales, así como una colección de fotografías antiguas de Egedesminde, como llamaban los daneses al asentamiento. Tuvimos que conformarnos con ver los tres viejos cañones que hay en su fachada y la placa dedicada a Niels Egede, instalada en el bicentenario de la fundación de Aasiaat.

El Ivalo Arctica llegando a Aasiaat

El Ivalo Arctica llegando a Aasiaat.

Zarpamos a las ocho y media, en medio de una actividad marítima que, para el tamaño del lugar, no dejaba de ser llamativa. Al continuo trajín de pequeñas lanchas, tan habitual en cualquier puerto groenlandés, se unió el Ivalo Arctica. Uno de los dos portacontenedores más pequeños de Royal Arctic Line. Tiene capacidad para 36 contenedores de 20 pies (TEU), que puede manejar con su propia grúa. Lo cual le permite abastecer las remotas localidades de Groenlandia, cuyos puertos carecen de las infraestructuras más básicas.

El Siuana Arctica en Aasiaat

El Siuana Arctica en Aasiaat.

En el puerto estaban atracados el Siuana Arctica, otro portacontenedores de Royal Arctic Line, con capacidad para 55 TEU. Curiosamente, fue construido en 2020 en los astilleros Zamakona de Bilbao. Y el Orasila, un buque para el transporte de petroleo y productos químicos, especialmente diseñado para operar en entornos árticos. Cuenta con calificación Ice class 1A, lo que le permite navegar con hielo de hasta 50 centímetros de espesor. Por último, según salíamos de Aasiaat, hizo su aparición nuestro viejo amigo el Silver Mary, que nuevamente nos había alcanzado.

Un laberinto de icebergs

Un laberinto de icebergs.

No tardamos en adentrarnos en un laberinto de icebergs, aún más nutrido del que había al sur de Aasiaat. Resultaba asombrosa la facilidad del Sarfaq Ittuk para moverse por aquel extraño mundo, donde el agua y el hielo se mezclaban de las formas más caóticas concebibles. Imagino que los años de experiencia y repetir la misma ruta, una y otra vez, será una gran ayuda para la tripulación.

Iceberg en Disko Bugt

Iceberg en Disko Bugt.

Según avanzábamos hacia el noreste, rumbo a Ilulissat, cada vez encontrábamos icebergs de mayor tamaño. En muchos casos, la parte visible era bastante más grande que el Sarfaq Ittuk. Teniendo en cuenta que esta tan solo supone el 11% de la masa y el tamaño de la montaña de hielo, las dimensiones de algunas eran ciclópeas.

Extraño iceberg

Extraño iceberg.

Aunque, una vez más, acababan siendo más llamativas las grietas, cavidades y texturas de otros icebergs. Quizá más antiguos, más castigados por el tiempo o simplemente con una «vida» más complicada. Cuando los observas, sobre todo los más extraños, acaba siendo inevitable preguntarte por el origen de algunas de sus características. Teniendo en cuenta su compleja dinámica, en la que ni tan siquiera puedes estar seguro de que la parte superior no estuviera antiguamente en el fondo del glaciar, o en cualquier otra parte y posición, muchas veces resulta complicado encontrar respuestas. Lo cual acaba dando aún más interés al bloque de hielo que tienes delante.

Avistando Ilulissat Kangerlua

Avistando Ilulissat Kangerlua.

Y entonces, al filo de las once y media, pude verlo por primera vez. Hacia el este, una pared blanca rompía la línea de costa. La acumulación y el tamaño de los icebergs eran de tal calibre, que de haber estado nevado el paisaje circundante, habría pensado que se trataba de una sección especialmente caótica de las colinas costeras. En cualquier caso, preferí pecar de cauto y consultar mi posición en el móvil. Para confirmar que, finalmente, había llegado frente al principal motivo de mi largo periplo por Groenlandia. Aquel muro de hielo, que aún estaba a unos 22 kilómetros de distancia, era el Kangia de Ilulissat. O, para los groenlandeses, el Ilulissat Kangerlua.

Grandes icebergs en el Kangia

Grandes icebergs en el Kangia.

Kangia quiere decir en inuit «fiordo». Los daneses llamaban al lugar Jakobshavn Isfjord. Y entre los turistas es conocido como Ilulissat Icefjord, o Fiordo de Hielo de Ilulissat. El fiordo, situado aproximadamente 250 kilómetros al norte del círculo polar ártico, debe su fascinante aspecto a un cúmulo de circunstancias. La primera, que en su cabecera se encuentre el Sermeq Kujalleq, el glaciar más prolífico del hemisferio norte. Avanza entre 20 y 35 metros al día y se estima que, a lo largo del año, arroja veinte mil millones de toneladas de hielo al fiordo. Este tiene una longitud de 50 kilómetros y un ancho de hasta 12. En la boca del fiordo hay una antigua morrena sumergida, con una profundidad de apenas 225 metros. Los icebergs, algunos de los cuales alcanzan el kilómetro de altura, quedan embarrancados, a veces durante años, formando un enorme tapón. Entre este y el frente del Sermeq Kujalleq se extiende un auténtico caos de hielo y agua, donde los grandes icebergs se entremezclan con los témpanos y todos ellos, durante el corto verano groenlandés, con el agua. Una vorágine encajonada en un largo pasillo, formado por abruptas laderas de roca desnuda.

Un mundo de hielo

Un mundo de hielo.

El extremo norte del frente de hielo apenas se encuentra a 3 kilómetros de la bocana del puerto de Ilulissat, por lo que aquel extraño mundo helado estaba cada vez más cerca. A pesar de que iba a estar los siguientes cinco días en sus proximidades, era imposible escapar a un embrujo que, como la gravedad, aumentaba según disminuía la distancia. Lo que, desde lejos, parecía un muro infranqueable, comenzaba a mostrar sus matices. Un auténtico laberinto, formado por paredes de hielo de unas dimensiones asombrosas. Una maraña que, además, mutaba continuamente. Generalmente de forma imperceptible. Aunque también podía hacerlo bruscamente, si algún iceberg se rompía o acababa girando sobre sí mismo.

Llegando a Ilulissat

Llegando a Ilulissat.

Embelesado con el Kangia, no me di cuenta de que llegábamos a Ilulissat hasta que, siguiendo con la cámara una gaviota que pasó frente a nuestro costado de estribor, vi algo extraño difuminado en el fondo. Resultaron ser las casas de colores de la pequeña ciudad. Con unos cuantos icebergs frente al antiguo barrio colonial. En cinco minutos estábamos en la bocana del puerto y, en otros diez, el Sarfaq Ittuk atracaba en sus muelles. A la una y cinco, bajo un espléndido cielo azul, pisaba por primera vez el suelo de Ilulissat. En condiciones normales, aquel habría sido un momento melancólico, como cualquier despedida de un barco en el que había pasado unos días inolvidables. La perspectiva de, esa misma tarde, hacer la primera excursión al frente del fiordo, fue suficiente para elevar mi ánimo.

Para ampliar la información.

La Wikipedia tiene una breve entrada sobre la bahía: https://es.wikipedia.org/wiki/Bah%C3%ADa_de_Disko.

En inglés, encontrarás un buen artículo sobre Aasiaat en Visit Greenland: https://visitgreenland.com/destinations/aasiaat/.

La web oficial del museo de Aasiaat está en http://www.aasiaat.museum.gl/Home-2.

La mejor forma de conocer Disko Bugt es desde el agua. Disko Line gestiona las lineas regulares de pasajeros entre los diversos puertos de la bahía, además de ofrecer itinerarios turísticos: https://www.diskoline.gl/.