Nunca había visitado Raufarhöfn. En realidad, apenas conocía la península de Melrakkaslétta, cuyo nombre podría traducirse desde el islandés como la Llanura del Zorro Polar. Tan solo la había atravesado fugazmente, por la carretera 85, en una fría tarde de febrero de 2022. Prácticamente un año más tarde, decidí aprovechar un invierno especialmente benigno, durante el que nuevamente recorrería Norðausturvegur, para hacer un breve desvío hacia el norte.
Quince minutos antes del mediodía, giraba hacia la carretera 874, adentrándome en un universo dominado por el blanco. En realidad, el paisaje había comenzado a mutar mucho antes, mientras recorría el extremo septentrional de Öxarfjörður, al este de Austursandur. Según tomaba altura camino de Öxarfjarðarheiði, las nubes bajas acabaron de adueñarse del cielo. Tan solo unas cuantas rocas lograban despuntar sobre la nieve, rompiendo la monotonía cromática imperante.
La situación cambio algo cuando, veinte minutos más tarde, entraba en Raufarhöfn. Las casas, las señales de tráfico y algún que otro coche creaban pequeñas notas de color. Y, hacia el norte, la palidez del paisaje había sido sustituida por un amenazante gris oscuro, que presagiaba problemas. Aunque llevaba varios minutos conduciendo en medio de una suave nevada, aquellas nubes eran la señal inequívoca de que el día estaba cambiando. Y no precisamente a mejor. Quería visitar un extraño lugar llamado Arctic Henge, ubicado unos cientos de metros al noroeste de Raufarhöfn. Parecía más prudente hacerlo antes de que arreciara la nevada. Mal que bien, si al regresar me quedaba aislado en la población, al menos había un hotel donde pasar la noche.
Resulta complicado describir el Arctic Henge. A pesar de su aspecto, es una construcción reciente. El proyecto arrancó en 1996 y, según parece, no está finalizado. Erlingur Thoroddsen, su impulsor, se inspiró en una extraña mezcla entre creencias neopaganas, relatos de las sagas y viejas tradiciones nórdicas. Todo ello aderezado con alusiones al misticismo y al mucho más conocido Stonehenge, en el sur de Inglaterra. Mi primera impresión, cuando escuché hablar del lugar, fue pensar que se trataba de un reclamo turístico, creado para intentar atraer visitantes a una de las regiones más remotas de Islandia. Ahora no estoy tan seguro. Quizá sea una obra artística inacabada, o una quimera concebida por algún iluminado. O las tres cosas simultáneamente.
El lugar es conocido en islandés como Heimskautsgerðið. Está formado por 4 toscos arcos de piedra, de unos 6 metros de altura, alineados con los puntos cardinales, mientras forman un círculo de 50 metros de diámetro. En el centro se eleva una estructura, compuesta por 4 pilares que convergen a 10 metros de altura. Sobre su cima se pretende instalar un prisma de cristal que, al ser iluminado por el sol, descompondría su luz en un arco iris. Un «altar de fuego y agua», un «salón de rayos» o un puntero, que marcaría continuamente la posición de la estrella polar, son otros elementos que, al menos de momento, tan solo existen sobre el papel. Un cartel ubicado junto al desvío, algo deteriorado por el duro clima del norte de Islandia, explica brevemente la simbología del proyecto y muestra cómo debería ser una vez esté terminado.
Sin resultar excepcional, he de reconocer que el lugar tenía un extraño atractivo. Los toscos pilares de oscura piedra, levantándose en medio de un paisaje nevado, creaban una estampa peculiar, acentuada por el silencio, tan solo roto por el viento, y la absoluta soledad en la que me encontraba. Mientras lo recorría, el frío se fue incrementando, en paralelo a la intensidad de la nevada. Cuando Raufarhöfn desapareció de mi vista, velado por los copos de nieve, se hizo evidente que llegaba la hora de marcharse.
De regreso, decidí dar un rodeo hasta la pequeña iglesia local. Tampoco es muy antigua. Fue construida en 1928, según diseño de Guðjón Samúelsson. El mismo arquitecto que edificó la célebre Hallgrímskirkja, en Reikiavik. Fue el primer islandés en obtener el título de arquitectura, tras lo que se convirtió en una figura fundamental en el desarrollo de un estilo propio de la isla, generalmente inspirado en su extraña naturaleza. En cambio, la iglesia de Raufarhöfn es mucho más similar a los templos que encontraremos en cualquier pequeña población de Islandia. Su estado actual es fruto de la restauración de 1979.
Mi plan era hacer una breve pausa y tomar un café, pero cada vez nevaba con más intensidad. Estando en una carretera secundaria, que en invierno es un callejón sin salida, me pareció más prudente seguir mi camino. En cualquier caso, Raufarhöfn tampoco parecía tener demasiado que ofrecer. La pequeña población, con menos de 200 habitantes, parece tener su origen en una granja que, en el censo de 1703, aparece mencionada como Reiðarhöfn. En 1836 se convirtió en un puesto comercial, que alcanzó cierta prosperidad durante los años dorados del arenque. Entre 1934 y 1944, Raufarhöfn era el segundo puerto pesquero más importante de Islandia, tan solo superado por Siglufjörður. Hasta que, en 1967, los bancos de arenque colapsaron y Raufarhöfn volvió a ser un lugar tranquilo y un poco destartalado. Como la mayor parte de las pequeñas poblaciones de la Islandia rural.
Para ampliar la información.
En inglés, la web oficial de Heimskautsgerðið está está en https://www.arctichenge.com/english/.
También hay una reseña en Guide to Iceland: https://guidetoiceland.is/travel-iceland/drive/the-arctic-henge.
Se puede encontrar la página dedicada a Raufarhöfn en la web oficial de turismo del norte de Islandia en https://www.northiceland.is/en/destinations/towns/raufarhofn.
Me ha encantado este reportaje sobre «la Llanura del Zorro Polar». Lo de la nutación del eje terrestre que desplaza 15 metros cada año hacia el norte al círculo polar ártico ¿no tendrá que ver con los desplazamientos de enormes bloques de hielo que se deshacen en el camino? Eso se interpreta como parte del cambio climático y a lo mejor no tiene nada que ver…
Gracias por compartir tan buen contenido.
Saludos.
La nutación es un fenómeno cíclico, provocado por la atracción gravitatoria de la luna y el sol sobre la tierra. Ahora mismo, hace retroceder el círculo polar ártico hacia el norte. Dentro de unos años, el proceso se revertirá.
Un saludo.
Muchas gracias por la aclaración.
Saludos.