Kenroku-en figura sistemáticamente en los primeros puestos de los listados de mejores jardines japoneses. Generalmente ocupando el primer lugar. Ya sé que este tipo de listas son muy subjetivas y cuando menos discutibles. En cualquier caso, no íbamos a desaprovechar la ocasión de visitar uno de los jardines históricos con más fama de todo Japón, que quizá podría calificarse como el mejor jardín japonés del mundo. Visitar el jardín era el objetivo prioritario del día.
Llegamos a la puerta Katsura-zaka, en el extremo septentrional de Kenroku-en, minutos antes de las once de la mañana. Muy tarde para mi gusto. El calor comenzaba a ser intenso, al igual que el número de visitantes que atravesaba la entrada. Enseguida llegamos a Kasumiga-ike, el estanque principal del parque, en el que se encuentran algunos de sus elementos más famosos. Como la linterna de piedra con una peculiar base de dos patas conocida como Kotoji, considerada el símbolo de Kenroku-en.
Muy cerca está Karasaki, uno de los árboles más famosos del parque. Según dicen, el pino negro fue plantado en el siglo XIX por Nariyasu, decimotercer señor del clan Maeda. Sus ramas se extienden sobre el lago, en parte sostenidas por troncos que surgen directamente del agua. Un tipo de soportes artificiales característico del jardín, cuya curiosa ejecución resalta la belleza de los árboles, que parecen nacer desde los estanques. En invierno, para proteger Karasaki de las copiosas nevadas habituales en la zona, se añade un entramado de cuerdas que, a modo de paraguas, resguarda y soporta sus frágiles ramas.
Quizá la mejor vista del lago sea la que se disfruta desde lo alto de Sazae-yama. Para construir la colina artificial, de nueve metros de altura, se utilizó la tierra extraída durante la ampliación del lago, también en tiempos de Maeda Nariyasu. El nombre de la colina vendría del camino en espiral que conduce hasta su cima, recordando la forma de la concha de los caracoles de mar conocidos en Japón como «sazae».
Más hacia el sureste está el canal Tatsumi Yosui, que recoge sus aguas del río Saigawa, a 10 kilómetros de distancia. La zona, con las aguas del canal serpenteando entre una densa arboleda, me pareció especialmente atractiva. A pesar de su aspecto natural, sus elementos son fruto de una cuidada planificación. Una característica común de los jardines japoneses «de paseo», como Kenroku-en, donde se busca imitar las formas de la naturaleza.
En las inmediaciones hay un monumento dedicado a Yamato Takeru, un héroe mítico de la historia japonesa. La estatua, erigida en 1880, es considerada la primera del país construida en bronce. En uno de sus laterales hay una placa de piedra, dedicada a los soldados caídos durante la Rebelión de Satsuma, un último intento de la casta samurai para recuperar su antiguo estatus tras la Restauración Meiji. La película El Último Samurai está inspirada en estos hechos, aunque interpretados de forma muy libre.
Otra zona especialmente interesante es la situada en el entorno del estanque Hisago-ike, en el extremo occidental del parque. En un islote del estanque se encuentra la pagoda Kaiseki, una curiosa estructura de piedra que apenas supera los cuatro metros de altura. Se desconoce su origen. Algunos dicen que es todo lo que queda de una estructura mayor, mandada edificar por Maeda Toshitsune y posteriormente trasladada desde el castillo de Kanazawa. Otros, que fue traída desde Corea por Kato Kiyomasa y posteriormente regalada a Maeda Toshiie, primer señor del Dominio de Kaga. Lo que si se sabe con certeza es que fue uno de los pocos elementos de Kenroku-en que lograron sobrevivir al incendio de 1759.
Cerca del mismo estanque se encuentra Midori-taki, una pequeña cascada de seis metros de altura, alimentada por las aguas de Kasumiga-ike. Su relajante sonido se puede escuchar desde la vecina Yugao-tei, una de las cuatro casas de té existentes en el parque, construida en 1774.
Tardamos exactamente 90 minutos en visitar el parque. Curiosamente, el tiempo estimado para realizar el recorrido recomendado en la propia web de Kenroku-en, a pesar de no ceñirnos estrictamente al mismo. Salimos del jardín con sentimientos contrapuestos. Por una parte, nos encantó. El nivel de mantenimiento era increíble. Un pequeño ejército de jardineros mimaba Kenroku-en con un celo asombroso, incomprensible para la mentalidad occidental. Y, por supuesto, tenía rincones realmente hermosos. Aunque, sinceramente, esperaba más. Creo que fue un claro caso de exceso de expectativas. Tras nuestra visita a Ritsurin, un jardín que supuestamente está a un nivel inferior de Kenroku-en, habíamos llegado a éste esperando quedar extasiados por su belleza. Y no fue para tanto. Creo que también influyó negativamente llegar algo tarde, con un nivel elevado de público y unas temperaturas que nos impidieron disfrutar relajadamente del jardín. En cualquier caso, una visita muy interesante, imprescindible para cualquiera que viaje a Kanazawa.
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En https://depuertoenpuerto.com/crucero-extremo-oriente/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por Extremo Oriente.
En inglés, la página oficial de Kenroku-en está en http://www.pref.ishikawa.jp/siro-niwa/kenrokuen/e/index.html. Muy recomendable su mapa interactivo: http://www.pref.ishikawa.jp/siro-niwa/kenrokuen/e/point.html.
También es interesante el artículo en Japan Visitor: https://www.japan-experience.com/all-about-japan/kanazawa/parks-and-gardens/kenrokuen-garden-kanazawa.
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