El puerto de Shimizu tiene una larga historia. Aparentemente, sus orígenes se remontan al siglo VII, aunque comenzó a cobrar cierta relevancia a principios del siglo XVII, en paralelo al auge el clan Tokugawa, asentado en la vecina Shizuoka. La exportación de té, con casi la mitad de la producción de Japón concentrada en sus alrededores, también ayudó a su desarrollo, que se consolidó definitivamente con la apertura al comercio exterior en 1899. En 2003 Shimizu fue integrado en el municipio de Shizuoka. Actualmente, es un puerto de tamaño medio, relativamente popular como escala de los cruceros que recorren Japón.
Llegamos a Shimizu sobre las seis de la mañana. A pesar de lo temprano de la hora, hacía tiempo que había amanecido. El calor aun no era sofocante, pero comenzaba a apuntar maneras. Quizá el rasgo más característico del puerto sea su espléndida vista del monte Fuji, cuya cima se encuentra a tan solo 44 kilómetros de los muelles de Shimizu. Pero tuvimos la mala fortuna de llegar durante un día en el que la bruma ocultaba completamente la imponente silueta del volcán. Privado de su principal encanto, el puerto no me pareció especialmente interesante. Una tónica que se repetiría escala tras escala a lo largo de todo el crucero por Japón. Imagino que la combinación de los devastadores bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y la precaución ante los tsunamis hacen que las ciudades japonesas carezcan de fachadas marítimas atractivas.
Nuestro plan A para la escala era visitar la meseta de Nihondaira, famosa por sus vistas sobre el Fujiyama, y desde allí descender a Kunozan Toshogu, el santuario dedicado a Tokugawa Ieyasu y el lugar donde descansaron los restos del fundador del shogunato Tokugawa antes de su traslado a Nikko. Pero la bruma sobre el Fuji y las dificultades para llegar a Nihondaira nos hicieron cambiar al plan B, visitando la vecina Shizuoka. Un servicio de autobús gratuito, cortesía del puerto, nos dejó frente a la estación de Shin-Shimizu. Desde allí, recorrimos de extremo a extremo la linea Shizuoka–Shimizu, que nos dejó en el centro de la ciudad, a 1.500 metros de nuestro primer destino.
El Santuario Shizuoka Sengen.
Shizuoka Sengen Jinja, popularmente conocido como Osengen-sama, es en realidad un conjunto de tres santuarios situado a los pies del monte Shizuhata. Aunque tuvieron orígenes independientes, Kanbe Jinja, Sengen Jinja y Ōtoshimioya Jinja forman actualmente una única congregación sintoísta.
De camino entre las dos visitas principales del día, hicimos una breve parada en un edificio que, según me pareció entender, era el cuartel general de la policía municipal de Shizuoka. Un lugar extraño para alojar un mirador panorámico. En cualquier caso, era otra oportunidad de disfrutar de una vista del monte Fuji, que nuevamente se vio frustrada por las nubes bajas que se amontonaban hacia el norte, entre las montañas que rodean el volcán. Nos tuvimos que conformar con contemplar, desde la planta 21, los escasos restos del castillo de Sunpu.
El castillo de Sunpu.
El castillo de Sunpu ocupa unas cuarenta hectáreas en el centro de Shizuoka. Aunque sería más correcto decir que las ocupaba. De sus tres antiguos fosos defensivos, solo se conserva completo el intermedio. El recinto exterior ha sido absorbido por la ciudad, aunque ha perdurado la mayor parte del foso que lo protegía. Peor suerte ha corrido el foso interior, al igual que buena parte de los edificios del castillo.
Tras visitar el castillo, apenas nos quedaban opciones en Shizuoka. Aunque la ciudad hunde sus raíces en el siglo VIII, sufrió diez bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. El más intenso se produjo el 19 de Junio de 1945, cuando 137 aviones descargaron un total de 13.211 bombas incendiarias sobre los barrios centrales, destruyendo completamente dos tercios de la ciudad. Hoy en día Shizuoka es una ciudad prácticamente nueva, en la que apenas quedan restos del pasado. Una de las pocas excepciones son las ruinas de Toro, un yacimiento arqueológico que parecía interesante, pero estaba demasiado alejado para el poco tiempo que nos quedaba. Decidimos comenzar el camino de regreso al puerto.
De nuevo subimos al ferrocarril, pero en esta ocasión buscamos un asiento justo detrás del conductor. Pasamos todo el trayecto entretenidos con la incesante actividad del maquinista que, entre estación y estación, realizaba un extraño ritual cuyo sentido no fuimos capaces de entender.
Zarpamos unos minutos antes de las 15:30, en medio de un agobiante bochorno. El intenso calor había generado tal cantidad de bruma que apenas éramos capaces de ver las nubes que ocultaban el monte Fuji. Al final, nos fuimos de Shimizu sin poder ver el volcán más famoso de Japón.
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Para ampliar la información:
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-extremo-oriente/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por Extremo Oriente.
La web Japan Travel tiene una breve entrada sobre Shimizu (https://www.japan.travel/es/spot/1301/) y otra más extensa sobre Shizuoka (https://www.japan.travel/es/destinations/tokai/shizuoka/shizuoka-and-around/).
En Waves & Wind describen brevemente la excursión que nosotros no hicimos: https://www.wavesandwind.com/shimizu-a-los-pies-de-mount-fuji/.
En inglés, la web del puerto está en https://www.portofshimizu-intl.com.
También hay una entrada sobre Shimizu en Cruise Port Guide of Japan: https://www.mlit.go.jp/kankocho/cruise/detail/025/index.html.
En https://shizuoka-guide.com/english/places-to-go/index.html tienen una guía muy completa de la ciudad de Shizuoka.
Aunque sea una agencia de excursiones organizadas, se pueden sacar bastantes ideas de la web de Shizuoka Tour: https://www.shizuoka-tour.com/the-tourists-attractions/.
Por último, Wikitravel tiene un artículo sobre Shizuoka en https://wikitravel.org/en/Shizuoka.