En el año 81 de nuestra era accedía a la máxima dignidad de un Imperio Romano en todo su esplendor aquel que sería el tercer y último emperador de la dinastía Flavia. Tito Flavio Domiciano, al que las fuentes clásicas describen como un tirano cruel y paranoico, también se distinguiría por sus persecuciones a los fieles del naciente cristianismo. Aunque, en la actualidad, esta visión de Domiciano cada vez es más discutida, sigue siendo mayoritaria la creencia de que, fruto de estas persecuciones, un tal Juan acabaría siendo desterrado a la entonces remota isla de Patmos. Allí, durante su exilio, escribiría el último y más complejo de todos los libros que componen el Nuevo Testamento.

Placa en la entrada de la gruta

Inscripción en la entrada de la gruta.

Hay quien afirma que el Juan de Patmos sería San Juan. Aunque cada vez parece más dudoso. Entre otras cosas, porque ni siquiera sabemos quién fue San Juan. Para algunos, Juan el Apóstol y Juan el Evangelista serían la misma persona. A este último se le atribuye un Testamento, el Libro del Apocalipsis y tres Epístolas. Aunque no todos los estudiosos están de acuerdo. La polémica es tan antigua que, ya en el 633, el IV concilio de Toledo intentó zanjarla, declarando que el Apocalipsis era obra de Juan el Evangelista, debiendo ser considerado obra divina. Quienes lo negasen, serían castigados con la excomunión. En realidad, tan solo podemos estar seguros de que el libro fue escrito por alguien llamado Juan. Sobre todo, por sus propias palabras: «Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús«.

Juan, dictando el Apocalipsis a Prócoro

Juan, dictando el Apocalipsis a Prócoro.

Según la tradición cristiana, Juan habría tenido varias visiones, relacionadas con el fin del mundo, el regreso de Cristo y el advenimiento de una Nueva Jerusalén. En la cueva, una voz divina le habría instruido para poner sus revelaciones por escrito, dictándoselas a Prócoro, un fiel discípulo con el que compartía destierro. Nació así un libro, también conocido como Revelación de Jesucristo, lleno de simbolismos y posibles lecturas, con el que se cerraría el Nuevo Testamento y, por tanto, la Biblia cristiana. Sería oficialmente aceptado como parte de la Revelación en el Decretum Gelasianum, promulgado por el papa Dámaso I el año 382. Aunque la controversia sobre dicha inclusión seguiría durante siglos. En oriente, aún en el siglo IX sería uno de los libros calificados como dudosos en la Esticometría de Nicéforo de Constantinopla. Y Martín Lutero afirmó que las visiones que contiene no son «ni apostólicas ni proféticas».

San Cristódulo, fundador de San Jaun el Teólogo

San Cristódulo, fundador de San Jaun el Teólogo.

Polémicas aparte, la tradición local afirma que Juan de Patmos recibió su revelación en una cueva, situada en la falda septentrional de la montaña sobre la que actualmente se levanta el impresionante monasterio de San Juan el Teólogo. Puede que la gruta se convirtiera en un lugar de peregrinación con la legalización del cristianismo en el siglo IV. Aunque la isla quedaría despoblada tras las incursiones árabes entre los siglos VII y IX. La población comenzaría a regresar con la fundación del monasterio en el 1088. A partir de ese momento, tanto el monasterio como la gruta aparecían con frecuencia en los itinerarios medievales que describían la peregrinación a Tierra Santa, consolidando su prestigio. En 1999, la UNESCO los incluiría en el listado del Patrimonio Mundial. En la actualidad, quizá reciba más turistas que peregrinos.

Puerta de la gruta del Apocalipsis

Puerta de la gruta del Apocalipsis.

Llegamos a sus puertas cerca de las once de una mañana que comenzaba a ser tórrida. En realidad, no teníamos mucha idea de qué nos íbamos a encontrar. Actualmente, la cueva está completamente encapsulada por un conjunto de edificaciones blancas, típicamente griegas. En su interior, encontraremos un pequeño museo, con varios iconos y cuadros con motivos religiosos. Todo ello muy mal etiquetado y sin muchas explicaciones que ayuden a ponerlo en contexto.

Llegando a la gruta

Llegando a la gruta.

Seguimos adentrándonos en el edificio, hasta llegar a la gruta propiamente dicha, que en realidad es una cavidad en la roca de la ladera. Para protegerla, se construyó un pequeño templo, con la roca de la gruta formando su pared suroriental, mientras la iluminación llega desde el lado noreste, que da a la ensenada de Skala. La decoración del lugar era todo lo recargada que se puede esperar de una pequeña iglesia ortodoxa, aunque la piedra desnuda ayudaba a relajar la vista. Allí se acababa la posibilidad de hacer fotografías.

En el interior de la gruta

En el interior de la gruta.

En cualquier caso, nuestra estancia en la gruta fue extraordinariamente breve. Acertamos a llegar en plena ceremonia religiosa. Oficiada por un pope con bastante mal genio. Según entrábamos en la gruta, estaba amonestando a uno de los escasos fieles que participaban en el oficio. Por supuesto, no pudimos entender sus palabras, pero el tono y los ademanes del sacerdote, y la actitud sumisa del fiel, lo decían todo. El lugar más sagrado de la cueva, aquel donde Juan había recibido su revelación, estaba en una esquina, más allá del pobre hombre que se había llevado la reprimenda. Ni nos atrevimos a acercarnos.

En el exterior de la gruta

En el exterior de la gruta.

Aquel fue el final de nuestra visita a la gruta. Un lugar que, siendo sincero, nos decepcionó. Tampoco es que tuviéramos muy claro qué íbamos a encontrar en su interior, pero al menos esperábamos que nos trasmitiera cierta fuerza espiritual. Aunque tan solo fuera una mínima fracción de aquella que inspiró a Juan. Quizá la culpa fue de nuestro reciente recorrido por la pequeña ciudad de Chorá y su espléndido monasterio, que nos había deslumbrado apenas unos minutos antes. El caso es que salimos de la cueva más preocupados de la forma en que podríamos regresar a Skala, que de hipotéticos fines del mundo.

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Para ampliar la información.

En La Brújula Verde hay una entrada sobre la gruta: https://www.labrujulaverde.com/2017/01/la-gruta-del-apocalipsis-de-san-juan-en-patmos.

Si alguien siente curiosidad por el libro del Apocalipsis, puede leer su texto íntegro en https://www.conferenciaepiscopal.es/biblia/apocalipsis/.

La Wikipedia tiene una buena entrada sobre el libro y sus polémicas: https://es.wikipedia.org/wiki/Apocalipsis.

Y otra sobre la autoría de los escritos atribuidos a Juan: https://es.wikipedia.org/wiki/Autor%C3%ADa_de_los_escritos_jo%C3%A1nicos.

En Foundations podemos encontrar un artículo sobre su posible significado: https://foundations.vision.org/es/apocalipsis-hoy-manana-o-nunca-23.