La única pega era el barco. El Norwegian Epic quizá sea el barco de cruceros mas feo del mundo. Pero, como leí en un foro americano buscando información, lo bueno que tiene viajar en el Epic es que, cuando llega a un puerto, sus cubiertas son el único sitio desde el que no se ve su horrible silueta. Así que no lo pensamos mas y decidimos probar suerte.
Aunque a estas alturas ya no es un mega barco, en la fecha de su construcción, en 2010, era el cuarto crucero con mas capacidad del mundo. Con 329 metros de eslora, 19 cubiertas y una capacidad máxima de 4.100 pasajeros, es el barco mas grande en el que hemos viajado.
Lo peor del Epic era su configuración externa. El barco estaba muy cerrado al exterior, como si el mar fuese un inconveniente que, por desgracia, no se podía obviar. Por ejemplo, en la cubierta superior, en popa, había un teatro con una enorme pantalla multimedia. La pantalla estaba justo en el extremo posterior del barco, con lo que impedía totalmente contemplar el mar desde ese lugar. Una de las mejores ubicaciones para disfrutar del aire libre en un crucero totalmente arruinada. Por supuesto, tampoco había ninguna cubierta accesible en la proa del barco. Por último, la vista desde la «promenade», en la cubierta siete, estaba casi en su totalidad obstruida por las lanchas de emergencia. La única excepción era un pequeño espacio, aproximadamente en el través, de unos seis metros de longitud.
Y, sin embargo, el barco tenía sus puntos positivos. El primero era su propio tamaño. Al ir en una pequeña ciudad flotante, había innumerables opciones para todo. Por ejemplo, los restaurantes. Si en MSC habíamos acabado un poco aburridos por la monotonía de la oferta, aquí fue todo lo contrario. A los seis restaurantes incluidos en el precio del crucero, había que añadir otros siete con suplemento. En doce días, acabamos visitando cinco de los gratuitos y uno de los de pago.
Nos pareció muy interesante el sistema de turno abierto en los restaurantes, sobre todo en contraposición a nuestro primer crucero con MSC. Dentro del horario de apertura, podías ir a comer o cenar a la hora que quisieras. Teniendo en cuenta que uno de los restaurantes, el O’Sheehan’s, estaba abierto las 24 horas del día, esto significaba que podías comer en cualquier momento. La única pega era que, en determinadas ocasiones, podías encontrarte con que no había mesa libre. En este caso, te daban una especie de buscapersonas que funcionaba en todo el barco. Podías ir a dar una vuelta y volver cuando recibías el aviso de que tu mesa estaba lista.
Además, si sabías buscar, el barco tenía sus lugares interesantes. Uno de ellos, era la escalera que subía por la aleta de babor. Subiendo hasta la cubierta 14, a la que no se podía acceder mas que ascendiendo por la misma escalera desde niveles inferiores, había una pequeña terraza con una bonita vista a popa. El lugar no era muy grande, pero normalmente estaba vacío, por lo que podías disfrutar de la vista a tus anchas. Alguien había dejado allí una silla y, de vez en cuando, aparecía algún miembro de la tripulación a fumarse un cigarro a escondidas.
Por supuesto, la cubierta 16 tenía unas largas barandillas en ambos costados, desde la que se podía disfrutar del mar. Normalmente, solían estar muy poco concurridas. La única excepción fue el día en que estuvimos navegando en torno a Stromboli. Me imagino que, en un crucero en temporada mas cálida, la cubierta estará llena de tumbonas, por lo que perderá su encanto.
Otro espacio interesante, en la cubierta 13, era una especie de «sala de diplomas» en la que había placas conmemorativas de distintos puertos visitados por el Epic. Además, un par de monitores mostraban información de la navegación en tiempo real. Pero lo mejor de la sala era el ventanal de cristal que permitía ver el puente de mando del buque. Para llegar a la sala, había que acceder a la cubierta 13 por el bloque de ascensores cercano a proa. En el pasillo de estribor, un pequeño cartel indicaba la dirección hacia la «Bridge Viewing Room».
Por último, era muy agradable desayunar en La Cucina. El restaurante italiano, normalmente de pago, está situado justo bajo el buffet. Por las mañanas lo abrían, imagino que con la intención de descongestionar la sala de la cubierta 15. Durante el desayuno, el acceso se hacía desde el Garden Café, por una escalera doble situada en la crujía, junto al extremo mas cercano a proa. Además de estar bastante mejor decorado que el buffet, era sobre todo mucho mas tranquilo. Normalmente era sencillo encontrar una mesa junto a la cristalera que daba a la proa del barco. Un lugar perfecto para desayunar tranquilamente disfrutando de la vista durante los días en alta mar.
A pesar de la cantidad de pasajeros, no tuvimos en ningún momento sensación de masificación. Los momentos de subida y bajada del barco, que tienden a ser un tanto caóticos, estaban mucho mejor organizados que en MSC. No vimos las enormes colas de nuestro anterior crucero a Noruega. Para las actividades a bordo, había un sistema de reservas que se manejaba directamente desde el móvil, con una aplicación de NCL. La misma aplicación te permitía acceder a tu estado de cuenta y diversa información del barco.
Íbamos en la habitación 12081, un camarote estándar con terraza, en el costado de estribor. Aunque pequeño, como por otra parte suele ser habitual en un crucero, el espacio estaba muy bien aprovechado. Había puertas y cajones hasta en el último recoveco, por lo que pudimos colocar todo el equipaje sin ningún problema. Lo que menos me gustó del camarote fue la disposición del baño. En lugar de ser una pequeña habitación aparte, estaba partido en dos mitades. Un primer espacio, situado a la derecha según se entraba al camarote, contenía el inodoro y la ducha. Una puerta traslúcida era lo único que cerraba este compartimento. Mas extraño aún era el lavabo, que estaba en el lado opuesto, en una repisa sin ninguna separación con el resto del camarote. Aunque hay que reconocer que la configuración ayudaba a dar sensación de amplitud, era indudablemente chocante.
En general, a pesar de la continua sensación de ir en un parque temático flotante, nuestra estancia en el Epic fue agradable. Hay que tener en cuenta que era Invierno y tanto la climatología como las largas noches no invitaban a hacer vida al aire libre. No creo que hubiese pensado lo mismo de hacer el viaje en otra época del año. Pero, si tenemos en cuenta el precio que conseguimos, al ser temporada baja, y lo bien que lo pasamos, desde luego hicimos un viaje interesante. Aunque fue un crucero bastante distinto a los demás que hemos hecho, tengo que reconocer que, cuando nos bajamos del barco por última vez en Barcelona, lo hicimos con pena.
Página del Norwegian Epic en la web de NCL: https://www.ncl.com/es/es/cruise-ship/epic.
Entrada de la Wikipedia sobre el barco: https://es.wikipedia.org/wiki/Norwegian_Epic.
Trackbacks/Pingbacks