A esas alturas del viaje llevábamos dos paseos en barco por el Bósforo. Una larga excursión en ferry, a plena luz del día, y otro recorrido, más corto, en una de las embarcaciones turísticas que realizan itinerarios nocturnos. Además, al día siguiente zarparíamos de Estambul poco antes del comienzo del atardecer, rumbo a los Dardanelos y Atenas. Por tanto, realizar una nueva excursión por las aguas del estrecho no entraba en nuestros planes.

Atracando en Eminönü

Atracando en Eminönü.

Aunque tampoco pensábamos terminar tan tarde el recorrido por el Museo Arqueológico de Estambul, al que siguió una breve visita a la cisterna del parque Gülhane y un refresco en una terraza junto a la estación de ferrocarril de Sirkeci. Acabamos pasando junto a los muelles de Eminönü aproximadamente media hora antes  del comienzo del atardecer. Como si viviéramos una escena de El día de la marmota, allí estaba el mismo barco que habíamos tomado la noche anterior, con la megafonía a todo volumen. «¡¡¡Bosphorus tour!!!, ¡¡¡Bosphorus tour!!!». Y allí estaba la misma persona, con un fajo de billetes en la mano, cobrando las 150 ₺ (unos 4 €) del pasaje. «¿Cuándo salen?», volví a preguntarle. «En 5 minutos». Hice un cálculo mental rápido. Si la noche anterior, «ahora» acabó significando 10 minutos, los 5 minutos podían convertirse tranquilamente en 20 ó 30. Intercambié una mirada de complicidad con Olga. No teníamos ninguna prisa, la tarde comenzaba a refrescar y el atardecer prometía ser hermoso. Decidido: Bosphorus tour.

Muelles de Eminönü

Muelles de Eminönü.

Mis cálculos acabaron fallando. Los 5 minutos se convirtieron en 40. En cualquier caso, estábamos tranquilamente sentados, disfrutando de una brisa cada vez más refrescante y entretenidos con el animado trajín de los muelles de Eminönü. Además, cuanto más tarde saliéramos, más hermoso sería el recorrido. El único problema era la insistente megafonía: «¡¡¡Bosphorus tour!!!, ¡¡¡Bosphorus tour!!!», seguido de una retahíla en turco y un inglés macarrónico. Que si el precioso itinerario, que si la experta tripulación, que si la confortable embarcación . . . Lo más chirriante era cuando repetían «our guests are fully insured». ¿A qué venía aquello? ¿Cómo era la frase en latín? «Excusatio non petita . . .»

Atardecer frente al Cuerno de Oro

Atardecer frente al Cuerno de Oro.

Finalmente, un par de minutos antes de las ocho de la tarde, la megafonía enmudeció, para ser sustituida por el ronroneo del motor de la embarcación. Hacia el oeste, un cielo teñido de tonos cada vez más amarillentos parecía empeñado en hacer honor al nombre del Cuerno de Oro, mientras el sol comenzaba a acariciar la parte superior del puente de Gálata.

Navegando junto al Norwegian Getaway

Navegando junto al Norwegian Getaway.

En unos minutos, estábamos frente a la flamante terminal de cruceros de Galataport. Inaugurada en 2021, se extiende a lo largo de 1.200 metros de la fachada marítima de Karaköy. La terminal se encuentra en el subsuelo, mientras la superficie está ocupada por comercios, hostelería y el Museo de Arte Moderno de Estambul. El muelle está separado del resto del complejo por una barrera abatible, que solo se levanta cuando hay algún barco atracado. Aquella tarde, había dos: el Oceania Riviera y el Norwegian Getaway.

Volando frente a Galataport

Volando frente a Galataport.

En cualquier caso, estábamos más pendientes de nuestra particular escolta de gaviotas que de los barcos de Galataport, que además bloqueaban toda la vista hacia el oeste. Unos cuantos pasajeros se dedicaban a arrojar comida al aire, que las aves cazaban al vuelo. Viendo el número de gaviotas que nos seguía, desde el mismo instante en que habíamos zarpado de Eminönü, aquello debía ser algo bastante habitual. Aunque en nuestra anterior travesía no lo habíamos apreciado. Quizá por haberla realizado con mucha menos luz, o por ir prácticamente en la proa de la embarcación.

Llegando a la mezquita de Dolmabahçe

Llegando a la mezquita de Dolmabahçe.

Los cruceros quedaron atrás y nuestra atención regresó al auténtico motivo del paseo en barco: disfrutar del Bósforo al atardecer. Al estar realizando el recorrido por tercera vez, iba bastante más relajado. Ahora anticipaba los encuadres que me interesaban, sin necesitar hacer varias fotos «por si acaso». Comenzando por una toma según llegábamos a la mezquita de Dolmabahçe, con el hotel Ritz-Carlton dando una nota de contraste a un lado y la Torre del Reloj al otro. Tanto la mezquita como la torre fueron construidas como complemento al Palacio de Dolmabahçe. La primera entre 1853 y 1855, mientras la última comenzó a levantarse en 1890, estando finalizada para 1895.

Dolmabahçe al atardecer

Dolmabahçe al atardecer.

Después, llegamos frente al palacio propiamente dicho. Dolmabahçe se levantó entre 1842 y 1853, por deseo expreso de Abdülmecid I. Substituiría al vetusto Topkapı, edificado a mediados del siglo XV, como centro del poder imperial. Aunque también contribuiría al declive definitivo de éste, pues las finanzas otomanas no eran capaces de soportar el ingente estipendio de un nuevo palacio, construido sin escatimar en gastos. Casualmente, la designación del Imperio Otomano como «el enfermo de Europa», parece tener su origen en una frase pronunciada por el zar Nicolás I de Rusia, precisamente en 1853.

Çırağan Sarayı

Çırağan Sarayı.

Pero los sultanes otomanos parecían inasequibles al desaliento. O simplemente vivían en una realidad paralela. No se me ocurre otra forma de entender que, con su imperio al borde de la bancarrota y un espléndido palacio recién inaugurado, Abdülaziz I ordenara construir una nueva residencia imperial en Çırağan Sarayı. Su decoración interior se terminaría en 1872. Tres años más tarde, el Imperio Otomano suspendía los pagos de su deuda externa. En 1881 perdería parte de su soberanía, al crearse la Administración de la Deuda Pública Otomana. Prácticamente un estado aparte, controlado por las potencias extranjeras. Aun siendo cierto que los problemas del fisco otomano comenzaron con los créditos obtenidos para financiar la guerra de Crimea, no deja de ser llamativo el continuo derroche en edificios de gran belleza, pero completamente innecesarios.

Büyük Mecidiye Cami

Büyük Mecidiye Cami.

Como Büyük Mecidiye Cami. Una espléndida mezquita, levantada por orden de Abdülmecid I. También conocida como mezquita de Ortaköy, por el barrio en el que se ubica, fue construida bajo la dirección de Garabet y Nikoğos Balyan. Un padre y un hijo, de origen armenio, que también realizaron tanto el palacio de Dolmabahçe como la mezquita homónima. Su peculiar estilo ecléctico aúna elementos del neoclasicismo europeo con otros del peculiar neobarroco otomano. No está clara la fecha exacta de su construcción, aunque sabemos que debió finalizarse entre 1854 y 1856.

Naime Sultan Yalısı

Naime Sultan Yalısı.

El atardecer avanzaba, mientras la ciudad comenzaba a encender sus luces. A unos metros de la mezquita, pasamos frente a Naime Sultan Yalısı, seguido de Hatice Sultan Yalısı. Dos espléndidos yalıs, o residencias de costa otomanas. Naime Sultan fue construido en la segunda mitad del siglo XIX, aunque quedó completamente arrasado por un incendio en 2002. En cambio, Hatice Sultan parece remontar sus orígenes a la era de la conquista otomana de Estambul. Posteriormente sería renovada aproximadamente una vez cada cien años. En la actualidad, ambos forman parte de un complejo turístico y deben su espléndido aspecto a reformas realizadas a principios del presente siglo.

Bajo el primer puente del Bósforo

Bajo el primer puente del Bósforo.

Pasamos bajo el primer puente del Bósforo, finalizado en 1973 y rebautizado en 2016 como puente de los Mártires del 15 de Julio. En la distancia, bajo la menguante luz del atardecer, podíamos divisar el segundo puente, inaugurado en 1988 y bautizado como puente de Fatih Sultan Mehmet, en honor al conquistador de la antigua Constantinopla. Habíamos alcanzado el punto más septentrional de nuestro breve periplo por el Bósforo. Ahora tocaba atravesar el estrecho y regresar a la moderna Estambul costeando por su orilla asiática.

A popa del Sentosa 66

A popa del Sentosa 66.

En nuestro anterior recorrido por el Bósforo, el barco había enfilado directamente hacia Beylerbeyi Camii, dejando a un lado la mole de la academia miliar de Kuleli. En principio, parecía que tomábamos el mismo rumbo. No tardamos en rectificarlo. Por el centro del estrecho se acercaba el Sentosa 66. Un enorme «bulk carrier», con bandera panameña, que se dirigía al mar Negro. Para poderlo esquivar describimos un arco hacia estribor, que acabó llevándonos bastante más al sur. Mientras tanto, como si quisiera compensarnos, un delfín nos regaló unas cuantas cabriolas, jugando con la proa del carguero.

Beylerbeyi

Beylerbeyi.

Llegamos a la orilla asiática prácticamente frente a Beylerbeyi. Otro fastuoso edificio, construido en plena decadencia imperial otomana. En este caso entre 1861 y 1865, para servir como palacio de verano a Abdülaziz I. Aunque también se utilizó como residencia durante las visitas de diversos dignatarios extranjeros, que pasaron por Estambul a caballo de los siglos XIX y XX. Como nuestra Eugenia de Montijo, siendo emperatriz de Francia, el rey persa Nasereddín Sah Kayar, Eduardo VIII de Inglaterra o el emperador Francisco José I de Austria.

Llegando a Kız Kulesi

Llegando a Kız Kulesi.

Tras navegar nuevamente bajo el puente y dejar a nuestro costado de babor los ahora tranquilos muelles de Üsküdar, finalmente llegamos al final de nuestro recorrido por la orilla asiática, cerca de Kız Kulesi. El lugar conocido popularmente como «la Torre de la Doncella». Aunque quizá hubo alguna estructura anterior, la torre parece tener su origen en 1110, cuando Alejo I Comneno hizo construir un torreón de madera, rodeado por una muralla de piedra. Otro muro unía el islote con la orilla asiática, mientras una cadena, que llegaba hasta la orilla europea, habría permitido bloquear la navegación el Bósforo. Tras sucesivas reformas y restauraciones a lo largo de los siglos, en la actualidad aloja un restaurante y una cafetería.

Frente al parque İçi Yolu

Frente al parque İçi Yolu.

A continuación cruzamos por última vez el estrecho, rumbo a su orilla europea. El atardecer se convertía en ocaso, mientras las luces de Estambul, ahora completamente encendidas, se recortaban contra un cielo cada vez más apagado. A babor, el espléndido Topkapı Sarayı, aquel palacio que había sido desdeñado por Abdülmecid I y en la actualidad es uno de los principales reclamos de Estambul, apenas lograba descollar sobre la densa arboleda del parque İçi Yolu.

Regresando a Eminönü

Regresando a Eminönü.

Una hora después de haber zarpado de sus muelles, regresábamos a Eminönü coincidiendo con los últimos estertores del día. En primer plano, Yeni Camii o la mezquita Nueva, cuyos orígenes están en 1597. Aunque aquel edificio sería destruido por el gran incendio de 1660. Un auténtico desastre para la ciudad, que según las fuentes contemporáneas devoró 40.000 vidas y 280.000 hogares. La actual mezquita fue levantada entre 1663 y 1665. Mientras tanto hacia occidente, en la cima de una de las siete colinas de la vieja Constantinopla, la espléndida Süleymaniye Camii se erguía sobre el horizonte. Las mezquitas iluminadas, la luz, cada vez más sutil, y el bullicio de una de las ciudades más fascinantes del planeta, se combinaron para crear un momento inolvidable. El epílogo perfecto para nuestro tercer recorrido por el Bósforo.

Para ampliar la información.

Nuestro primer paseo por el Bósforo, el más largo de todos. está en https://depuertoenpuerto.com/un-paseo-en-barco-por-el-bosforo/.

El segundo, durante la noche, en https://depuertoenpuerto.com/mini-crucero-nocturno-por-el-bosforo/.

El blog Viajeros Callejeros tiene una buena entrada con información práctica de cruceros por el estrrecho: https://www.viajeroscallejeros.com/mejor-crucero-bosforo-estambul/.

En inglés, se puede encontrar información sobre tours por el Bósforo en Turkey Travel Planner: https://turkeytravelplanner.com/go/Istanbul/Sights/Bosphorus/BosphorusCruise.html.

La web oficial de la Torre de la Doncella está en https://kizkulesi.gov.tr/en.​