Actualmente presenta el aspecto de un jardín arqueológico, un poco al gusto romántico, en el que los restos dispersos se mezclan con la vegetación mediterránea. Situada a los pies de la Acrópolis, tiene varios accesos, por lo que se puede entrar por la puerta en la calle Theorias, en la parte alta, y salir por la puerta que da al barrio de Monastiraki, en la parte baja. Fue el recorrido que hicimos nosotros.
El edificio mas sugestivo de la zona, que nos había llamado la atención desde que lo vimos desde lo alto de la Acrópolis, es el Hefestión. Construido durante el siglo V antes de Cristo, se le considera uno de los templos mejor conservados de la época clásica. Quizá debido a que, a partir del siglo VII, se utilizó como iglesia, salvándose del tradicional abandono y consecuente expolio que han sufrido otros templos. En 1834 se convirtió en un museo, que ocupó su interior durante cien años. En 1934 comenzaron los trabajos arqueológicos en su interior. No se ha encontrado ninguna huella de las estatuas de bronce que supuestamente albergaba, representando a Atenea y Hefesto.
El otro gran edificio que se puede ver en el Ágora es la Estoa de Átalo. El edificio original, de la época helenística, era un centro comercial con 21 locales, propiedad del estado ateniense. Fue destruido en el 267 por los hérulos. Entre 1953 y 1956 la familia Rockefeller financió su reconstrucción, que se llevó a cabo con la mayor fidelidad posible. El nuevo edificio alberga el Museo del Ágora de Atenas, en el que se exponen principalmente objetos relacionados con la democracia ateniense. Se pueden ver las piezas de bronce que se utilizaban en determinadas votaciones, las de cerámica con las que se votaba en los procesos de ostracismo, o los utensilios usados para sortear los puestos en los jurados. Una visita muy interesante.
Entre ambos edificios, se encuentra el Pórtico de los Gigantes. Son los únicos restos del Odeón de Agripa, la sala de conciertos que éste regalo a Atenas a finales del siglo I antes de Cristo. Inicialmente tenía capacidad para mil espectadores. Tras un hundimiento parcial a mediados del siglo II, lo que quedaba del edificio fue destruido por los mismos hérulos que acabaron con la Estoa de Átalo. Fue uno de los primeros elementos que salieron a la luz en las excavaciones del siglo XIX.
Entre la masificación de la Acrópolis y el bullicio de Monastiraki, la hora larga que empleamos paseando por el Ágora fue un paréntesis perfecto. Además de su indudable interés arqueológico, nos sirvió para poder disfrutar de un rato tranquilo, en el que pudimos contemplar los monumentos, hacer fotografías, o simplemente sentarnos en un banco a disfrutar del entorno. Una visita muy recomendable.
Muy recomendable también la entrada del blog Escribe Cuando Llegues: http://escribecuandollegues.com/agora-griega/.
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