Tras desembarcar en el pequeño puerto de Amoudi, subimos hasta Oia en autobús. Sedientos y empapados por la accidentada travesía en barco, lo primero que hicimos fue buscar un lugar en el que reponer fuerzas y secarnos. Lo encontramos en Lotza, un café y restaurante con una terraza desde la que pudimos disfrutar de unas vistas impresionantes.
Secos y de nuevo con fuerzas, comenzamos a explorar el laberinto de callejones peatonales, buscando las cúpulas azules y los campanarios que han hecho Oia famosa. Pasamos parte de la mañana bajando y volviendo a subir las escalinatas de sus empinadas calles. Mas de una vez tuve la sensación de estar atrapado en una reproducción a tamaño real de algún grabado de Escher.
A continuación, nos encaminamos al Castillo de San Nicolás, en el extremo suroeste de la localidad. Aunque se le conoce como el Castillo Bizantino, sus orígenes parecen estar relacionados con los D’ Argentas, una familia de origen latino que se estableció en Santorini en el siglo XIII y retuvo el castillo hasta la conquista otomana en 1579. Desde el terremoto de 1956, San Nicolás es poco mas que un montón de ruinas inestables. A la entrada, hay un cartel prohibiendo el paso por peligro de desprendimientos, que todo el mundo ignora alegremente. Quizá sea un resto olvidado del rodaje de Tomb Raider: La cuna de la vida, película (bastante mala, por cierto) que comienza con una secuencia rodada en el castillo.
Las ruinas del castillo no son gran cosa, pero las vistas compensan con creces el esfuerzo. Además del extremo noroccidental de Santorini, hay una preciosa vista de Thirasia y las demás islas que componen la caldera volcánica. Fue una pena que, quizá por el intenso calor, el cielo estuviera casi completamente cubierto con unas nubes que, aunque livianas, nos privaron del intenso cielo azul del que pudimos disfrutar durante casi todo el viaje.
Tras visitar el castillo, dimos una vuelta por las callejuelas hacia el noroeste de Oia. Aunque no tenían la espectacularidad de las del sur, no les faltaba atractivo: las inevitables casas encaladas, los molinos, el castillo de San Nicolas y la costa de la cercana isla de Thirasia se conjugaban para crear un entorno de indudable belleza.
Antes de abandonar Oia, no pudimos evitar acercarnos de nuevo a los acantilados de su costa meridional. Asomados al pretil de un callejón sin nombre, pasamos un buen rato disfrutando tranquilamente de una vista casi mágica.
Información que se puede complementar con la de la página Visitar Santorini: https://www.santorini.es/monumentos/oia/.
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-mediterraneo-oriental/ encontrarás el itinerario completo de nuestro viaje por el Mediterráneo Oriental.
En inglés, la página oficial de turismo de la Santorini tiene una sección dedicada a Oia: http://www.santorini.gr/index.php?option=com_content&view=article&id=60&Itemid=60&lang=en.
También es interesante la entrada de Matt Barrett´s Travel Guides: https://www.greektravel.com/greekislands/santorini/oia/index.htm.
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