En ocasiones, las obligaciones laborales te brindan oportunidades inesperadas. Hace casi diez años, realicé el viaje de trabajo más lejano que jamás he hecho, para poder asistir al Asia Amusement & Attractions Expo (AAAE), que en aquella ocasión se celebraba en la ciudad china. Tan solo tenía que trabajar durante tres mañanas. Parecía buena idea que Olga viniera conmigo, ya que podríamos pasar las tardes explorando la ciudad. Al final, conseguimos organizar un viaje de diez días, vía Dubai, de los cuales estuvimos seis jornadas completas en Hong Kong. El resto, lo empleamos en los vuelos de ida y vuelta y en una larga escala de dos días en los emiratos.

Sobre el río de las Perlas

Sobre el río de las Perlas.

Llegamos a Hong Kong poco después del amanecer. Según nos aproximábamos al aeropuerto de Chek Lap Kok, sobrevolamos la enorme desembocadura del río de las Perlas, salpicada de pequeñas islas. En aquel momento, estaban construyendo el puente destinado a unir Hong Kong con Zhuhai y Macao. Un enorme proyecto de ingeniería, con una longitud total de 55 kilómetros. El nivel de actividad era asombroso. Desde el aire, parecía que una legión de hormigas se afanaba en terminar la obra a la mayor brevedad posible. Fue la primera señal de que estábamos llegando a otro mundo.

Desde el Renaissance Hong Kong Harbour View Hotel

Desde el Renaissance Hong Kong Harbour View Hotel.

Para alojarnos, habíamos elegido el Renaissance Hong Kong Harbour View Hotel. Principalmente por encontrarse a un paso del centro de exposiciones y congresos de Hong Kong, donde se celebraba la AAAE. También estaba relativamente céntrico y bien comunicado. Aunque lo mejor fueron las espléndidas vistas que teníamos en nuestra habitación. Desde la ventana, podíamos ver toda la parte oriental de Victoria Harbour, extendiéndose entre la isla de Hong Kong y la península de Kowloon. Otro espacio que era un hervidero de actividad.

Atardecer hacia el sur de Hong Kong

Atardecer hacia el sur de Hong Kong.

Hong Kong es un lugar extraño. Quizá sea la ciudad menos china de China. Una mezcla entre Oriente y Occidente, fruto de una peculiar historia que comienza con la Primera Guerra del Opio. Puede que la más injusta entre las innumerables guerras injustas sufridas por la humanidad, en la que una nación que presumía de ser el adalid de la ley, la justicia y la civilización, declaró al guerra a otra porque esta última endureció su legislación sobre el tráfico de opio, perjudicando a los narcotraficantes británicos. Algunos, como William John Napier, con título de lord y asiento en Westminster. Los británicos ocuparon la isla de Hong Kong en enero de 1841. Al año siguiente, en el tratado de Nankín, China cedía la soberanía sobre la isla al Reino Unido.

En la península de Kowloon

En la península de Kowloon.

Posteriormente, los británicos ampliarían dos veces el territorio. En 1860, tras la Segunda Guerra del Opio, a la península de Kowloon, poniendo así un pie en el continente. En 1898 la superficie de la colonia se multiplicó por 12, con la adquisición de los Nuevos Territorios. Pero aquí los británicos estuvieron poco hábiles. O cayeron en la tradicional visión cortoplacista de los occidentales. En lugar de exigir la anexión del territorio como una parte más de la colonia, acordaron con China un arrendamiento a 99 años. Los británicos edificaron todo tipo de infraestructuras. Desde presas para el suministro de agua, hasta el aeropuerto de la colonia. Quizá pensaron que la debilidad china iba a ser eterna y podrían perpetuar la situación. Cuando, en la década de 1980, se hizo evidente que tendrían que devolver los Nuevos Territorios a una China renacida de sus cenizas, advirtieron que la parte de Hong Kong que era de total soberanía británica no podría sobrevivir. En 1984 se pactó la devolución de toda la colonia. A cambio, todo Hong Kong se mantendría como una región especial, preservando algunas de sus características distintivas. China recuperó el territorio el 1 de julio de 1997.

Gloucester Rd

Gloucester Rd.

Casi dieciocho años más tarde, Hong Kong aún mantenía ciertos rasgos distintivos. Los más evidentes eran la circulación por el lado izquierdo, una moneda propia y el uso generalizado del inglés. Aunque, todo hay que decirlo, este no era universal. El chino parecía estar ganando terreno a pasos agigantados y era relativamente frecuente encontrar personas que solo hablaban esta lengua. El sistema político también sufría una creciente erosión y tan solo el económico, el que más favorecía los intereses de Pekín, permanecía inalterado. Mientras tanto, habían desaparecido algunos de los aspectos más extraños y peculiares de la antigua colonia. Como el antiguo aeropuerto de Kai Tak, que se hizo famoso por los aterrizajes apenas unos metros por encima de las azoteas de Kowloon. O la Ciudad Amurallada. Un antro alegal, con una extensión de apenas 26.000 metros cuadrados, en los que se llegaron a apiñar unas 50.000 personas. Nadie sabe la cifra exacta.

Hong Kong desde el pico Victoria

Hong Kong desde el pico Victoria.

La primera tarde, decidimos subir al pico Victoria, donde está el mejor mirador de la ciudad. Fue una visita larga, sin la menor prisa. Llegamos antes del comienzo del atardecer. Mientras esperábamos, nos dedicamos a pasear por los alrededores. Entre los aspectos de Hong Kong que me parecieron más llamativos, estaba la facilidad con la que podías pasar de uno de los espacios más urbanizados del planeta a una selva subtropical, aparentemente salvaje. Pudimos apreciarlo por primera vez mientras explorábamos uno de los senderos que recorrían el pico. Después, decidimos cenar en un restaurante junto al propio mirador, mientras disfrutábamos del ocaso y las vistas nocturnas sobre la ciudad. Una de las cenas más memorables de mi vida. Y la más cara.

La isla de Hong Kong desde Kowloon

La isla de Hong Kong desde Kowloon.

Al día siguiente, pasamos la tarde en Kowloon. Recorriendo alguno de sus abigarrados mercados tradicionales, tomando té en The Peninsula y paseando por la «Avenida de las Estrellas», que rinde tributo a los actores más destacados de la potente industria cinematográfica de Hong Kong. Todo mientras hacíamos tiempo para disfrutar del espectáculo de luz y sonido que, a las ocho de la tarde, ofrecen los edificios de la orilla meridional del puerto, en la isla de Hong Kong. El show llevaba funcionando desde 2004 y, sinceramente, nos dejó un tanto tibios. Quizá esperaba más de un entorno tan espectacular, en el que se apiñaban varios de los rascacielos más destacados del planeta. En cualquier caso, parece que fue renovado dos años después de nuestra visita. En la actualidad, hay 43 edificios participando en la coreografía.

El Gran Buda de Tian Tan desde el monasterio Po Lin

El Gran Buda de Tian Tan desde el monasterio Po Lin.

La tercera tarde fuimos hasta el Gran Buda de Tian Tan. Una descomunal estatua, con 26,4 metros de altura (34 si incluimos la base), que parece ser una de las cinco mayores de Buda en toda China. Fue construido entre 1990 y 1993. El Buda está sentado con la postura del loto, sobre un altar formado por tres plataformas. Lo rodean seis estatuas menores, representando a otros tantos devas, que presentan al Buda ofrendas simbolizando los Pāramitā del budismo Mahayana: caridad, moralidad, paciencia, celo, meditación y sabiduría. Para llegar a su base hay que subir un largo tramo de escaleras, con 268 peldaños.

En el Ngong Ping 360

En el Ngong Ping 360.

Al propio interés de la estatua se unió el del viaje en teleférico, sobrevolando la isla de Lantau. El Ngong Ping 360, inaugurado en 2006, tarda unos 25 minutos en completar el trayecto de 5.700 metros entre las terminales de Tung Chung, en las proximidades del aeropuerto, y la aldea de Ngong Ping, a los pies del Buda. Existe la posibilidad de hacer el viaje en cabinas con el suelo de cristal. La vista hacia el suelo no me pareció gran cosa, pero las cabinas de cristal tienen menos capacidad, lo que te permite viajar con más holgura. En el trayecto de vuelta, tuvimos toda la cabina para nosotros.

Hong Kong Disneyland

Hong Kong Disneyland.

En nuestra cuarta jornada en Hong Kong ya no tenía que ir a la AAAE. Pero aquel era un viaje de trabajo, así que tocaba conocer algún parque temático local. El primer elegido fue Hong Kong Disneyland, en la isla de Lantau. Tenía curiosidad por ver cómo habían adaptado la estética Disney al mercado chino. Y también comprobar hasta qué punto aceptaban los chinos dicha estética. Era el séptimo parque Disney que visitaba y puedo afirmar que fue uno de los que menos me gustó. A sus reducidas dimensiones unía una extraña falta de coherencia. El parque parecía no tener alma. La única ventaja fue que tampoco tenía muchos visitantes, por lo que pudimos explorarlo sin filas ni agobios.

Llegando a Central–Mid-Levels escalator

Llegando a Central–Mid-Levels escalator.

Acabamos llegando muy tarde al hotel. Nos limitamos a dar un breve paseo nocturno por los alrededores, en el que terminamos explorando el Central–Mid-Levels escalator. La escalera mecánica más larga del mundo, que cubre una distancia de 800 metros, mientras supera un desnivel de 135. No parecen muchos, pero el trayecto en coche entre sus dos extremos era de al menos 5 kilómetros. El sistema está compuesto por 18 tramos de escaleras y 3 pasillos rodantes. Por la mañana, de 6:00 a 10:00, funciona en sentido descendente. Desde esa hora hasta la medianoche, en dirección ascendente. Se tarda unos 20 minutos en completar el trayecto. Después, tendrás que hacer el sentido contrario salvando 782 escalones. O, como nosotros, zigzagueando por las callejuelas de Hong Kong. Era difícil perderse. Bastaba con ir siempre cuesta abajo.

Ocean Park

Ocean Park.

El último día tocaba otro parque, esta vez con sabor más local: Ocean Park. Un curioso híbrido entre parque de atracciones y zoológico, con una hermosa ubicación en Wong Chuk Hang, al sur de la isla de Hong Kong. Abrió en 1977 y está dividido en dos áreas, unidas por un funicular y un teleférico. El parque nos encantó. Sobre todo, la zona dedicada a los osos panda gigantes. Una enorme carpa, recreando su ambiente nativo, en la que vivían seis ejemplares. Ocean Park, al que algunos auguraban un negro futuro tras la apertura de Disney, nos pareció un lugar lleno de vida. Sin duda, su estética estaba menos cuidada que en el parque de la multinacional del ratón. Pero las espléndidas vistas y la variedad de su oferta lo compensaban con creces.

En Causeway Bay

En Causeway Bay.

Tras regresar al hotel y después de un merecido descanso, rematamos la jornada con un paseo nocturno hacia el este de Wan Chai, hasta la abigarrada zona comercial conocida como Causeway Bay. La zona parece haber sido antiguamente un puerto de pescadores. La pequeña bahía acabó siendo colmatada y el espacio ganado, convertido en uno de los distritos más vibrantes y bulliciosos de Hong Kong.

Tráfico en Johnston Road

Tráfico en Johnston Road.

Aquella excursión nos animó a emplear nuestra última mañana en la ciudad realizando una nueva visita hacia el este. En esta ocasión, utilizando el ding-ding. Nombre con el que, en Hong Kong, se conocen sus peculiares tranvías de dos pisos. La primera linea comenzó a funcionar en 1904, recorriendo el norte de la isla en paralelo a la costa. En apenas 8 años, los tranvías se quedaron pequeños, obligando a renovar la flota con unidades de dos pisos. El superior y parte del inferior destinados a la primera clase, mientras el resto del inferior quedaba para la tercera. En 1949 se desdoblaron todas las vías, que en la actualidad se extienden por 30 kilómetros.

En el mercado de Shau Kei Wan

En el mercado de Shau Kei Wan.

Nuestro destino era Shau Kei Wan Terminus, en el extremo oriental de la linea principal. Allí decidimos bajar y dar un pequeño paseo, sin demasiadas pretensiones. En realidad, lo que nos interesaba era el propio viaje en tranvía. Tampoco disponíamos de mucho tiempo, por lo que echamos un vistazo por un mercado local y emprendimos el regreso.

En Shau Kei Wan Terminus

En Shau Kei Wan Terminus.

Al subir al tranvía en una cabecera de línea, conseguimos sentarnos en los primeros asientos del piso superior, disfrutando de unas espléndidas vistas durante todo el trayecto de vuelta. Unos 8 kilómetros hasta O’Brien Road, en las inmediaciones del hotel. Las calles, cada vez más concurridas, iban desfilando frente a nosotros, mientras nos cruzábamos con otros tranvías, a cual más colorido, y pasábamos bajo los puentes del Central Elevated Walkway. Un peculiar sistema de pasajes peatonales, que enlaza parte de los edificios y estaciones de metro del centro de Hong Kong. Las pasarelas, muchas veces cubiertas, permiten moverse por toda la zona sin necesidad de interferir con el tráfico rodado. Atraviesan edificios, conectan centros comerciales o se entremezclan con los accesos al metro, formando un pequeño laberinto, tan curioso como práctico.

Aquel fue el epílogo perfecto para nuestro viaje. Esa misma tarde subimos a un avión de vuelta a Madrid, otra vez vía Dubai. Dejé Hong Kong con pena. La ciudad me fascinó, aunque regresé a casa con la duda de si sería consecuencia de ser mi primer viaje a Extremo Oriente. Posteriormente pude conocer otras metrópolis de la zona, como Singapur o Tokio. También me deslumbraron, pero ninguna me dejó tanta huella como Hong Kong. Una ciudad ambigua, llena de contrastes y matices. Donde junto a una tienda de lujo extremo, podías ver un antro donde servían comida irreconocible. O un andamio de bambú levantado sobre una impecable fachada de acero y cristal. Zonas increíblemente urbanizadas a escasos metros de otras prácticamente vírgenes. Y ancestrales tradiciones orientales conviviendo con modernas costumbres de Occidente. Aunque, con diferencia, lo que más me llamó la atención de Hong Kong fue la extraña mezcla entre una pujanza aparentemente imparable y un sutil espíritu melancólico. La ciudad parecía vivir en un tiempo prestado, mientras sus rasgos característicos se diluían cada vez más con los del resto de China. Una asimilación que, a la larga, será inevitable.

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Para ampliar la información.

Regresamos a Hong Kong en febrero de 2017, durante una escala convencional de crucero: https://depuertoenpuerto.com/un-dia-en-hong-kong/.

En https://www.tomorrow.city/es/kowloon-ciudad-amurallada-densidad-poblacion/ hay una entrada sobre la ciudad amurallada de Kowloon.

En inglés, puedes ver un interesante artículo sobre el antiguo aeropuerto de Kai-Tak en https://www.atlasobscura.com/articles/kai-tak-hong-kong-airport-scary-landing.

La web oficial de Hong Kong Disneyland está en https://www.hongkongdisneyland.com/.

La de Ocean Park en https://www.oceanpark.com.hk/en/.

En https://www.hktramways.com/ encontrarás información sobre el ding-ding: rutas, horario, historia…

Y sobre el Ngong Ping 360 en https://www.np360.com.hk/en.