En 1455, poco más de dos años después de haber conquistado Constantinopla, Mehmed II ordenó levantar un edificio en el corazón de la ciudad, destinado al comercio de telas y joyas. Ubicado cerca de su nuevo palacio (Eski Saray), que también estaba en construcción, formaba parte de los esfuerzos del sultán por revitalizar una ciudad cuya población, en las horas más bajas de un agonizante Imperio Romano de Oriente, quizá no alcanzara ni los 50.000 habitantes. El edificio sería la semilla sobre la que germinaría uno de los mayores complejos comerciales del planeta: el Gran Bazar de Estambul.

Tiendas de alfombras

Tiendas de alfombras.

Aquella simiente comenzó a desarrollarse casi de inmediato. En parte, gracias a las ampliaciones planificadas por los herederos de Mehmed. También por la atracción que el creciente conglomerado ejercía sobre otros comerciantes. La decadente Constantinopla se había convertido en la pujante capital de uno de los mayores imperios de la época, que controlaba el tramo final de la antigua Ruta de la Seda. Las riquezas de las extensas provincias fluían hacia la capital, al igual que los cuantiosos botines obtenidos en las victoriosas campañas imperiales en Dār al-Ḥarb. La «Casa de la Guerra», término árabe con el que los otomanos se referían al mundo «infiel».

Lámparas

Lámparas.

El bazar parece haber alcanzado su plenitud a lo largo del siglo XVII, mientras la población de Estambul rozaba los 700.000 habitantes y el Imperio Otomano llegaba a su cenit. De las inmediaciones de Orán a las orillas del golfo Pérsico. De las llanuras del oeste de Ucrania a los desiertos del sur de Arabia. La Sublime Puerta controlaba un territorio que extendía sus tentáculos por tres continentes y cuya cabeza indiscutible era «la Morada de la Felicidad», nombre con el que los sultanes se referían a su flamante capital.

Quiosco del siglo XVII

Quiosco del siglo XVII.

Aunque el lugar no estaba exento de contratiempos. Comenzando por los numerosos incendios. El primero, en 1515. El más reciente, en 1954. Quizá el más devastador fue el de 1660, que también arrasó buena parte de Estambul. Sin dejar de lado los terremotos, que suelen sacudir Tracia con cierta periodicidad. El de 1894 quizá sea la mayor catástrofe jamás sufrida por el Gran Bazar, forzando una reconstrucción de cuatro años, durante la cual por primera vez se reduciría el área del bazar, en la actual Çadırcılar Caddesi, eliminando además un par de puertas.

Columnas en el bazar

Columnas en el bazar.

Más allá de incendios y terremotos, el bazar tenía otros problemas. El primero, comenzando a finales del siglo XV, la progresiva apertura de nuevas rutas marítimas circunnavegando África. Siguiendo los pasos de Portugal, las potencias marítimas del occidente cristiano fueron abriendo uno tras otro los mercados de extremo oriente. A la pérdida de su situación privilegiada, un par de siglos más tarde se unió la decadencia generalizada del imperio. Un proceso lento, al menos durante el siglo XVIII, que se aceleraría en el XIX, para alcanzar su brusco desenlace a principios del XX.

Calle lateral

Callejón lateral.

Además, durante el siglo XIX, la imposibilidad de competir con los productos de una Europa en plena revolución industrial se uniría a la progresiva occidentalización de la burguesía otomana, acelerando la decadencia del Gran Bazar. Las minorías étnicas no musulmanas comenzaron a migrar sus negocios a zonas de la ciudad más «modernas» y atractivas, como Pera y Gálata. Al final, el bazar acabaría siendo salvado por su exotismo, al convertirse en una visita obligada de la creciente marea turística que pasaba por Estambul. Precisamente, buscando vislumbrar esbozos de un oriente que cada vez estaba más alejado de las orillas del Bósforo.

Cruce de caminos

Cruce de caminos.

En la actualidad, el Gran Bazar es un lugar extraño. En parte un pastiche turístico, en el que los turcos apenas son una fracción de la clientela. La inmensa mayoría de las tiendas está enfocada a los extranjeros que visitamos Estambul. Aunque, al menos de momento, logra resistir la invasión de las franquicias. Esa plaga que logra homogeneizar las ciudades de todo el planeta, hasta extremos que en ocasiones resultan ridículos. Solo por eso, creo que merecería la pena dar un paseo por sus calles. Para recordar un tiempo en el que en cada ciudad las tiendas eran diferentes y ofrecían productos originales, hasta el punto de que muchas veces bastaba ver una foto de una zona comercial para, al menos, saber en qué país se ubicaba.

Ocaso junto al Gran Bazar

Ocaso junto al Gran Bazar.

Habíamos pasado junto al Gran Bazar durante nuestra segunda tarde en Estambul, mientras descendíamos desde Süleymaniye hacia los muelles de Eminönü. Las tiendas habían cerrado y el lugar exudaba esa peculiar sensación, de «final de la batalla», que todos los que hemos trabajado en entornos masificados sabemos identificar. Una curiosa mezcla entre los despojos dejados atrás por la muchedumbre y la extraña sensación de paz, paradójicamente acentuada por el contraste con aquellos. Avanzábamos entre callejones vacíos y persianas cerradas, envueltos por un silencio tan solo roto por nuestros propios pasos. Únicamente acertamos a cruzarnos con una persona, cargando con una pequeña montaña de los desechos que iba recogiendo por el camino. Para él, un pequeño tesoro.

En Nuruosmaniye Kapısı

En Nuruosmaniye Kapısı.

Regresamos al Gran Bazar durante nuestra última mañana en la ciudad, apenas unas horas antes de embarcar rumbo a Atenas. Olga quería hacer algunas compras y a mí me atraía ver aquel lugar en plena actividad. Mientras ella curioseaba por las tiendas, yo tendría tiempo para intentar hacer las fotos que no pude conseguir en nuestra visita de 2007. Después, aprovecharíamos para ir hasta la columna de Constantino y la cercana cisterna conocida como Şerefiye Sarnıcı (el Palacio Sumergido).

Un plano del bazar

Un plano del bazar.

Algunos dicen que el Gran Bazar es un lugar laberíntico. Es evidente que no conocen zocos como el de Marraquech. El bazar de Estambul no deja de ser un espacio que en buena parte es fruto de un esfuerzo planificado, con el resultado de tener una planta relativamente ortogonal. Además, la mayor parte de sus calles está en cuesta, por lo que resulta relativamente sencillo orientarse, a pesar de que muchas de sus galerías están cubiertas y algunos corredores secundarios puedan parecer un tanto cavernosos.

Çuhacı Hanı

Çuhacı Hanı.

También hay calles y plazoletas descubiertas formando parte del complejo, sobre todo en su periferia. Algunos son antiguos caravasares. Como Çuhacı Hanı, actualmente ocupado por una zona de joyerías. En 1890 aún quedaban 13 han en el bazar, que acabarían perdiendo su función original, convirtiéndose en simples tiendas. Aunque, tras la reforma posterior al terremoto de 1894, cuatro quedaron fuera del recinto y serían reabsorbidos por la ciudad. La división originaria del bazar por sectores también ha ido desapareciendo progresivamente. Aquella que aún subsiste es más fruto de la conveniencia y la casualidad que de la estricta organización gremial de sus orígenes.

Galería con tragaluces

Galería con tragaluces.

Inicialmente, el bazar era un espacio descubierto. Las galerías techadas que podemos ver en la actualidad parecen tener su origen en una reforma posterior al incendio de 1700, cuando también se decidió dejar de construir las tiendas en madera. Para intentar evitar nuevos incendios, las bóvedas fueron dotadas de grandes tragaluces, dejando entrar la luz del día y haciendo innecesaria la iluminación artificial. También se prohibió fumar y, durante siglos, no hubo ningún restaurante en su interior. Aunque esto último más bien parece haber sido fruto de las ancestrales tradiciones nómadas de los turcos.

Instalaciones

Instalaciones.

En la actualidad, lo increíble es que no se produzcan nuevos incendios. El caos en las instalaciones eléctricas, entremezcladas con las de teléfono y con vaya usted a saber qué más, alcanza proporciones épicas. Más allá de la evidente peligrosidad, asombra que alguien pueda llegar a ser capaz de aclararse en caso de una avería. Detalle que, unido a las reformas sin el menor control y a la sustitución de las antiguas planchas de plomo del tejado, aparentemente robadas, por otras de hormigón, no hace del Gran Bazar el lugar más seguro de Estambul en caso de terremoto.

La hora del café

La hora del café.

Ahora sí hay bares y algún que otro restaurante, entremezclados con las tiendas. Aunque todavía es posible cruzarse con apresurados camareros, llevando de un lado a otro pequeñas bandejas con té o el característico café turco, tan fuerte como espeso. En algunas ocasiones, siguen siendo para agasajar a los clientes durante las transacciones. Aunque generalmente son para el consumo de los propios dependientes de las tiendas. Tenderos que matan el tiempo como han hecho durante siglos: conversando con sus vecinos. Pero también es frecuente encontrarlos embelesados frente la pantalla de su teléfono móvil. Como en cualquier otro lugar del mundo.

Fuente otomana

Fuente otomana.

De forma inexorable, el Gran Bazar se va convirtiendo en un lugar sin alma, donde lo mismo puedes comprar un bolso falsificado de una firma francesa de lujo, que una alfombra confeccionada a mano en una remota aldea de la Anatolia profunda. Aunque esto último cada vez sea más complicado. Ahora es casi imposible mantener los largos regateos que recordaba de mi anterior visita, 17 años atrás. Y, aunque aún puedas encontrar alguna tienda de especias o productos exóticos, resulta mucho más sencillo comprar una camiseta barata de cualquier equipo de fútbol. Mientras tanto, las viejas fuentes otomanas languidecen, rodeadas de utensilios de plástico barato, traídos desde China en lugar de las preciosas sedas de antaño. Ya ni oriente es lo que fue.

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Para ampliar la información.

Si vas a visitar el bazar pensando en hacer compras, quizá te interese leer la entrada del blog Los Viajes de Domi: https://losviajesdedomi.com/gran-bazar-de-estambul/.

También es interesante la entrada en https://hispanatolia.com/el-gran-bazar-de-estambul-un-poco-de-historia/, centrada en aspectos históricos.

La revista Traveler tiene un artículo sobre el lugar: https://www.traveler.es/experiencias/articulos/secretos-gran-bazar-estambul-que-ver/12366.

En inglés, en https://kuwaittimes.com/article/16828/lifestyle/art-fashion/fake-luxuries-supplant-tradition-in-istanbuls-grand-bazaar/ encontrarás un artículo sobre el impacto de las falsificaciones en el comercio tradicional.

La universidad de Iowa nos ofrece un largo pero interesante estudio del bazar como un sistema adaptativo complejo: https://dr.lib.iastate.edu/server/api/core/bitstreams/f478ee3b-4098-4630-996b-024d6eefca01/content.