Stavanger nunca ha sido la capital de Noruega, título que ostentaron sucesivamente Trondheim, Bergen y Oslo. Sin embargo, en sus proximidades se libró la batalla de Hafrsfjord, decisiva para la unificación del país. Un enfrentamiento mítico, del cual únicamente tenemos constancia por las sagas islandesas y cuya fecha exacta desconocemos. En cualquier caso, su catedral disputa con la espléndida Nidaros el título de primera catedral de Noruega. Es cierto que Nidaros comenzó a construirse antes, pero San Swithun estaba terminada alrededor de 1150, con siglo y medio de adelanto sobre el edificio de Trondheim. Por contra, nadie pone en duda que Stavanger es la capital noruega del petróleo. Allí están, para certificarlo, la sede de Equinor, la compañía estatal que controla la extracción del crudo noruego, y el interesantísimo Museo Noruego del Petróleo.

Cae la noche en Breiavatnet

Cae la noche en Breiavatnet.

Llegué a Stavanger con las últimas luces del atardecer, tras un largo viaje en tren desde Oslo. Era mi tercera visita a la ciudad. De la primera, en el lejano verano de 1992, apenas guardaba algún vago recuerdo. En cambio, tenía muy presente mi anterior estancia en Stavanger, apenas un año atrás, cuando una avería en el barco que debía llevarme al Lysefjord había trastocado todos mis planes. De alguna forma, aquel fracaso había sido la semilla de mi regreso. Quería enmendarlo. Pero tenía motivos adicionales. La posibilidad de recorrer la línea Sørlandet, el ferrocarril que une Stavanger con la capital noruega, y de repetir, con más luz, el trayecto en ferry hasta Bergen que había realizado en sentido contrario el año anterior, también pesaron en mi decisión.

Un paseo nocturno por Stavanger.

Antes de ir a dormir, decidí salir a dar un paseo por las calles de Stavanger. De paso, aprovecharía para cenar. Recorrí los alrededores de Breiavatnet, Vågen y, sobre todo, las encantadoras callejuelas de Gamle Stavanger, uno de los barrios de madera mejor conservados de toda Noruega.
El día siguiente era el principal de mi estancia en Stavanger. Aquel que había reservado para resarcirme del sinsabor del año anterior. Pero el catamarán que debía llevarme al Lysefjord zarpaba a las once, lo que me dejaba algo más de una hora para dar un breve paseo por la ciudad. Tiempo que emplee entre las mismas callejuelas de Gamle Stavanger que había recorrido la noche previa, comprobando que el barrio más fotogénico de Stavanger seguía tan hermoso y tranquilo como durante mi paseo nocturno.

En el Lysefjord.

Con un año de retraso, conseguí recorrer en barco la parte exterior del Lysefjord. Para resarcirme de mi anterior fracaso, también subí al Preikestolen, el saliente rocoso, de más de 600 metros de altura, que ha dado fama al fiordo, convirtiéndose en una de las fotos icónicas de Noruega.
Calle Østervåg

Calle Østervåg.

Cumplido a la primera el objetivo de mi visita a Stavanger, la segunda jornada se convirtió en un día de descanso, en el que recuperarme del esfuerzo físico de la excursión al Preikestolen. Pero descansar no implica inactividad. Mi plan era recorrer algún fiordo, en uno de los barcos de linea regular que zarpan de los muelles de la ciudad. De camino a los muelles de Fiskepir, recorrí las calles vacías de Stavanger, en una lluviosa mañana de domingo.

Una excursión a Sauda.

La pequeña localidad de Sauda se encuentra al final de un fiordo, a 83 kilómetros en linea recta de Stavanger. Era lo más lejos que podía llegar en uno de los catamaranes de Kolumbus que cubren las lineas regulares de Rogaland.
Våland

Våland.

Regresé de mi excursión a Sauda con fuerzas renovadas. Cinco horas sentado en una cómoda butaca de un catamarán de Kolumbus habían producido un asombroso efecto balsámico. No tenía ningún plan fijo para lo que quedaba de tarde, pero había dejado de llover. Me pareció una buena idea dar un paseo hasta Vålandstårnet, el punto más alto de la ciudad, un lugar que no conocía. Además, de camino podría visitar Våland, una zona residencial edificada a lo largo del siglo XIX. Más allá de las conocidas casas de Gamle Stavanger, se calcula que la ciudad aloja unos 8.000 edificios de madera, repartidos por los diversos barrios de su núcleo urbano.

Vålandstårnet

Vålandstårnet.

Llegué a Vålandstårnet al filo de las cinco de la tarde. El cerro, con apenas 84 metros de altura, era conocido antiguamente como Axelsborg. Hay indicios de que pudo existir una torre de vigilancia en el lugar, aunque la primera construcción de la que tenemos constancia histórica se edificó durante las Guerras Napoleónicas. La torre fue abandonada y cayó en ruinas hasta que, a finales del siglo XIX, se decidió aprovechar el cerro para emplazar el depósito de agua de la ciudad. En 1895 se levantó el edificio actual, en las inmediaciones del tanque de agua.

Stavanger desde Vålandstårnet

Stavanger desde Vålandstårnet.

Las vistas desde Vålandstårnet, aunque agradables, tampoco resultaron ser especialmente interesantes. En cualquier caso, ni la bruma que enturbiaba el horizonte ni la luz, cada vez más menguante, ayudaban. Más allá de los edificios de Stavanger, apenas podía distinguir las islas del Boknafjord que había recorrido durante mi última excursión. Tras pasar unos minutos en lo alto de la colina, decidí avanzar un poco más, hasta el cercano Mosvatnet.

Vålandsparken

Vålandsparken.

El lado occidental del cerro lo ocupa el Vålandsparken. El parque, a pesar de estar rodeado por la ciudad y horadado por una autopista subterránea, presentaba un aspecto asombrosamente bucólico. Todavía más bucólico resultó ser el lago. De no haber sido por un par de edificios que sobresalían sobre la arboleda, más allá de la orilla opuesta, hubiera podido pensar que estaba en medio de la campiña noruega.

Mosvatnet

Mosvatnet.

Paseaba tranquilamente, sin prisas, por un estrecho camino en la orilla septentrional del Mosvatnet. El lugar era un remanso de paz, en el que mi mayor preocupación era sortear un grupo de patos que, ignorando mi presencia, se había apoderado de la senda. En medio de tanto sosiego, el sonido de un SMS llegando a mi teléfono fue como una nota disonante, que inicialmente opté por ignorar. Pero empezaba a oscurecer y decidí ver a qué distancia estaba del hotel. En ese momento, observé el contenido del SMS. Lo enviaba Fjord Line, la naviera con la que debía viajar la mañana siguiente a Bergen, para comunicarme que habían cancelado la travesía. De inmediato, regresé al hotel para intentar organizar un plan alternativo. Fue un final abrupto para mi tranquilo paseo vespertino por Stavanger.

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Para ampliar la información:
En este blog, se pueden ver las demás entradas sobre Stavanger en https://depuertoenpuerto.com/category/europa/escandinavia/noruega/rogaland/stavanger/.

En https://depuertoenpuerto.com/de-copenhague-a-tromso/ está el listado de entradas de todo mi viaje invernal entre Copenhague y Tromsø.

Viajes y fotografía tiene una interesante y larga entrada sobre la ciudad: https://www.viajesyfotografia.com/blog/stavanger-una-ciudad-noruega-con-mucho-que-ver/.

La sección sobre Stavanger en la web oficial de turismo de Noruega está en https://www.visitnorway.es/que-ver-en-noruega/noruega-de-los-fiordos/stavanger/.

En inglés, la página de turismo de las regiones de Stavanger y Ryfylke se puede consultar en https://www.regionstavanger-ryfylke.com.

Muy interesante la sección sobre la ciudad en Life in Norway: https://www.lifeinnorway.net/places/stavanger/.