La escala de Hurtigruten en Tromsø, durante el trayecto hacia el norte, es de las mas prolongadas: cuatro horas y cuarto. No es mucho aunque, al contrario que los grandes cruceros, Hurtigruten utiliza el muelle de Prostneset, en pleno centro de la ciudad. A las 14:15, con su habitual puntualidad, el Finnmarken estaba atracado en Tromsø. El paisaje me resultaba familiar, pues había paseado por el mismo muelle dos años y medio antes. En aquella ocasión, a pesar de ser verano, el día había sido frío y plomizo, con una gélida lluvia intermitente cayendo sobre una ciudad prácticamente vacía. Por contra, en febrero, hacía un día agradable, para ser invierno, y Tromsø parecía mucho mas animada. En el muelle habría unas treinta personas aguardando nuestra llegada. Quince veces mas de las que había en el mismo lugar durante mi anterior visita.
Mi objetivo prioritario del día era el Fjellheisen, el teleférico que sube 421 metros hasta el Storsteinen. En 2015 lo encontré oculto entre nubes bajas, pero ahora era perfectamente visible desde el muelle. Desde Prostneset hasta la estación inferior hay un paseo de casi tres kilómetros. No es una distancia excesiva, pero tampoco andaba sobrado de tiempo. Decidí coger un taxi. Tan solo media hora después de haber atracado, estaba en la estación superior del Fjellheisen.
Hay varios miradores en la amplia meseta en la que se ubica la estación. El mas fácilmente accesible está sobre la plataforma de hormigón que cubre la maquinaria del teleférico. Pero la vista es mucho mejor desde la cornisa ubicada algo mas al suroeste (Tromsø Utkikkspunkt, en Google Maps). Afortunadamente, llevaba conmigo los crampones, ya que tanto el camino como el mirador parecían una pista de patinaje. La vista mereció la pena, a pesar de que el día no era especialmente hermoso. Había llegado al final del atardecer, pero las nubes apenas dejaban ver una leve franja rosácea hacia el suroeste.
Estuve aproximadamente una hora en el Storsteinen. Me hubiera quedado algo mas, de haber encontrado una mesa junto a las ventanas de la cafetería del Fjellheisen, con su magnífica vista sobre la ciudad. Al menos hasta que hubiera oscurecido, para ver encenderse las luces de Tromsø. Pero no había mesa libre. Y no me apetecía estar casi una hora dando vueltas por los miradores esperando el lento anochecer ártico. A pesar del día relativamente benigno y de ir bien preparado, empezaba a acusar el frío.
Una vez de regreso a la estación inferior del Fjellheisen, decidí regresar andando. Ahora si tenía tiempo de sobra y de camino vería varios puntos de interés. Tras un breve paseo por un tranquilo y bucólico barrio residencial, llegué a la mal llamada Catedral del Ártico, que en realidad es la iglesia parroquial de Tromsdalen. No volví a visitar su interior. Me conformé con contemplar el exterior de la iglesia y su iluminación, que realza sus formas geométricas.
A continuación, crucé el Tromsøbrua, que une la isla de Tromsøya con el continente. Tenía pensado hacerlo por la acera sur, que ofrece las mejores vistas sobre la ciudad y los muelles de Prostneset. Pero la encontré cortada por trabajos de mantenimiento. Tuve que cruzar por el lado opuesto, algo menos interesante.
Cuando llegué al centro de Tromsø había caído la noche. Pasee sin rumbo por la ciudad. Me sorprendió, pues mi recuerdo era de calles vacías y tiendas cerradas, en un lluvioso día de agosto. El aspecto ahora era muy diferente, con un ambiente animado y juvenil. Las calles estaban nevadas, pero la temperatura era benigna, al menos en comparación con Storsteinen.
Me llamó especialmente la atención el edificio de la biblioteca pública, con sus formas curvadas y su fachada de cristal. Pasé también junto a Tromsø Domkirke, la auténtica catedral de Tromsø, para terminar junto a los muelles del puerto antiguo. Al final me sobró algo de tiempo que emplee, al igual que en mi anterior visita, tomando una cerveza en el Rorbua, frente al cual estaba atracado el Finnmarken. Esta vez, el local resultó estar casi lleno, con una clientela tan joven como cosmopolita.
Regresé al Finnmarken unos minutos antes de que zarpara, con el tiempo justo para pasar rápidamente por el camarote y salir a cubierta antes de partir rumbo a Skjervøy, la última escala del día. Tromsø me pareció una ciudad mas animada e interesante en invierno que en verano. Quizá influyó el día relativamente agradable durante mi visita en febrero, comparado con un día de verano que, en casi cualquier lugar de España, hubiéramos calificado como invernal. Y que la universidad, con mas de diez mil estudiantes, estaba activa.
En tan solo tres días, estaría de regreso rumbo al sur y tendría ocasión de volver a dar un paseo por sus calles. Mientras el Finnmarken pasaba bajo el Tromsøbrua, alejándose del muelle de Prostneset, trazaba un plan para la próxima visita. Aunque finalmente, durante el regreso, ni llegué a pisar las calles de Tromsø.
El resto de artículos sobre Tromsø en el blog está en https://depuertoenpuerto.com/category/europa/escandinavia/noruega/troms/tromso/.
La web oficial de turismo de Noruega tiene una sección sobre Tromsø: https://www.visitnorway.es/que-ver-en-noruega/norte-de-noruega/tromso/.
Muy interesante la entrada del blog Profundidad de Campo: http://profundidad.net/blog/que-ver-y-hacer-en-tromso-en-la-laponia-noruega.
En Un Viaje de 2 hay un post con bastante información práctica: https://unviajededos.com/que-ver-en-tromso-auroras-boreales/.
En inglés, la web del Fjellheisen está en https://fjellheisen.no/en/.
La página oficial de turismo de Tromsø está en https://www.visittromso.no/en.
Página del puerto de Tromsø, con calendario de llegada y muelle de atraque de los cruceros (en inglés): http://www.tromso.havn.no/en/.
También se puede conseguir información práctica sobre el puerto en la página de Cruise Norway (en inglés): https://cruise-norway.no/destinations/tromso/.
La página dedicada a Tromsø en la web de Hurtigruten está en https://www.hurtigruten.com/ports/tromso/.
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