La ciudad prosperó, ayudada por el comercio, la riqueza de sus salinas y sus vínculos con Constantinopla. Se estima que en el siglo X la población rondaba los 10.000 habitantes. Pero su auge estaba amenazado. En el 811 la sede del «gobierno» de la laguna se trasladó a Rialto, en la actual Venecia. Mientras ésta crecía y prosperaba, el norte de la laguna comenzaba a tener problemas. Los sedimentos fueron colmatando los canales, dificultando el tráfico marítimo, a la vez que arruinaban las salinas y favorecían la propagación de la malaria, un mal endémico en la zona. A partir del siglo XII comenzó un nuevo éxodo, esta vez desde Torcello hacia Venecia, Murano o la cercana Burano. Sucesivas epidemias de peste, en 1348, 1575 y 1629, aceleraron la despoblación. En 1689 la diócesis se traslada de nuevo, esta vez a a Murano. Cuando Venecia pierde su independencia, en 1797, tan solo quedan 300 habitantes en la isla.
Hoy los habitantes de Torcello no llegan al centenar y buena parte de sus edificios ha desaparecido. La acción conjunta del tiempo, el abandono y el expolio de materiales ha convertido la antigua capital de la laguna en un lugar extraño. La catedral de Santa Maria Asunta, con su campanario, la iglesia de Santa Fosca y los antiguos palacios del concejo y del archivo, actualmente convertidos en un museo, es todo lo que queda para recordarnos su glorioso pasado. Alrededor, unos cuantos edificios se desperdigan entre los campos de forma un tanto anárquica, sin llegar a formar una trama urbana. Entre medias, restos de antiguas construcciones, colgados en un muro, repartidos por el césped o en una excavación inconclusa, añaden singularidad al lugar. El conjunto rezuma decadencia. Pero una decadencia distinta a la que exhala toda Venecia. En Torcello es más profunda, más desoladora, más primigenia. Pero no por ello menos evocadora.
Sin duda, la joya de Torcello es la antigua catedral de Santa María Asunta, fundada en el 639 por Isaac el Armenio, exarca de Ravenna. Reformada en el 864 y de nuevo en 1008, es un magnífico ejemplo de arquitectura bizantino-veneciana y el edificio religioso más antiguo de la laguna. De su interior, destacan los mosaicos. A pesar de haber sido imposible datarlos con precisión, se sabe que son de dos periodos diferentes. Los más antiguos, en la zona del ábside, parecen ser obra de artistas bizantinos del siglo XI, aunque algunos elementos fueron restaurados tras el terremoto de 1117. El resto, entre los que destaca el impresionante Juicio Final de la contrafachada principal, parece ser del siglo XII. En conjunto, forman una magnífica colección, quizá la más destacada del norte de Italia.
También es muy interesante subir al campanil. En un día claro, el panorama desde sus alturas es espléndido y compensa con creces el esfuerzo de ascender por su rampa, tan empinada como angosta. A las vistas sobre los restos de Torcello y el laberinto de islas, canales y marismas que lo rodea, se une la de Burano, poco más de un kilómetro hacia el sur. Si la atmósfera está suficientemente limpia, también es posible divisar los Dolomitas, hacia el noroeste, así como la silueta de las torres y cúpulas de Venecia, al suroeste.
La visita se completa con la iglesia de Santa Fosca, con una curiosa planta circular. Aunque hay indicios documentales de un primer edificio del siglo IX, el que podemos ver hoy en día es del siglo XII. Su interior es bastante simple, pero en el exterior llama la atención el pórtico con capiteles bizantinos, que rodea parte de la iglesia. Por último, merece la pena visitar el Museo de Torcello, una buena forma de conocer el fascinante pasado de la ciudad. Inaugurado en 1887, exhibe objetos desde el periodo micénico hasta el siglo XIX. Se divide en dos secciones, con las salas dedicadas a la arqueología en el antiguo edificio del archivo, mientras el del concejo alberga las dedicadas a los periodos medieval y moderno.
Acceder a Torcello desde Venecia es sencillo. Tan solo hay que coger la linea 12 en Fondamente Nove, o la 9 en Burano, para llegar a su único muelle. Del extremo meridional de éste parte un camino, que se adentra en la isla bordeando un pequeño canal. Un paseo de seiscientos metros nos llevará frente a la entrada de la antigua catedral. Torcello es un lugar tranquilo, incluso en temporada alta. Pasear por sus campos o visitar sus interesantes restos históricos puede ser un excelente paréntesis en medio del bullicio y la masificación de Venecia. El problema puede estar en el trayecto de vuelta, ya que los vaporettos que regresan a Venecia tienden a llenarse a partir de Murano. Una forma de evitarlo, en temporada alta, es regresar dando un rodeo. Durante el verano, la linea 12 sigue hasta Punta Sabbioni. Allí es posible hacer transbordo a la 22, de regreso a Fondamente Nove, o a la 15, directamente a San Marco. Una buena forma de combinar la visita a Torcello con un agradable recorrido por la laguna.
También muy bueno el artículo sobre Santa María Asunta en Mi Moleskine® Arquitectónico: http://moleskinearquitectonico.blogspot.com/2010/06/catedral-de-torcello-venecia.html.
No me cabe en la maleta contiene información práctica sobre la isla: https://nomecabeenlamaleta.com/que-ver-en-torcello/.
En https://depuertoenpuerto.com/de-atenas-a-venecia/ se puede ver nuestro itinerario entre Atenas y Venecia.
En inglés, la web del Museo de Torcello está en https://servizimetropolitani.ve.it/en/torcello-museum/the-museum.
Moverse por Venecia en vaporetto es sencillo, pero puede intimidar al neófito. Recomiendo visitar https://avm.avmspa.it/en, donde se puede encontrar información sobre aplicaciones para móvil, además de detallar los horarios. También es interesante leer https://europeforvisitors.com/venice/articles/vaporetto_routes.htm.