El municipio de Qeqqata es uno de los cinco en que se divide Groenlandia. Ubicado al norte de Nuuk, se extiende por 115.500 km², habitados en 2020 por 9.378 personas. En su cuarta jornada de navegación hacia el norte, el Sarfaq Ittuk haría escala en sus tres principales puertos: Maniitsoq, Kangaamiut y Sisimiut, la mayor ciudad y capital de Qeqqata.

Niebla al sur de Maniitsoq

Niebla al sur de Maniitsoq.

Salí por primera vez a cubierta poco después de las cinco y media. Para nada. Navegábamos a unos 14 kilómetros de Maniitsoq, rodeados por un denso muro de niebla. El Sarfaq Ittuk avanzaba aún más lentamente de lo habitual, surcando un mar en calma. No tenía mucho sentido permanecer en cubierta. Aunque aún era pronto para desayunar, decidí bajar al Café Sarfaq a esperar la llegada a puerto. Al menos, no pasaría frío.

Llegando a Maniitsoq

Llegando a Maniitsoq.

Llegamos a Maniitsoq envueltos entre la niebla. Apenas logré ver la primera hilera de casas, encaramadas sobre las rocas que rodean el puerto. Aunque la escala era de media hora, ni me planteé bajar a tierra. Su principal atractivo parece estar en el paisaje circundante, que en cualquier caso no iba a poder contemplar. Parecía más razonable aprovechar para desayunar y estar listo por si, en un giro de la mañana, la niebla abría tras salir de Maniitsoq.

En el puerto de Maniitsoq

En el puerto de Maniitsoq.

El lugar tiene poco más de 2.500 habitantes. Como tantas localidades de Groenlandia, su población sufre un lento goteo a la baja, en parte debido a la disminución de las capturas de bacalao. A pesar de haber indicios de poblamiento desde al menos 4.000 años atrás, la ciudad actual fue fundada por los daneses en 1782, aunque en realidad más que una fundación fue una reubicación, desde la actual Kangaamiut. En la década de 1950 llegó a plantearse la posibilidad de trasladar el centro administrativo de Groenlandia desde Godthåb, la actual Nuuk, hasta Maniitsoq, que entonces aún era conocida por su nombre danés: Sukkertoppen. Finalmente se desechó la idea. Tampoco prosperó la construcción de una planta de aluminio, anunciada por Alcoa en 2008. Con una proyección de 600 empleos directos, habría conseguido revertir el lento declive de la ciudad. Maniitsoq no parece atravesar una buena racha.

En el noreste de Sermersuu

En el noreste de Sermersuu.

Zarpamos a las siete y media. Tras salir del puerto, el Sarfaq Ittuk viró a babor y enfiló directamente hacia el norte, nuevamente navegando por aguas interiores. De haber disfrutado de un día despejado, las vistas habrían sido interesantes. Pero la niebla se resistió a levantar hasta que llegamos al extremo nororiental de la isla de Sermersuu, en una amplia ensenada conocida como Tunu. O, para los daneses, Hamborgersund.

Sermersuu entre la niebla

Sermersuu entre la niebla.

Durante un breve lapso de tiempo, mientras navegábamos hacia el oeste buscando nuevamente mar abierto, pudimos entrever el impresionante paisaje que nos rodeaba. Agrestes laderas, en las que la nieve y la roca se entremezclaban, elevándose hacia un cielo donde se abrían algunos claros, de un intenso color azul. La niebla parecía estar muy pegada al suelo. Por un momento, pensé que la situación no tardaría en mejorar. Falsas esperanzas. Apenas tardamos unos minutos en adentrarnos en un nuevo banco de niebla, aún más denso que el anterior. El claro había sido poco más que un espejismo. O un maleficio de los dioses inuit, para mostrarnos fugazmente aquello que finalmente nos sería vedado contemplar.

Llegando a Kangaamiut

Llegando a Kangaamiut.

La llegada a Kangaamiut, nuestro siguiente destino, estaba prevista a las once de la mañana. Todo parecía indicar que sería una nueva escala entre la niebla. Hasta que, quince minutos antes de la llegada, entramos bruscamente en un nuevo claro. Frente al costado de estribor, un conjunto de coloridas casas se desperdigaba por una ladera rocosa. Aunque, mirando alrededor nuestro, estábamos rodeados de nieblas y brumas, el sol brillaba con intensidad.

Frente al canal de Kangaamiut

Frente al canal de Kangaamiut.

Tras rodear un pequeño islote rocoso, nos detuvimos frente a un canal, en cuyo fondo estaba el diminuto puerto. De inmediato comenzaron los preparativos para botar la lancha. Además de encontrarse al fondo de un canal bastante estrecho, el puerto carecía de calado suficiente para el Sarfaq Ittuk. Utilizar la lancha significaba que tan solo podrían desembarcar aquellos que tenían Kangaamiut como puerto de destino. Tocaba quedarse curioseando en cubierta.

Kangaamiut

Kangaamiut.

Kangaamiut fue fundado por los daneses en 1755 y bautizado como Sukkertoppen. En 1782 el lugar fue abandonado y la colonia trasladada a Maniitsoq. Pero no todos los inuit se marcharon. Algunos siguieron utilizándolo como asentamiento temporal. A lo largo del siglo XIX volvió a estar habitado de forma estable. En la actualidad, apenas tiene 293 habitantes, principalmente dedicados a la pesca.

La lancha regresa de Kangaamiut

La lancha regresa de Kangaamiut.

Aunque la escala era de 15 minutos, entre botar la lancha, los dos viajes que fueron necesarios para realizar todo el trasiego de personas y volver a recoger la lancha, acabamos pasando más de media hora inmóviles. Finalmente, pasadas las once y cuarto nos pusimos en movimiento, dirigiéndonos directamente hacia el norte, por el canal que separa la isla de Kangaamiut y el conjunto de islotes, cuyo nombre no logré averiguar, que hay más al oeste.

Montañas al norte de Kangaamiut

Más allá de Kangaamiut.

Tras superar el más septentrional, viramos a babor, en busca de aguas abiertas. La mañana era espléndida, con un cielo intensamente azul y el sol brillando sobre el horizonte. Mientras tanto, recorríamos un hermoso paisaje de agrestes montañas. Las más cercanas, mostrando sin tapujos su roca desnuda. Una de las características de buena parte del paisaje groenlandés. Allí donde la nieve o el hielo no cubren sus rocas, la falta casi absoluta de vegetación permite apreciar en todo su esplendor muchos detalles que, en lugares menos ásperos, suelen permanecer ocultos. Pliegues, texturas, grietas, intrusiones… Groenlandia es un paraíso para cualquier aficionado a la geología.

Roca y nieve al norte de Kangaamiut

Roca y nieve al norte de Kangaamiut.

Más hacia el interior, la nieve iba apoderándose lentamente del paisaje. Cubriendo progresivamente las laderas, hasta que lograba hacerse dueña de las partes más altas. Creando pequeños glaciares, que en Groenlandia no eran más que meras anécdotas en comparación con el gran casquete helado que ocupa la mayor parte de su zona central. De sus aproximadamente 2.166.000 km², más de 1.700.000 están cubiertos por una capa de hielo que, en algunas zonas, supera los tres kilómetros de espesor. La segunda mayor del planeta, tan solo por detrás de la Antártida.

Vuelve la niebla

Vuelve la niebla.

Mientras tanto, la niebla empezó a dar señales de querer regresar. Al principio, como lejanos bancos, asentados entre la propia Groenlandia y los islotes y escollos que salpican su intrincada costa. Después, comenzó a devorar lentamente algunas montañas. Poco antes de mediodía, más allá de la proa apareció un denso banco, atravesado en nuestra ruta. No tardamos en adentrarnos en él, para pasar buena parte de la tarde navegando por un reducido mundo gris. Aproximadamente tres horas y media más tarde cruzábamos el círculo polar ártico, sin más referencia que el GPS del móvil.

Una breve escala en Sisimiut.

Salimos de la niebla bruscamente. Apenas unos minutos antes de llegar a Sisimiut, donde pude dar un breve paseo bajo un sol espléndido. La escala, de dos horas y media, fue suficiente para visitar el reducido centro histórico de la ciudad.
Al norte de Sisimiut

Al norte de Sisimiut.

El Sarfaq Ittuk zarpó de Sisimiut a las nueve de una noche que no llegaría. Un 31 de mayo, a 66° 56′ norte, aún se pondría el sol, para permanecer oculto tras el horizonte durante menos de una hora. La «noche» quedaría reducida a un largo crepúsculo, que daría paso a un nuevo día. La siguiente jornada con unos minutos de oscuridad total sería el 5 de agosto. En cambio la niebla parecía tener ganas de regresar. Esta vez, apenas hubo tiempo de apreciar el paisaje. En poco más de 20 minutos, nos adentramos en un denso muro gris, del que ya no saldríamos en lo que quedaba de tarde.

Para ampliar la información.

No he logrado encontrar nada interesante en español.

En inglés, hay una larga entrada sobre Maniitsoq en Trap Greenland: https://trap.gl/en/kommunerne-og-byerne/qeqqata-kommunia/maniitsoq/.

También es interesante la reseña en Visit Greenland: https://visitgreenland.com/destinations/maniitsoq/.

Por último, Destination Arctic Circle tiene bastante información práctica sobre el lugar: https://destinationarcticcircle.com/maniitsoq-travel-guide/.

Como era de esperar, resulta más complicado encontrar algo sobre Kangaamiut, más allá de una breve entrada en Guide to Greenland: https://guidetogreenland.com/about-greenland/greenland-attraction/the-settlement-of-kangaamiut/.