San Nicolò dei Mendicoli

La iglesia de San Nicolò dei Mendicoli, en el sestiere de Dorsoduro, es una de las mas alejadas del núcleo turístico de Venecia. Situada cerca de donde Venecia deja de ser Venecia, más al oeste que la estación de ferrocarril de Santa Lucía, el horrible aparcamiento de Piazzale Roma o la universidad Ca’ Foscari – San Basilio. Y a un paso de las terminales de cruceros de Tronchetto y San Basilio. Por tanto, tan solo un canal la separa de la única zona de Venecia a la que es posible acceder en coche. Sin embargo, pocas iglesias de la ciudad de la laguna son más auténticamente venecianas que la pequeña San Nicolò.

Nadie tiene claro el origen del nombre de la iglesia. Nicoló hace referencia a San Nicolás de Bari. Mendicoli podría ser una derivación de Mendigola, quizá el antiguo nombre de la isla, o proceder de la palabra italiana mendici (mendigos). Hasta mediados del siglo XIX, la parte occidental de Dorsoduro era una de las mas pobres de Venecia. Sus habitantes se dedicaban principalmente a la pesca y el transporte de mercancías entre la ciudad y el continente. Conocidos como nicolotti, hablaban un dialecto con cadencia y giros distintos a los del resto de la ciudad. Consciente del importante papel de los nicolotti en el abastecimiento de Venecia, el dogo solía recibir con honores a su representante, elegido entre los feligreses de la parroquia.

Antiguamente, la zona estaba formada por islotes y bancos de arena. Según la tradición, en uno de ellos habría una antigua fortaleza de origen romano, sobre cuyas ruinas se construiría en el siglo VII la primera iglesia. Devastada por incendios y terremotos, sería reconstruida entre los siglos XII y XIII. Los orgullosos nicolotti mantuvieron su parroquia hasta las invasiones napoleónicas y el fin de la Serenissima. Durante el dominio austriaco, los terrenos actualmente ocupados por la estación de ferrocarril y la terminal de cruceros eran poco mas que arenales e islotes, utilizados para ejercicios militares. La iglesia cayó en estado de abandono, que casi termina con su destrucción durante la gran inundación del 4 de noviembre de 1966, conocida en Venecia como aqua granda, cuando el nivel de la laguna llegó a subir 194 centímetros.

En 1972 llamó la atención de Venice in Peril, una organización británica dedicada a la preservación del patrimonio histórico y cultural de Venecia. De inmediato, comenzaron los trabajos de restauración, en colaboración con el estado italiano, que en una primera fase se prolongarían hasta 1996. Además de afianzar estructuralmente el edificio y restaurar su cubierta y su interior, se reconstruyó el porche y se elevó el nivel del suelo. Entre 2002 y 2003 se realizó una segunda campaña de restauración, que se complementó con otra intervención, en 2020, cuando se instaló un nuevo sistema de drenaje. Curiosamente, los trabajos de restauración fueron reflejados en la película de 1973 Amenaza en la sombra, cuyo protagonista trabaja en Venecia como restaurador.

Lo primero que llama la atención al entrar en la iglesia es la riqueza de su interior. Mas aun sabiendo que la parroquia estaba en uno de los barrios menos opulentos de Venecia. San Nicolò es uno de los mejores ejemplos que nos ha llegado del peculiar estilo veneciano-bizantino. Su planta es basilical, con tres naves y varias capillas laterales. Destacan los capiteles, el espléndido órgano barroco y la estatua del siglo XV de San Nicolás, en el altar mayor. También hay numerosos cuadros, algunos de Palma el Joven y Carlo Caliari. El gran fresco que adorna el techo, trampantojo incluido, es de Francesco Montemezzano.

San Nicolò dei Mendicoli no es una de las grandes iglesias venecianas. Ni por su tamaño, ni por la acumulación de obras de arte, puede competir con las verdaderas joyas de la ciudad, como Santa María dei Frari, San Juan y San Pablo o Santa María Asunta, por citar algunas entre una lista casi inabarcable. Sin embargo, es una visita con indudable interés. Más allá de su hermoso interior y de su interesante historia, nos permitirá conocer una de las zonas de la ciudad menos frecuentadas por el turismo. Una Venecia más íntima, con pequeños canales, iglesias solitarias y calles recónditas, que forma parte de lo que algunos llaman Venezia Minore.