Con 16 kilómetros de longitud, el Mefjorden es uno de los fiordos que penetran entre las agrestes montañas del norte de la isla de Senja. La carretera 862 recorre buena parte de su costa meridional, entre Mefjordbotn y las inmediaciones de Senjahopen. En cambio, su costa oriental permanece completamente salvaje. Sobre sus agrestes acantilados, encontraremos los montes Hesten y Segla, que componen uno de los panoramas emblemáticos de la isla.

En Mefjordbotn

En Mefjordbotn.

El plan original era recorrer la costa meridional del Mefjorden, llegando desde el este. Pero las obras de un nuevo túnel de avalanchas en la carretera 862 se interpusieron en nuestro camino. Una barrera cerraba el paso apenas unos metros más allá del desvío a Mefjordbotn. Antes de dar media vuelta, decidimos descender hasta la costa. Mefjordbotn resultó estar compuesto por media docena de casas, desparramadas junto al fondo del fiordo. Llegamos hasta el final de la carretera. La vista era de una belleza enigmática. Las montañas, cubiertas de niebla, abrazaban al fiordo, que desde nuestra posición podría haber parecido un lago. De no ser por las huellas evidentes de la marea, empeñadas en recordarnos que nos encontrábamos frente a un brazo del mar de Noruega. Por lo demás, la sensación de paz era asombrosa. En el rato que estuvimos curioseando por el muelle de Mefjordbotn no vimos un alma ni escuchamos el sonido de un motor.

Mefjordbotn desde el norte de Senjahopen

Mefjordbotn desde el norte de Senjahopen.

Creo que fue esa sensación de aislamiento y tranquilidad la que, a pesar de saber que tendríamos que desandar nuestro camino, hora y media más tarde nos llevó de nuevo al Mefjorden. Ahora llegábamos desde el oeste, tras recorrer los 2.147 metros del Geitskartunnelen. Atravesamos Senjahopen, una pequeña localidad con apenas 265 habitantes, para hacer una primera pausa en un mirador ubicado tan solo un kilómetro y medio más al norte. Aunque apenas podíamos intuir Mefjordbotn, difuminado por lo que parecía ser un intenso chaparrón, la vista volvía ser magnífica.

Orilla oriental del Mefjorden

Orilla oriental del Mefjorden.

Frente a nosotros, se levantaba un muro de roca, al que los árboles intentaban aferrarse como podían. Varias cascadas se deslizaban desde las alturas, mientras las cimas más altas permanecían ocultas entre las nubes. Éstas habían ido levantando a lo largo del día y ahora nos permitían contemplar, al otro lado del fiordo, la cima del Segla. Apenas 5.000 metros en linea recta nos separaban del que, inicialmente, había sido el principal objetivo de nuestra incursión a Senja. Por la mañana, las nubes bajas nos habían hecho desistir de intentarlo. Ahora, el corte en la 862 hacía que, en realidad, estuviéramos a 110 kilómetros por carretera del comienzo de la senda de acceso al Hesten, desde donde se disfruta de la mejor vista sobre la hermosa montaña.

El chubasco que ocultaba Mefjordbotn parecía estar cada vez más cerca. Lentamente, iba devorando el paisaje desde el sur del fiordo. Decidimos tomar el camino contrario, que nos llevó a Mefjordvær. Otra pequeña población, en este caso de 179 habitantes, en la que hicimos una nueva pausa. Estábamos curioseando entre sus muelles cuando el día, que ya estaba siendo enrevesado, pareció torcerse por completo. Por una parte, nos alcanzó el chaparrón. Para colmo, vimos aparecer el autobús que había complicado nuestra visita a Tungeneset. Decidimos buscar refugio en lo que parecía ser una cafetería.

La pista hacia Knutevika

La pista hacia Knutevika.

Fue una magnífica idea. El lugar resultó formar parte de un pequeño complejo turístico, denominado Mefjord Brygge, que también tiene un restaurante, habitaciones y sirve de base para diversas actividades. Además de tomar un magnífico café, descansar y entrar en calor, curioseando descubrimos que de las inmediaciones partía una senda. Ésta conducía hasta una pequeña ensenada frente al mar abierto, llamada Knutevika. Llevábamos casi todo el día en el coche, por lo que nos vendría bien dar un paseo. En cuanto escampó, salimos a explorarla.

En el refugio de Knutevika

En el refugio de Knutevika.

La senda resultó ser una pista, que terminaba en una gran explanada de tierra. En realidad, un aparcamiento, en el que tan solo encontramos una autocaravana. Desde allí, nacía una auténtica maraña de senderos, que permitían explorar la apabullante naturaleza que nos rodeaba. Tomamos el que, al menos en apariencia, llevaba directamente hacia la costa. Acababa junto a un pequeño refugio de madera, con una bonita vista sobre la ensenada.

Junto a Knutevika

Junto a Knutevika.

Allí la senda volvía a bifurcarse, adentrándose aun mas en el espectacular entorno que recorríamos. Pero era demasiado tarde para continuar. A las 19:45 teníamos que coger un ferry que, debido a las obras de la 862, estaba a 110 kilómetros de distancia por carretera. Disfrutamos por unos minutos de la serenidad que trasmitía el lugar. Después, echamos un último vistazo a Knutevika y al imponente macizo de Fjølhaugen, cuyas cimas permanecían ocultas entre las nubes, y emprendimos el camino de regreso.

Okshornan desde el este

Okshornan desde el este.

En el rato que estuvimos junto a Knutevika, el día comenzó a levantar. Mientras atravesábamos nuevamente el aparcamiento, que entre tanto había quedado completamente vacío, podíamos adivinar las extrañas cimas de Okshornan rozando el techo de nubes. Aunque la vista desde el este no era tan espectacular como la que habíamos disfrutado en Tungeneset, su aspecto era casi más salvaje. La proximidad nos permitía apreciar con mayor claridad las profundas hendiduras entre las agujas de piedra. La soledad y el silencio, tan solo roto por el murmullo de varias cascadas y el sonido del viento entre las ramas, nos retuvieron durante unos minutos, extasiados por el mágico entorno.

El sol ilumina la base del Segla

El sol ilumina la base del Segla.

Cuando finalmente logramos regresar a Mefjordvær, la tarde seguía mejorando por momentos. Un rayo de sol traspasaba el manto de nubes, iluminando la base del Segla. El chubasco de Mefjordbotn había desaparecido por completo y, por fin, podíamos contemplar el fiordo en todo su esplendor. Por una parte, fue un respiro, tras llevar buena parte del día entre nieblas y chubascos. Pero no pudimos evitar sentir cierto resquemor. ¿No podía haber aclarado unas horas antes, cuando estábamos cerca de Fjordgård y el inicio de la senda del Hesten?

Acantilados bajo el Gilberget

Acantilados bajo el Gilberget.

La vista hacia el norte no se quedaba atrás. El sol brillaba cada vez con más intensidad sobre los imponentes acantilados a los pies del Gilberget, cuya cima aun seguía oculta entre las nubes. Éstas eran cada vez menos compactas y, hacia el norte, dejaban entrever jirones de cielo azul. Color que se reflejaba en el mar, dando a sus aguas un aspecto cada vez menos áspero.

La 862 sigue cortada

La 862 sigue cortada.

Antes de volver a cruzar el Geitskartunnelen, decidimos curiosear hacia el sur por la carretera 862. En aquel momento, desconocíamos el motivo del corte, por lo que entraba dentro de lo plausible que éste hubiera sido temporal. No llegamos muy lejos. Apenas habíamos recorrido 1.700 metros desde el desvío cuando de nuevo nos dimos de bruces con una barrera. Definitivamente, la ruta estaba cerrada.

Al comienzo de la senda del Roalden

Al comienzo de la senda del Roalden.

Aquel desvío nos empujó a hacer una última parada en el Mefjorden, en el aparcamiento de una pequeña iglesia junto a la carretera. En realidad, lo que nos había llamado la atención era el impresionante circo de roca que se levantaba al otro lado del asfalto. El lugar era una mezcla de vegetación y piedra, rezumando agua por todos y cada uno de sus rincones. A sus pies, había un zona completamente encharcada, atravesada por unos precarios tablones de madera. Al comienzo de éstos, encontramos un cartel con una flecha: Roalden 4,0 km. Pero nos quedaban poco mas de tres horas para embarcar y aun estábamos a 104 kilómetros del ferry. Podrían parecer pocos, pero la carretera que teníamos por delante no era precisamente una autopista. Además, sabíamos que el paisaje que recorreríamos nos empujaría a hacer alguna parada imprevista. Roalden tendría que esperar.

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Para ampliar la información:

En https://depuertoenpuerto.com/cinco-dias-en-troms/ encontrarás todo nuestro itinerario de cinco días por Troms.

Quien quiera subir al Hesten, puede encontrar una descripción de la ruta en https://vayaviajecito.com/ascenso-al-hesten-noruega/.

En inglés, la web de turismo de Senja está en https://www.visitsenja.no/en.

La sección dedicada a Senja en la página oficial de las rutas turísticas noruegas está en https://www.nasjonaleturistveger.no/en/routes/senja/.

La web de Mefjord Brygge está en https://www.mefjordbrygge.no/.En Peakbook se puede ver la ruta hasta el Roalden: https://peakbook.org/en/tour/281415/Roalden.html.