La República de Ragusa mimó unas murallas que, junto a una elaborada diplomacia, permitieron durante siglos mantener una precaria independencia, en un entorno tan complicado como el Adriático. Entre unos Balcanes, en los que la inestabilidad originada por la decadencia de Bizancio fue seguida por la apabullante presencia del Imperio Otomano, y un mar que era el patio trasero de la República de Venecia, históricamente una de las grandes potencias marítimas del Mediterráneo Oriental. Ambos ambicionaban dominar la diminuta pero próspera república y ambos fracasaron. Solo durante las Guerras Napoleónicas, mediante un engaño, en Mayo de 1806 lograron los franceses entrar en Dubrovnik. Menos de dos años mas tarde, los mismos franceses abolieron una de las repúblicas mas longevas de Europa.
El acceso a las murallas se puede hacer por tres lugares. El mas popular está ubicado al oeste, junto a la puerta de Pile. Encontrarlo es sencillo: nada mas superar la puerta interior, a mano izquierda hay unas escaleras que zigzaguean hacia un arco elevado en la misma muralla, donde se encuentra la taquilla. Los otros dos accesos están al este de la ciudad, junto a las fortalezas de San Juan y de San Lucas. Se puede entrar y salir por cualquiera de ellos, pero hay que tener claro que una vez se sale, aunque no se haya completado el recorrido, hay que volver a pagar si se quiere volver a entrar. También hay que tener en cuenta que el recorrido es de dirección única. Es obligatorio hacerlo en sentido contrario a las agujas del reloj. Por eso, sobre todo si se accede a primera hora de la mañana, lo recomendable es entrar por Pile, para recorrer la muralla del mar antes de que se masifique. Porque, al menos en temporada alta, debes tener claro que vas a compartir el recorrido con mucha gente. Tanta, que en algunos puntos se llegan a formar pequeños atascos.
En cualquier caso, a pesar del gentío, recorrer sus murallas es una de las visitas imprescindibles de Dubrovnik. Los muros que dan al mar, en la parte meridional del perímetro, están asentados sobre un acantilado natural y tienen un ancho de entre 1,5 y 3 metros. Por contra, en sus flancos mas expuestos, los orientados al norte y al oeste, los muros duplican dicha anchura, alcanzando una altura de 25 metros. Además, están reforzados por un segundo muro exterior, con el fin de mejorar la protección frente a la artillería. Todo ello reforzado con torres y bastiones en los puntos críticos, como la imponente torre Minčeta, ubicada en el ángulo mas elevado, entre los lienzos occidental y septentrional.
Otro de los atractivos de recorrer sus murallas es disfrutar de las vistas que éstas ofrecen sobre la ciudad y su entorno. Desde lo alto de los muros, las escenas varían continuamente, oscilando entre las magníficas y las insólitas. A las hermosas vistas panorámicas sobre un mar de tejados rojos, se unen los mil detalles que es posible apreciar al contemplar la ciudad desde una plataforma privilegiada. Claustros de conventos, ropa tendida, ventanales góticos, edificios en ruinas o torres de iglesias van desfilando ante tus ojos, ofreciendo infinitas posibilidades fotográficas. Por si todo esto fuera poco, están las vistas sobre el mar y la cercana fortaleza de Lovrijenac.
El perímetro de las murallas se puede recorrer tranquilamente en un par de horas. Nosotros tardamos tres pues, además de explorar tranquilamente todos los recovecos del recinto, hicimos una «parada técnica» en Petra’s, una terraza con unas magníficas vistas sobre el mar y la muralla, en la que es posible tomar un refresco o un café mientras se descansa. En el recorrido también hay baños, así como algún que otro punto en el que es posible comprar agua o refrescos. Además de otro café en el interior de una de las torres del lienzo septentrional. En cualquier caso hay que ir preparado para pasar calor, al menos en verano, y a subir y bajar bastantes escaleras.
Un aliciente añadido de la visita es la fortaleza de Lovrijenac, o San Lorenzo, también incluida en la entrada a las murallas. Situada al oeste del perímetro principal, pero físicamente aislada de éste, cumplía una doble función defensiva. Por una parte, flanqueando cualquier posible ataque desde tierra a la puerta de Pile. Por otro, impidiendo el acceso al pequeño puerto natural que hay al oeste de la ciudad vieja. Según la tradición, la fortaleza original fue levantada en tan solo tres meses a principios del siglo XI, al tener conocimiento los ciudadanos de Ragusa de la intención veneciana de fortificar el lugar. Aunque la fortaleza actual se levantó tras el devastador terremoto de 1667. Al interés de recorrer sus salones y parapetos, se une el de las magníficas vistas que ofrece sobre la ciudad antigua y su recinto amurallado.
En ElGiroscopo Viajero hay una buena descripción del recorrido por las murallas: https://elgiroscopo.es/visita-las-impenetrables-murallas-la-bella-dubrovnik/.
En https://depuertoenpuerto.com/de-atenas-a-venecia/ se puede ver nuestro itinerario entre Atenas y Venecia.
En inglés, se pueden consultar precios, horarios y otras informaciones en https://www.wallsofdubrovnik.com.
El blog Daily Dream 360º tiene una entrada bastante interesante: https://www.dailydream360.com/what-you-need-to-know-about-the-dubrovnik-city-walls-walk/.