Decidimos pasar dos noches en el hotel a la finalización de un crucero por el sureste asiático. Estaríamos más descansados, sin acusar el jet-lag y sería un buen final para nuestra estancia en la zona. Normalmente, cuando es posible, procuramos reservar habitaciones con vistas al mar. Pero en esta ocasión elegimos justo la vista contraria. Las habitaciones que dan al norte tienen una magnífica vista del skyline de Singapur.
Con 2.561 habitaciones repartidas entre tres torres, el hotel es enorme. Y, como todos los hoteles enormes, impersonal. La recepción es una máquina, eso si bastante eficiente, de registrar huéspedes. Llegamos muy pronto, por lo que nuestra habitación no estaba lista. Contábamos con ello y nuestra única intención era deshacernos del equipaje para ir a visitar los Jardines de la Bahía. Cuando regresamos al hotel, a primera hora de la tarde, ya teníamos el equipaje en la habitación. Ubicada en la planta 44, era bastante grande (unos 40 metros cuadrados) y muy funcional, pero similar a cualquier habitación de un hotel de la misma categoría en cualquier ciudad del mundo. Lo más destacable de la habitación eran sus vistas. Un enorme ventanal cubría la práctica totalidad de la pared exterior de la habitación, ofreciendo una magnífica perspectiva sobre la zona central de Singapur.
El principal reclamo del hotel es su espectacular piscina infinita. Situada a 191 metros de altura y con una longitud de 146 metros, es sin duda una de las piscinas más famosas del mundo. El acceso es exclusivo para los clientes del hotel, estando abierta de 6 de la mañana a 11 de la noche. No me gustan las piscinas pero, como en todo, hay excepciones. Y esta es una de ellas. La sensación de estar en una piscina a casi 200 metros de altura, con el borde del agua confundiéndose con el cielo y los rascacielos de Singapur es una experiencia increíble. Pensaba que, siendo el hotel tan enorme, la piscina estaría abarrotada y habría problemas para encontrar tumbonas. Pero las dos veces que fuimos, ambas por la tarde, no tuvimos mayor problema para encontrar sitio junto al agua. La piscina propiamente dicha, aunque desde luego nunca estaba vacía, tampoco tenía una cantidad agobiante de bañistas. En las tumbonas hay servicio de camareros, por lo que es posible incluso comer algo ligero en ellas. Lo que no hay es vestuarios: tienes que cambiarte en la habitación y subir en albornoz.
El hall principal del hotel también está abierto al público. Se puede acceder desde cualquiera de las dos puertas, situadas en los extremos del complejo, o desde el centro comercial, con el que comunica por un pasaje subterráneo. También hay una pasarela que sirve de acceso a los Jardines de la Bahía y literalmente atraviesa el interior del hotel a varios pisos de altura. Cada una de las torres del hotel está formada en realidad dos mitades, recostadas entre sí. El hueco interior del hotel se eleva hacia las alturas, en las que convergen las dos partes de las torres, creando un efecto muy interesante. El exterior también es llamativo. La fachada norte, que da al centro de Singapur, es una estructura cubierta de cristal arqueada hacia afuera, de forma que la parte superior vuela sobre el vacío. Por contra, la fachada sur es relativamente más convencional, con terrazas y maceteros llenos de plantas, aunque también tiene una interesante forma arqueada. El conjunto del edificio, con sus tres torres unidas por la estructura superior, es realmente llamativo.
¿Merece la pena alojarse en el hotel, que desde luego no es barato? Es difícil dar una respuesta sencilla. A nosotros nos costó el doble que el Fairmont Singapore, el magnífico hotel en el que nos alojamos antes de embarcar. Considerando que la habitación era mucho más amplia, unido a la posibilidad de acceder al SkyPark Infinity Pool y de entrar al SkyPark Observation Deck gratuitamente y sin esperas, se justifica en parte la diferencia de precio. Respecto a la ubicación, es perfecta para visitar los Jardines de la Bahía, que están prácticamente a los pies del hotel. En cambio, aunque se puede llegar dando un paseo, está algo más apartado del centro de la ciudad, pues hay que bordear el lago que la separa de ésta. En mi opinión personal, pasar una o dos noches en el hotel es toda una experiencia. A partir de ahí, quizá no merezca la pena, dada la amplia oferta de hoteles de Singapur a precios más competitivos.
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-mar-de-la-china-meridional/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por el sur de Asia.
El siempre entretenido canal de YouTube alanxelmundo tiene un largo episodio dedicado al hotel: https://www.youtube.com/watch?v=hNEpxRx6_SU.
En la web WikiArquitectura hay una entrada con abundante información sobre el edificio desde el punto de vista técnico: https://es.wikiarquitectura.com/edificio/marina-bay-sands/.
En inglés, se puede visitar la página web oficial del hotel (https://www.marinabaysands.com), o directamente la dedicada al SkyPark (https://www.marinabaysands.com/sands-skypark.html).