Nuestro plan para la segunda jornada en el Ártico noruego era muy sencillo. Cruzaríamos a Senja en el ferry que lleva desde Brensholmen hasta Botnhamn y, desde allí, comenzaríamos a explorar la isla de este a oeste. Pero no contábamos con la lluvia. Sabíamos que la previsión era de chubascos durante buena parte del día. En realidad, acabó diluviando.

El Skutvik zarpando de Brensholmen

El Skutvik zarpando de Brensholmen.

Senja era nuestro destino prioritario durante la primera parte del viaje, antes de embarcar en un crucero rumbo al Ártico profundo. Nos resistíamos a rendirnos. Hasta tal punto, que acabamos acercándonos a Brensholmen, esperando hasta el último momento un súbito cambio del día, que nos permitiera mantener nuestro plan inicial. No hubo suerte. Cuando llegó la hora de que el Skutvik zarpase rumbo a Botnhamn, seguía lloviendo y el paisaje estaba prácticamente oculto por las nubes bajas. En esas condiciones, no tenía el menor sentido cruzar a Senja. Pasamos al plan B.

En la orilla del Straumsfjorden

En la orilla del Straumsfjorden.

Éste consistía en hacer tiempo en Tromsø, mientras esperábamos que el día mejorase. Entre tanto, aprovecharíamos para visitar algunos museos. Antes, haríamos un rodeo, recorriendo el sur de la isla. No conocíamos la carretera y, con suerte, encontraríamos mejor tiempo. Además, de camino, había un lugar a priori interesante. La antigua granja de Hella, frente al Rystraumen, donde había un pequeño museo etnográfico. Pero la fortuna no parecía estar de nuestra parte. Seguía lloviendo y el propio personal que atendía en la entrada a Hella nos dijo que, en esas condiciones, no merecía la pena visitar un lugar al aire libre. Retomamos la ruta hacia Tromsø.

Polaria

Polaria.

Allí, nuestro primer destino era Polaria. Habíamos visitado el museo durante nuestro primer viaje al norte de Noruega, en el verano de 2015. Aunque en aquella ocasión nos había decepcionado, decidimos hacer un segundo intento. Quizá esta vez nos iría mejor. Además, parecía una buena introducción a la región que recorreríamos en la segunda parte del viaje, a bordo del SH Vega. Por último, podríamos hacer la visita con mucha más calma que en la ocasión anterior. O eso pensábamos.

Vida marina en Polaria

Vida marina en Polaria.

En realidad, buena parte de los visitantes de Tromsø había tenido nuestra misma idea. El museo estaba literalmente abarrotado. Hasta tal punto, que estuvimos tentados de dar media vuelta. Pero ya habíamos pagado el aparcamiento y la lluvia se había convertido en un diluvio. Acabamos realizando un recorrido que no resultó nada agradable. Creo que es, con diferencia, la peor visita a un museo que jamás he realizado en Noruega. Al terminarla, seguía diluviando. Acabamos tomando un café en la planta alta del museo, mientras contemplábamos el aguacero desde sus ventanales.

MS Polstjerna

MS Polstjerna.

Cuando el diluvio se convirtió en una simple lluvia, salimos a lo que pensábamos sería nuestra segunda visita del día: el MS Polstjerna. El veterano buque, utilizado tanto en la caza de focas como en la exploración ártica, reposa desde 2003 en un pabellón de cristal, a escasos metros de Polaria. También lo habíamos visitado en 2015, cuando me había dejado unos magníficos recuerdos. Pero estaba visto que no era nuestro día. El acceso al pabellón estaba cerrado, aparentemente por mantenimiento. No he logrado averiguar la fecha prevista de apertura.

En el Museo Polar de Tromsø

En el Museo Polar de Tromsø.

Tras el fracaso en el Polstjerna, decidimos ir al Museo Polar. También lo había visitado, en este caso durante mi anterior viaje a Tromsø, en febrero de 2020. Pero Olga no lo conocía y a mí no me importaba repetir. Al fin y al cabo, tampoco hay tantos museos dedicados a la historia del Ártico en el mundo. Mientras ella se entretenía con los llamativos dioramas, yo me dediqué a observar con mayor detalle los objetos recuperados de antiguas exploraciones que el museo atesora. Acabó siendo, con diferencia, la visita más agradable del día.

Fragmento de la Carta Marina de Olaus Magnus

Fragmento de la Carta Marina de Olaus Magnus.

De propina, pudimos ver una exposición temporal muy interesante, centrada en la evolución de la imagen que el resto de Europa había tenido sobre Escandinavia y las regiones árticas, desde el punto de vista del conocimiento cartográfico. Toda la muestra giraba en torno a la Carta Marina de Olaus Magnus, publicada en Venecia en 1539. Aunque no faltaban referencias a otras obras, tanto anteriores como posteriores, que permitían apreciar cómo se había pasado de un conocimiento erróneo, en gran parte basado en leyendas y premisas falsas, a otro más científico.

Skansen

Skansen.

Salimos del Museo Polar pasadas las tres de la tarde. Por fin parecía que la lluvia comenzaba a remitir. Aprovechamos para dar un breve paseo hasta Skansen, el barrio más antiguo de Tromsø. Aunque denominar barrio al pequeño conjunto de casas quizá sea un tanto pretencioso, parece que la ciudad tiene sus orígenes en esta colina. Las primeras fortificaciones se levantaron en tiempos de Håkon Håkonsen, a lo largo del siglo XIII, aunque quizá se establecieron sobre edificios anteriores, del siglo XI. La casa más antigua que se conserva en el lugar es de 1789, cuando Skansen era un puesto aduanero.

Langsundet

Langsundet.

Seguía sin llover. Era demasiado tarde para intentar llegar a Senja, pero nos animamos a hacer una excursión hacia el norte. Nuestro objetivo sería Ringvassøya, la sexta isla más grande de la Noruega continental. Antes, tendríamos que volver a cruzar el Sandnessundbrua y recorrer la orilla oriental de Kvaløya por la carretera 863, hasta el túnel que conecta ambas islas, bajo Kvalsundet. En unos días, recorreríamos esa misma costa en barco, camino de Svalbard. No nos detuvimos hasta alcanzar el estrecho de Langsundet, entre Ringvassøya y Reinøya.

Si, durante el día anterior, habíamos planificado por instinto nuestra excursión por Kvaløya, ahora íbamos prácticamente a ciegas. Para colmo, regresó la lluvia, casi con la misma intensidad que durante la mañana. Nuestro plan inicial consistía en desviarnos por la carretera 7910 y atravesar el interior de la isla hasta un lugar llamado Mikkelvik. Cuando llegamos al desvío, la carretera se adentraba en un paisaje completamente cubierto por la niebla. Nos pareció más prudente seguir costeando por Langsundet.

Al norte de Grunnfjorden

Al norte de Grunnfjorden.

La 863 es una carretera sin salida, que acaba en un lugar en medio de ninguna parte llamado Grunnfjorden, frente al que había algunas cascadas. Parecía interesante y con seguridad sería remoto. Nos detuvimos unos metros antes de las primeras casas. Llovía tanto, que no pudimos bajar del coche. En ese momento, hartos de lluvia, nos rendimos. En lugar de recorrer los 5 últimos kilómetros de la 863, iniciamos el regreso al hotel.

Regresando hacia el sur por Langsundet

Regresando hacia el sur por Langsundet.

Además, nuestro errático avance nos había llevado a 115 kilómetros de Sommarøya. Una distancia que, por las estrechas carreteras de la Noruega ártica, nos llevaría casi un par de horas recorrer. Aun así, acabamos haciendo alguna breve parada, aprovechando las escasas treguas que nos daba la lluvia. Las nubes bajas y los chaparrones nos impedían contemplar el paisaje en toda su amplitud. A cambio, los incesantes chubascos habían empapado el terreno hasta unos extremos asombrosos. El campo rezumaba agua y, cuando la luz lograba aumentar de intensidad, por levemente que fuera, sus colores se revelaban en toda su limpia frescura.

Rorbu en el Sørfjorden

Rorbu en el Sørfjorden.

El tiempo comenzó a mejorar tras cruzar Kattfjord. En lugar de diluviar, tan solo llovía. Era la segunda vez que recorríamos esa carretera. Hicimos una breve pausa para intentar fotografiar un gran rorbu, algo desvencijado, que me había llamado la atención junto al Sørfjorden. Pero la lluvia parecía estar agazapada esperándonos. Según descendía del coche, volvió a arreciar el chaparrón, impidiéndome hacer la foto que tenía en mente.

Llega la calma a Sommarøya

Llega la calma a Sommarøya.

Acabamos llegando al hotel al filo de las ocho de la tarde. Una jornada increíblemente larga para lo poco que nos había cundido. Pero los cambios de humor del Ártico forman parte del precio a pagar por disfrutar de su mágico entorno. Después de cenar, nos asomamos a una de las terrazas del hotel. El cielo seguía estando cubierto por una densa capa de nubes bajas y la tierra estaba completamente encharcada. Parecía incapaz de absorber una gota más de agua. Al menos, había dejado de llover. La pequeña ensenada en la que se ubica el Sommarøy Arctic Hotel rezumaba tranquilidad. Un poco de paz después de la larga batalla contra los elementos. Nos fuimos a dormir con la esperanza de que, al día siguiente, la lluvia mantuviera la tregua. Teníamos una cita con una de las islas más hermosas de Noruega.

Para ampliar la información:

Nuestra primera visita a Tromsø, en la que pudimos visitar el Polstjerna, está en https://depuertoenpuerto.com/tromso/.

Se puede ver la entrada sobre mi anterior visita al Museo Polar en https://depuertoenpuerto.com/el-museo-polar-de-tromso/.

En https://depuertoenpuerto.com/cinco-dias-en-troms/ encontrarás todo nuestro itinerario de cinco días por Troms.

En inglés, la página oficial de turismo de Tromsø está en https://www.visittromso.no/.

Si alguien se anima a visitar Polaria, su página oficial está en https://polaria.no/en/.