La excursión hasta el Mostraumen es realmente cómoda. Los barcos salen de Zachariasbryggen, justo al lado del célebre mercado del pescado de Bergen. Hay dos salidas diarias, aunque el horario de la de la tarde es quizá demasiado ajustado para los que van en un crucero. Nosotros elegimos la salida a las 10 de la mañana. Un horario muy conveniente, pues nos permitió llegar tras un tranquilo paseo desde el muelle de Skolten y, al regresar, aún tuvimos tiempo de dar otro paseo por la ciudad.
El barco que realiza el trayecto es un catamarán, moderno y confortable. Sus amplios ventanales laterales permiten disfrutar del paisaje en días de lluvia, cuando puede ser complicado ir en la cubierta exterior. Su principal defecto es el gran número de asientos que hay por fila. Es conveniente llegar pronto para asegurarse un asiento junto a una ventana. Además de la zona interior, hay una cubierta superior totalmente abierta en la que, por razones obvias, puede ser incómodo ir cuando llueve. A popa, hay otra pequeña zona exterior, más protegida pero de reducidas dimensiones.
La primera parte del recorrido, por el interior del puerto antiguo de Bergen, es bastante agradable. Tras pasar frente a Bryggen y la torre Rosenkrantz, se sale al Byfjorden. El barco comienza a tomar velocidad mientras, a estribor, van quedando atrás los barrios de la periferia de Bergen. Pronto se llega al Romarheimsfjorden. El paisaje, progresivamente más rural, es hermoso, pero nada memorable. Una aparentemente interminable sucesión de pequeñas montañas rocosas, con espesos bosques que llegan a la orilla del fiordo y, de vez en cuando, algún núcleo urbano. Todo bajo una lluvia incesante, que iba a más según nos adentrábamos en el fiordo.
Pero, casi sin darnos cuenta, las montañas fueron creciendo. Los árboles cada vez dejaban más claros en las laderas rocosas, que en muchas ocasiones caían verticalmente sobre el fiordo. A la ida, el barco hizo un pequeño desvío para pasar frente a Vikanes, navegando entre las islas de Paddøy y Hokøyna. Seguía lloviendo copiosamente y las montañas que nos rodeaban rezumaban agua por todas partes, formando numerosas cascadas, mientras sus cumbres, aunque no muy elevadas, se ocultaban entre las nubes.
Poco después llegamos al Mostraumen propiamente dicho, un estrecho canal de apenas 60 metros de ancho y 650 de longitud. Su nombre en noruego significa Remolino de Mo. Antiguamente, el canal era aún más estrecho, siendo totalmente impracticable para la navegación por las fuertes corrientes que generaba. El actual se excavó en 1913.
Superado el Mostraumen, entramos en el Mofjorden, en cuyo fondo está la localidad de Mo. El pequeño pueblo, con una población que ronda los 100 habitantes, estuvo incomunicado por carretera con el resto de Noruega hasta 1976. Sus casas de vivos colores se alineaban a la orilla del fiordo, junto a la desembocadura del río Moelva. Justo al norte, la espectacular cascada de Kvernhusfossen descendía en diagonal por la montaña. La lluvia nos dio un breve respiro, amainando durante el tiempo que estuvimos en el Mofjorden, lo que nos permitió disfrutar del paisaje desde la cubierta superior.
La excursión no se detiene en Mo. En realidad el fin del trayecto se encuentra frente a una cascada que cae directamente al fiordo, algo más al sur. El barco se acerca hasta casi tocar tierra y la tripulación llena un cubo de agua, directamente de la cascada, que luego ofrece al pasaje. Terminado el ritual, se emprende el camino de vuelta a Bergen.
El regreso se hace por la misma ruta, con la excepción de que no se navega entre las islas de Paddöyni y Hökoyni. Aunque no acaba de estar del todo claro, parece ser que en ocasiones la excursión de la tarde regresa por una ruta distinta, media hora más larga, que rodea la isla de Osterøy por el sur. No la he hecho directamente, pero si he recorrido una parte del Sørfjorden en la linea de ferrocarril Bergen – Oslo y parece un itinerario interesante.
https://www.youtube.com/watch?v=BlN21VVMABE?rel=0
Regresamos a Bergen a las 13:10, algo más de tres horas después de zarpar. Aunque el cielo seguía totalmente encapotado, durante el regreso dejó de llover. Al final resultó ser todo un acierto pasar la mañana en el Mostraumen, ya que por la tarde a duras penas caía alguna gota, lo que nos permitió recorrer tranquilamente la ciudad. La excursión me sorprendió positivamente, pues había leído opiniones contrapuestas en la red. Quizá ayudó el día, que por una parte era muy desapacible, pero por otro empapaba el paisaje de agua, dándole un plus de espectacularidad. Desde luego no es un recorrido comparable al de los grandes fiordos de más al norte, como el Storfjorden o el Sognefjorden. Pero su tramo más profundo, entre Vikanes y Mo, no desmerece de la clásica imagen que todos tenemos de la salvaje naturaleza noruega.
En el blog Andén 27 hay una entrada sobre el mismo viaje, con fotos de un día bastante mas despejado: http://anden-27.blogspot.com/2015/06/en-barco-bergen.html.
Para ver el recorrido durante un espléndido día soleado, algo realmente raro en Bergen, se puede visualizar el video promocional de Rodne en https://www.youtube.com/watch?v=ZUuWOD4rFXk.
Si dispones de un día completo, es mucho mas recomendable la excursión «Norway in a nutshell«. Se puede ver el recorrido en invierno en la entrada del blog https://depuertoenpuerto.com/noruega-en-una-cascara-de-nuez/.
En inglés, la página oficial de la naviera está en https://rodne.no/en/fjordcruise/fjord-cruise-to-mostraumen/.
Para otras opciones de mini-crucero desde Bergen, recomiendo consultar https://en.visitbergen.com/things-to-do/tours/fjord-tours.
Los barcos que hacen estás travesías tienen baños ? Me mareo mucho en barco , pero vamos a Bergen en abril y quería hacer este recorrido
Si, todos los barcos de transporte de pasajeros en Noruega tienen baños.
Si vas con tiempo, te recomiendo que, en lugar de este recorrido, hagas «Noruega en una cáscara de nuez». Puedes verlo en https://depuertoenpuerto.com/?p=23671.
Además de ser mucho más largo y muchísimo más bonito, tienes menos posibilidades de marearte. En el Mostraumen, el barco es pequeño y rápido, por lo que va dando pequeños saltos de vez en cuando, sobre todo cuando se cruza con la estela de otro barco. En «Noruega en una cáscara de nuez» el tramo en barco se hace en un ferry que va bastante más despacio y por un fiordo muy profundo, por lo que apenas se nota algún movimiento. Y el Nærøyfjord es alucinante. El fiordo más hermoso que jamás he recorrido.