En Giudecca, es posible encontrar tiendas «de verdad» en las que compran los pocos venecianos que van quedando. Mercerías, tiendas de alimentación o pescaderías, con un aspecto a veces un tanto cutre pero totalmente alejado de la estandarización prefabricada del comercio enfocado al turismo. O contemplar escenas tan cotidianas como un niño paseando a su perro, o la ropa tendida en medio de la calle. Estampas normales en cualquier otra ciudad de Italia que se han convertido en auténticas rarezas en Venecia.
También es posible almorzar tranquilamente, en una terraza junto al canal, por un precio razonable y sin necesidad de reservar mesa. Muy recomendable en este sentido la Trattoria ai Cacciatori, donde se puede comer magníficamente mientras se disfruta de un vista espléndida.
En la isla subsisten algunas de las últimas industrias de Venecia. Como varios de los astilleros en los que se siguen construyendo, de forma artesanal, las características góndolas. Justo a su lado hay un curioso «aparcamiento» que, como no podía ser de otra forma en la ciudad de la laguna, en lugar de coches está lleno de lanchas. O el «squero» Gianfranco Vianello, también conocido como Crea, en el cual, además de góndolas, se fabrican y reparan las distintas embarcaciones a motor omnipresentes en la laguna.
También es posible disfrutar del hermoso panorama desde lo más alto del Hilton Molino Stucky. El hotel, construido en un antiguo complejo industrial de estilo neogótico, es enorme e impersonal. Pero en su azotea tiene un bar, el Skyline, con una magnífica vista sobre Venecia y su laguna, al que se puede acceder sin necesidad de alojarse en el hotel. Muy recomendable subir coincidiendo con el atardecer.
Todo ello sin despreciar el aspecto artístico. Junto a la Fondamenta San Giaccomo podemos visitar la Iglesia del Redentore, proyectada por Andrea Palladio. Su construcción comenzó en 1577, como ofrenda para solicitar ayuda divina contra la peste que, desde dos años antes, asolaba la ciudad. Palladio no pudo ver completada la iglesia, considerada una de sus obras maestras, pues falleció en 1580, doce años antes de su finalización. En cualquier caso, nos dejó un templo cuya fachada está considerada uno de los ejemplos más perfectos de inspiración clásica. En su sencillo pero armonioso interior, podemos encontrar obras de Francesco Bassano, el taller de Paolo Veronese o Domenico Tintoretto.
El tercer domingo de Julio, durante la fiesta del Redentore, se tiende un pontón provisional, de 333 metros de longitud, que desemboca justo frente a la fachada de la iglesia. La tradición se remonta a los tiempos de la república cuando el Dogo, acompañado por el senado, atravesaba el canal para acudir a la misa que se celebraba en el Redentore. Así todos los años, durante unas breves horas a finales de Julio, es posible ir andando desde el corazón de Venecia hasta Giudecca.
Se puede consultar la entrada en la web de Condé Nast Traveller: http://www.traveler.es/viajes-urbanos/articulos/giudecca-el-lujo-del-exilio-voluntario-en-venecia/5777.
En https://www.veneciatours.es/iglesia-del-redentor.html se puede encontrar información sobre la iglesia del Redentor.
El sestiere se está convirtiendo en un imán para los artistas, como nos cuentan en https://www.cerodosbe.com/es/destinos/giudecca-venecia-arte-bienal_617081_102.html.
En inglés, el blog Aperture Tours tiene una entrada interesante: https://www.aperturetours.com/blog/2017/echoes-silence-patience-grace-walking-around-giudecca.
También es recomendable visitar dos artículos relacionados de la web itinari: https://www.itinari.com/giudecca-the-best-island-of-venice-part-1-eq5u y https://www.itinari.com/giudecca-the-best-island-of-venice-part-2-xblc.