Ese debería haber sido el fin de la linea del Gråkallen, pero dos circunstancias imprevistas cambiaron su suerte. En primer lugar, un grupo de aficionados quería operar un ferrocarril histórico entre St. Olavs gate y Lian, logrando convencer al ayuntamiento para que no retirase las vías. Por otra, la combinación entre el ancho de vía del tranvía de Trondheim (1.000 mm.) y las dimensiones de sus vagones (2,4 m. de ancho) tan solo era utilizada en El Cairo, desbaratando el plan de vender las unidades móviles. Tan solo dos años después de su cierre, una empresa fundada por 1.400 entusiastas logró adquirir los derechos para operar la linea, que recuperó su actividad en 1990. En la actualidad, el número de viajeros supera los 800.000 al año.
Navegando con Hurtigruten, hay dos formas de viajar en el Gråkallbanen. La primera, con una excursión organizada por la naviera. La linea mantiene algún convoy histórico, que alquila para trayectos concertados. La otra, es utilizar el tranvía como cualquier ciudadano de Trondheim. La excursión organizada tiene la ventaja de la comodidad, pues la naviera se encarga de todo, incluido el traslado hasta la cabecera de la linea. Además, se viaja en uno de los vagones antiguos, de mediados del siglo XX. A cambio, hay que ir integrado en un grupo y pagar un precio relativamente elevado. Personalmente, no tuve la menor duda. Siempre que es posible, prefiero ir a mi aire. Antes de llegar a Trondheim, había descargado la aplicación AtB Mobillett, que facilita comprar el billete desde el móvil. Tras un tranquilo paseo de media hora, a las 10:30 estaba en la parada de St. Olavs gate, la primera de la linea.
Una vez completado el bucle del final de la linea, ésta recorre Kongens gate, una de las principales arterias del casco histórico de Trondheim, flanqueada por una mezcla de edificios tradicionales y otros de nueva construcción. Nada especialmente atractivo. Justo después de superar el Ilaparken, la vía gira bruscamente a la izquierda. Unos metros más allá, desaparece la doble vía, mientras el trazado se separa de la calzada y pasa a estar flanqueado por una sucesión de viviendas unifamiliares, entremezcladas con la arboleda. A la izquierda, según tomábamos altura, se hicieron visibles las vías y una zona de mantenimiento del ferrocarril de Oslo. Más allá, el Nidelva y, al otro lado del río, la ciudad antigua, con la aguja de Nidaros destacando sobre los tejados. Sin estar falto de interés, el panorama no destacaba por su belleza.
Comenzó a mejorar según volvimos a girar hacia el oeste, separándonos del río para introducirnos entre las urbanizaciones de la periferia meridional de Trondheim. La nieve, prácticamente ausente del centro de la ciudad, se hizo omnipresente, cubriendo por completo el terreno, hasta hacer imposible distinguir el asfalto de las aceras y éstas del campo circundante.
Poco después de las once, llegábamos a Lian, la estación final del trayecto. Descendí del vagón, que completó el bucle final de la linea, comenzando el camino de regreso a Trondheim. Me quedé en medio de un paisaje que, por primera vez desde que había embarcado en el Polarlys, era inequívocamente invernal. Aproveché el pequeño banco del apeadero para ponerme los crampones y comencé a andar hacia el sur, más allá de las vías.
La zona resultó estar ocupada por un grupo de escolares noruegos, aparentemente en un día de actividades al aire libre. Tutelados por varios profesores, se dedicaban a jugar en la nieve, subiendo y bajando por una ladera entre gritos y risas. Lo que haría cualquier grupo de niños en las mismas circunstancias. Más allá de los escolares, se extendía la superficie helada del Lianvatnet. Decidí acercarme a curiosear.
El pequeño lago es bastante popular entre los habitantes de Trondheim. Se puede nadar, acampar en sus inmediaciones, pasear por su ribera o incluso pescar. Aquel día estaba completamente vacío, con la mayor parte de su superficie cubierta de hielo y éste, a su vez, oculto bajo una capa de nieve. Rematando la escena, una etérea neblina flotaba entre el lago y el bosque circundante. A pesar de la algarabía de los niños, cuyos ecos llegaban hasta la orilla, la sensación de paz era asombrosa. Pasé un rato junto al lago, disfrutando de la vista y del tibio sol, cuyos rayos se filtraban entre las nubes.
Según regresaba al apeadero, me crucé con un grupo de personas. Resultó ser la excursión de Hurtigruten, que acababa de llegar en uno de los tranvías históricos. Mientras ellos hacían una brevísima visita por los alrededores, yo aproveché para curiosear en el vagón, que había quedado completamente vacío, con sus puertas abiertas de par en par. Aunque exteriormente parecía más vetusto, su aspecto interior, más allá de algún anuncio de mediados del siglo XX, me pareció relativamente anodino. Recuerdo haber viajado en vagones del metro de Madrid con mucha más solera. Quizá sea una señal de que me estoy haciendo mayor.
Inicialmente, había pensado regresar hasta el apeadero de Belvedere en el tranvía y, desde allí, dar un paseo de aproximadamente una hora hasta el puerto, atravesando tres veces los últimos recodos del Nidelva. Pero, una vez sobre el terreno, no parecía tan buena idea. Había que cruzar una estación de ferrocarril y una zona industrial. En su lugar, seguí hasta la parada de Skansen, donde descendí del Gråkallbanen para seguir andando hacia Nidaros.
¿Merece la pena el recorrido? Si pasas varios días en Trondheim, o no es tu primera visita a la ciudad, sin duda. Es una forma barata y cómoda de conocer su periferia y acercarte a la naturaleza noruega. Con más tiempo del que yo disponía, se pueden hacer varias rutas de senderismo por la zona. Además, desde que en 2004 dejó de funcionar el tranvía de Arcángel, junto al Mar Blanco, la linea de Trondheim se ha convertido en la más septentrional del mundo, lo que no deja de tener su interés. Pero en ningún caso recomendaría recorrer el Gråkallbanen a alguien que no haya conocido la impresionante Nidaros, paseado por las callejuelas de Bakklandet, o contemplando la hermosa vista del Nidelva desde Bybroa.
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En https://depuertoenpuerto.com/de-copenhague-a-tromso/ se puede ver todo mi viaje invernal entre Copenhague y Tromsø.
En inglés, la web de transporte público de Trondheim está en https://www.atb.no/en/. Se puede consultar la página de horarios en https://www.atb.no/en/. El tranvía es la linea 9.
En la página de Boreal hay información sobre el alquiler de los tranvías vintage, por si alguien se anima: https://www.boreal.no/hire-and-charter/vintage-trams-for-hire/.
En http://www.tundria.com/trams/NOR/Trondheim-2019.php hay un mapa, fotos y numerosos vínculos con información.
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