Sus orígenes se encuentran en una villa romana edificada en siglo I antes de Cristo por el tribuno Lucio Licinio Lucullo. La villa ocupaba, además del islote, el vecino monte Echia. Ya en el siglo V, con el Imperio Romano en plena crisis, Valentiniano III ordenó fortificar la parte de la villa situada en Megaride, por ser de fácil defensa. En aquel tiempo, el islote estaba unido al continente por un arco natural. Rómulo Augusto, el último emperador de Occidente, residió en la villa fortificada antes de que se le perdiera el rastro.
Tras convertirse en un monasterio, la villa fortificada fue destruida a principios del siglo X por los propios napolitanos, para evitar que, de caer en manos musulmanas, fuese utilizada como base para la conquista de la ciudad. Tras la toma de Nápoles por el normando Ruggero II (el mismo que ordenó construir la exquisita Capilla Palatina de Palermo), se volvió a fortificar el islote. En 1370 se derrumbó el arco natural que unía Megaride al continente y fue sustituido por una muralla. Reforzadas y ampliadas por los sucesivos conquistadores de la ciudad, las fortificaciones fueron prácticamente destruidas en el siglo XV, durante las guerras entre Francia y España por el control de Nápoles.
El edificio actual fue construido durante el dominio español y reforzado en época borbónica. Abandonado tras la unificación italiana, estuvo a punto de ser destruido para edificar un nuevo barrio. Afortunadamente, se salvó de la picota y en 1975 comenzaron los trabajos de restauración. Actualmente, sus salones se utilizan para exposiciones artísticas temporales. Desde las terrazas superiores del castillo se puede disfrutar de unas espléndidas vistas de Nápoles y su golfo.
El acceso se realiza desde la Via Partenope. Dos pequeños torreones marcan el comienzo de la calzada que lleva al castillo. Al otro lado del puente que une la isla a tierra firme, nos encontramos la entrada al castillo. Tras cruzar el primer arco, hay que volver a salir al exterior por otro arco que nos encontramos a la izquierda. Una larga y empinada rampa bordea el exterior del castillo. Finalmente, la rampa llega a otra puerta, casi en el extremo opuesto del castillo. Tras franquearla, la rampa gira 180 grados y recorre el castillo por su interior, hasta desembocar en la plataforma principal, prácticamente sobre la puerta de entrada.
Protegidos por el castillo, hay un puerto y un pequeño barrio, el Borgo Marinari que, tras un turbio pasado ligado al contrabando, actualmente se ha reconvertido en una zona de restaurantes típicos.
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En la página oficial del ayuntamiento de Nápoles se puede encontrar información práctica (en italiano): http://www.comune.napoli.it/flex/cm/pages/ServeBLOB.php/L/IT/IDPagina/1433.
En el blog Un estilo propio hay una curiosa entrada, dedicada principalmente a las leyendas sobre el castillo: http://amayauribarri.blogspot.com.es/2014/05/castel-dellovo-una-fabula-napolitana.html.
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