Tras una hora de navegación, llegamos frente al puerto de San Juan de Terranova (en inglés St. John’s), la capital de la provincia canadiense de Terranova y Labrador. Dice la leyenda que la ciudad debe su nombre al parecido que encontraron los pescadores vascos con Pasajes de San Juan, en Guipuzcoa. Puede que sea solo un mito, pero la semejanza entre la geografía de ambas ubicaciones es innegable. El acceso al puerto natural de San Juan se logra atravesando un estrecho canal conocido como The Narrows, con una profundidad mínima de 11 metros y un ancho de 61 en su zona más angosta.
Recogimos al práctico antes de atravesarlo y el barco se puso en modo «navegación panorámica». Una vez más, buena parte del pasaje se concentro en la cubierta de proa, para disfrutar de las hermosas vistas, mientras escuchaba las explicaciones que daban por la megafonía exterior del MS Rotterdam. A esas alturas del crucero, ya había descubierto que la vista era mucho mejor desde las cubiertas 6 y 8, donde además no solía haber casi nadie. Tardamos casi media hora en atravesar The Narrows. Como muchas ciudades con buen emplazamiento natural, San Juan no tiene un puerto propiamente dicho. Atracamos prácticamente en el centro de la ciudad, en Harbour Drive, cerca de su intersección con la calle Clift’s-Baird’s Cove.
Desembarcamos tan pronto como pudimos y nos dirigimos a nuestro primer destino, Signal Hill, dando un pequeño rodeo por Duckworth Street, una de las antiguas calles comerciales de San Juan. Un barrio tranquilo y agradable, como todo el centro de la ciudad, lleno de pintorescas casas de madera pintadas de los más variados colores. De camino, bordeamos Harbourside Park, donde se encuentra el monumento a los caídos en la Gran Guerra. Nos llamó la atención la gran cantidad de coronas de flores que había a sus pies.
Un paseo por Signal Hill.
El largo paseo nos había abierto el apetito. Básicamente teníamos dos opciones: volver MS Rotterdam a comer o buscar algún local que nos sedujera. Llevábamos sin comer fuera del barco desde antes de zarpar en Rotterdam, por lo que nos decidimos por la segunda opción. Recorriendo el centro sin rumbo fijo, acabamos en George Street, donde había un ambiente increíble. Por una parte, muy divertido, por otra, había tal colapso que no conseguimos comer. Sin saberlo, nos habíamos metido de lleno en los prolegómenos del George Street Festival, uno de los principales acontecimientos musicales de Canadá.
Tras conseguir tomar algo en una zona más tranquila, nuestra siguiente vista fue la catedral anglicana de San Juan Bautista. La iglesia fue fundada en 1699, pero el edificio actual se comenzó a construir en 1847. Poco después de su finalización, la iglesia ardió durante el gran incendio que destruyó buena parte de la ciudad en 1892. Al año siguiente se comenzó la reconstrucción, que estaba finalizada para 1905, aunque se siguieron restaurando vidrieras hasta mediados del siglo XX. De estilo neogótico, el templo nunca ha llegado a lucir el capitel de 46 metros con que se diseñó inicialmente.
Puestos a ver iglesias, decidimos acercarnos a la cercana catedral católica dedicada, como no, a San Juan Bautista. Edificada entre 1839 y 1855, su silueta destaca sobre el resto de edificios de San Juan, únicamente eclipsada por la mole de The Rooms, un polifacético complejo cultural inaugurado en 2005. La catedral católica (en realidad una basílica-catedral) está construida en estilo románico lombardo. Llegamos en plena misa, por lo que apenas pudimos entrar en la nave principal.
Lo que quedaba de tarde, lo pasamos recorriendo las tranquilas calles de San Juan, mientras contemplábamos su curiosa arquitectura. San Juan de Terranova es una de las ciudades más antiguas de Norteamérica. Sus empinadas calles y sus coloridos edificios hacen que, en ocasiones, se la compare con San Francisco. Sin tener apenas edificios singulares que destaquen por si mismos, el conjunto de la zona antigua de la ciudad es bastante agradable. Quizá ayude que muchos edificios proceden de la misma época, justo tras el gran incendio de 1892, que destruyó la mayor parte de su casco histórico. Y decididamente ayuda el estricto código de edificación implementado por el ayuntamiento, de obligado cumplimiento en toda la zona central.
Regresamos al barco sobre las siete de la tarde, bastante cansados tanto del largo paseo como del incesante subir y bajar cuestas. San Juan nos pareció una ciudad bastante atractiva. A pesar de no tener grandes monumentos, tanto su ubicación como su entramado urbano hacen que recorrerla sea bastante agradable, especialmente si el tiempo acompaña. Además, era nuestra primera experiencia en Canadá, país del que nos llamó la atención la increíble amabilidad de sus habitantes. Todo se combinó para que San Juan de Terranova cumpliera con creces nuestras expectativas.
En WikiViajes se puede encontrar algo de información práctica: https://es.wikivoyage.org/wiki/San_Juan_de_Terranova.
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-trasatlantico/ se puede ver el itinerario completo de nuestro crucero trasatlántico.
En inglés, la página oficial de turismo de la provincia tiene una sección dedicada a su capital: https://www.newfoundlandlabrador.com/destinations/st-johns.
En el blog Landlopers se puede encontrar una entrada interesante sobre la ciudad: https://landlopers.com/2016/07/31/st-johns.
La ciudad tiene una página oficial, llena de información de todo tipo. Recomiendo visitar la sección dedicada a los visitantes (http://www.stjohns.ca/visiting-our-city/visitor-resources), así como la dedicada a la historia (http://www.stjohns.ca/living-st-johns/your-city/st-johns-history/history-st-johns).
En https://www.heritage.nf.ca/articles/politics/st-johns-fire-1892.php se puede profundizar sobre el gran incendio que destruyó la ciudad. De paso, se puede vagar algo por el resto de la web, que es un auténtico tesoro sobre la historia de la provincia canadiense de Terranova y Labrador.
En el interesante blog Hidden Newfoundland hay una entrada sobre el estado actual de las principales fortificaciones de The Narrows: http://www.hiddennewfoundland.ca/fort-amherst–chain-rock.
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