El intenso día de navegación a través de Vesterålen y las Lofoten me había dejado agotado. Sabía que me iba a perder la escala en Bodø, pues era en plena madrugada. Pero quería estar en cubierta cuando el Finnmarken llegase a Ørnes, por si el mar estaba nuevamente congelado en el puerto, como ocurrió durante la escala navegando rumbo norte. Al final no pudo ser. Me levanté demasiado tarde y salí a cubierta cuando ya estábamos alejándonos de Ørnes. En cualquier caso, las temperaturas relativamente altas de los últimos días parecían haber eliminado cualquier rastro de hielo en la superficie de la ensenada.

El Vestre Svartisen desde el mar

El Vestre Svartisen desde el mar.

Tenía por delante otro interesante día de navegación, esta vez por la costa de Helgeland, una de las mas hermosas de Noruega. A la incipiente luz del alba, la mañana se presentaba magnífica, apenas sin nubes ni viento y con el mar aparentemente en calma. El sol se ocultaba todavía al otro lado de las montañas, tras las que asomaba el glaciar Vestre Svartisen, el segundo mas grande de la Noruega continental, con una superficie de 221 kilómetros cuadrados.

Monte Risnestinden al amanecer

Monte Risnestinden al amanecer

La luz se intensificaba según avanzaba el amanecer. El tenue manto de nieve que cubría las paredes de roca acentuaba sus texturas, dando a las montañas un aspecto todavía mas áspero e imponente. El Finnmarken navegaba por el Meløyfjorden, entre las islas de Meløy y Grønnøya, en medio de un paisaje sobrecogedor. Mas allá de Grønnøya, en la isla de Åmnøya, la mole de 648 metros de altura del Risnestinden dominaba el horizonte. Aunque habíamos recorrido el mismo tramo seis días antes con rumbo norte, prácticamente a la misma hora, en esta ocasión, quizá por la menor presencia de nubes, había mas luz y ésta era mas cálida, realzando la belleza y serenidad del entorno.

El Kong Harald en la costa de Helgeland

El Kong Harald en la costa de Helgeland.

Puntualmente, a las 8:15, nos cruzamos con otro barco de Hurtigruten, prácticamente en el mismo lugar que en el cuarto día de navegación. Pero ahora éramos nosotros los que ocupábamos el lugar del Trollfjord, con rumbo sur. Hacia el norte, mas ceñido a la costa, navegaba el Kong Harald. Como era de día, ambos buques encendieron sus luces y dieron los bocinazos de rigor, mientras desde cubierta intercambiábamos saludos los pasajeros de uno y otro barco. Desde el primer encuentro, los cruces con otros barcos de Hurtigruten habían tenido un encanto especial. Pero ahora, pasado con creces el ecuador del viaje, comenzaban a inspirarme sentimientos nostálgicos. Creo que no era el único a bordo al que le ocurría.

Amanecer en el Skardsfjorden

Amanecer en el Skardsfjorden.

En cualquier caso, mi nostalgia duró poco. El imponente paisaje que nos rodeaba no parecía dispuesto a dar tregua. Poco después del cruce con el Kong Harald, mientras comenzábamos a navegar por el Skardsfjorden, los rayos del sol, que no acababa de decidirse a salir, comenzaron a iluminar las cumbres de las montañas. Mientras el resto del paisaje permanecía entre sombras, las cimas y las laderas mas elevadas se fueron tiñendo de sutiles tonos rosáceos. Uno de esos momentos mágicos de la luz del ártico que, por muchas veces que lo pueda contemplar, nunca dejará de cautivarme.

Navegando al oeste de Gjerøya

Navegando al oeste de Gjerøya.

Entramos en Rødøyfjorden mientras yo seguía embelesado con el espectáculo. La ruta de Hurtigruten, al menos la que detalla OpenStreetMap y la que habíamos seguido navegando hacia el norte, pasa entre las islas de Gjerøya y Renga. Sin embargo el Finnmarken, tras superar el extremo meridional de Rødøya, viró a estribor y se adentró en las aguas que separan esta isla de la vecina Gjerøya. Desconozco el motivo del cambio de itinerario, o si éste es el habitual, pero el resultado fue uno de los tramos de navegación mas hermosos de todo el viaje. Mientras el amanecer daba paso a la mañana y el sol finalmente comenzaba a brillar por encima de las cumbres, el Finnmarken navegaba paralelo a la costa occidental de Gjerøya, entre un laberinto de islas, islotes y escollos, zigzagueando por pasos que parecían imposibles de atravesar por un buque de su tamaño.

El Svartisen desde la costa de Kalvøya

El Svartisen desde la costa de Kalvøya.

El paisaje era de una extraña belleza. Las islas que íbamos sorteando estaban formadas por macizos de rocas redondeados por la erosión. Un tenue manto de nieve los cubría hasta la linea de marea alta, dejando una franja de roca rojiza entre la nieve y el mar. Mezclados con las rocas, había bosquecillos y, de vez en cuando, granjas aisladas. Todo ello iluminado por una luz que cada vez era mas intensa y con las agrestes montañas del continente al fondo. Entre las cuales, todavía se podían distinguir las nieves perpetuas del Svartisen.

Selsøyvik

Selsøyvik.

Sobre las nueve y cuarto pasábamos frente al pintoresco puerto de Selsøyvik, en la isla de Selsøya. A pesar de tener solo 9 habitantes en invierno, Selsøyvik ha sido un puesto comercial desde el siglo XVIII. Incluso hay una ruta regular, entre Bodø y Sandnessjøen que hace un par de escalas al día. Puede ser una magnífica forma alternativa de recorrer uno de los tramos mas hermosos de la costa noruega.

Vikingen y el Hestmonkallen

Vikingen y el Hestmonkallen.

Tras superar el extremo meridional de Bjørnøya, nos reincorporamos a la vía de navegación principal, para poco después cruzarla y hacer un nuevo desvío, en esta ocasión navegando entre la pequeña isla de Vikingen y el continente. La isla, que apenas levanta quince metros sobre el nivel del mar, sería poco mas que un escollo venido a mas, de no ser por la esfera que, cerca de su extremo septentrional, marca la latitud del círculo polar ártico. El globo actual se colocó a finales de 2006, sustituyendo uno anterior, destruido por una tormenta en enero del mismo año. Teniendo en cuenta que, debido a diversos fenómenos, en la actualidad el círculo polar ártico se desplaza hacia el norte unos quince metros al año, a estas alturas éste debe pasar por algún punto entre Vikingen y Bjørnøya. En cualquier caso, navegar rumbo sur junto al monumento no dejaba de tener una carga simbólica que, por segunda vez en la mañana, me llenó de nostalgia.

Seguimos avanzando inexorablemente hacia el sur, a través del corazón de la costa de Helgeland. La nostalgia me duro poco. El paisaje era tan impresionante que dejaba poco lugar en la mente para algo distinto a su contemplación. Hacia el este, una imponente sucesión de montañas nevadas cerraba el paso al sol. Algunas veces sus rayos lograban pasar entre las cumbres, iluminando el fondo de los valles con una luz blanquecina. Por la estrecha franja litoral se extendía una sucesión de bosques y tierras de labor, entre las que se podían ver numerosas granjas, dispersas por el paisaje. El Finnmarken navegaba por aguas interiores, aislado del mar abierto por varias islas de cierto tamaño y una auténtica constelación de islotes y escollos. Solo la parte no continental del municipio de Lurøy, en el que nos encontrábamos, comprende un total de 1.375 islas. A pesar de lo cual avanzábamos por aguas relativamente abiertas, sin las estrecheces por las que habíamos pasado en el entorno de Gjerøya.

Llegando a Nesna

Llegando a Nesna.

Al filo de las 11 llegamos a Nesna, nuestra siguiente escala. La temperatura era de seis grados bajo cero y un manto de nieve cubría sus calles. Aunque, comparado con los desolados puertos del ártico noruego, casi parecía un lugar paradisiaco, con abundantes árboles, un sol radiante y hasta un puerto deportivo. En las inmediaciones del muelle hay un pequeño museo, dedicado a la forma de vida tradicional de granjeros y pescadores en esta región subártica, que forma parte del Museo de Helgeland. También se puede visitar una bonita iglesia de madera, construida en 1880. Ambos se encontraban fuera de mi alcance, en una escala de apenas quince minutos, que pasé en cubierta disfrutando de las vistas y el agradable sol.

Angarsnes

Angarsnes.

A partir de Nesna, el paisaje comenzó lentamente a cambiar. El interior seguía dominado por las montañas nevadas, aunque éstas se volvían menos escarpadas según avanzábamos hacia el sur. Los bosques eran cada vez mas abundantes y las copas de los abetos ya no estaban cubiertas de nieve. Hasta en los campos de cultivo el blanco inmaculado se veía matizado por la hierba seca que sobresalía de la nieve. De vez en cuando había zonas ásperas y deshabitadas, sobre todo en las islas exteriores, pero el paisaje se iba humanizando.

Sandnessjøen

Sandnessjøen.

En poco mas de una hora nos aproximábamos a Sandnessjøen, en la isla de Alsta. En principio era un escala de treinta minutos, pero llegamos con cierto adelanto. Me animé a bajar a tierra, aunque solo fuera para dar un breve paseo. Con unos 6.000 habitantes, Sandnessjøen concentra el comercio y las comunicaciones de la zona. En sus calles había algunas casas antiguas de madera y varias tiendas. Pero era domingo y todo estaba cerrado. Las caras de las pocas personas con las que pude cruzarme me resultaron familiares. No era de extrañar, llevaba diez días navegando con ellos en el Finnmarken. En cualquier caso, fue un paseo agradable. La temperatura era de dos grados y, a pesar de que bajé los crampones, no los necesité. Las aceras estaban razonablemente libres de hielo. Después de tantos días andando por calles congeladas, fue una novedad poder hacerlo sobre tierra firme.

De Syv Søstre

De Syv Søstre.

Zarpamos puntualmente a la una de la tarde. Según dejábamos Sandnessjøen atrás, la silueta de la cadena montañosa conocida como De Syv Søstre (Las Siete Hermanas) dominaba el horizonte del sur de la isla. A pesar de la leyenda, su origen está en la última Edad de Hielo, cuando varias lenguas del enorme glaciar que ocupaba el interior de Escandinavia erosionaron las zonas mas blandas, dejando los actuales picos como islas de roca en medio de un mar de hielo. Tienen una altura que va desde los 1.072 metros del Botnkrona, al norte, a los 910 del Breitinden, en su extremo meridional. Según parece son relativamente accesibles para cualquiera con una forma física razonablemente buena.

La leyenda de las Siete Hermanas.
Según una leyenda local, el troll Hestmannen (en español, el jinete) se enamoró perdidamente de Lekamøya, la institutriz de las siete hijas del rey troll de Sulitjelma. Cegado por la pasión, comenzó una persecución a lomos de caballo, partiendo desde su hogar en las montañas de Svolvær. Cuando Lekamøya y las siete hermanas le vieron aproximarse atravesando el amplio Vestfjorden (poca cosa para un troll), emprendieron la huida hacia el sur. Hestmannen no estaba interesado en las hermanas, pero éstas no lo sabían. En un momento dado, lleno de ira al ver que no podía alcanzar a Lekamøya, disparó una flecha para intentar detenerla. Pero el rey de Sømna, que estaba contemplando la persecución desde sus montañas, se apiadó de Lekamøya y lanzó al aire su sombrero, desviando la flecha.

En ese preciso instante, salió el sol y todos los trolls se convirtieron en piedra. Hestmannen, en la agreste cima de 571 metros que corona la isla de Storselsøya, junto al círculo polar ártico. Las siete hermanas, en la hermosa sucesión de cumbres del mismo nombre (De Syv Søstre) que ocupa el sur de la isla de Alsta. El sombrero agujereado cayó al suelo y se convirtió en Torghatten, la curiosa montaña atravesada por un túnel al sur de Brønnøysund. Lekamøya, en la roca homónima de 124 metros visible desde la costa, cerca del extremo septentrional de Trøndelag.

Al sur de Alsta el paisaje se hizo mas suave, perdiendo espectacularidad. A babor había varias islas, no demasiado grandes ni elevadas. A estribor, nos separaba del mar abierto una aparentemente interminable sucesión de islotes, que apenas levantaban unos metros sobre la superficie del agua. Estaba cansado y hambriento, por lo que decidí aprovechar para comer algo antes de llegar a Brønnøysund, nuestra siguiente escala.

Atardecer en Brønnøysundet

Atardecer en Brønnøysundet.

Llegamos a Brønnøysund a las 15:45, mientras comenzaba el atardecer. La escala, de 75 minutos, era la última del Finnmarken en Helgeland. Aproveché para dar un paseo hasta su iglesia de piedra, una de las pocas del norte de Noruega. La iglesia original, del siglo XIII, fue destruida por dos incendios, en 1772 y 1866, ambos causados por la caída de un rayo. El edificio actual data de 1870 y aloja un órgano de 1879. Pero, como suele ser habitual en Noruega, la iglesia estaba cerrada y no la pude visitar. Tenía tiempo de sobra, por lo que decidí dar un paseo. Aparte de alguna casa de madera del siglo XIX y disfrutar del atardecer desde los embarcaderos en Brønnøysundet, tampoco encontré demasiado que hacer. Regresé al Finnmarken, mientras el sol se ponía tras el puente que une la ciudad con la cercana isla de Torget.

Zarpando de Brønnøysund al atardecer

Zarpando de Brønnøysund al atardecer.

A las cinco de la tarde, con las últimas luces del atardecer, en Finnmarken se puso en movimiento. Comenzamos a navegar por Brønnøysundet, el estrecho canal que separa Brønnøysund de la isla de Torget. El cielo estaba despejado y hacia el suroeste, por primera vez en varios días, se podía ver una delgada luna en cuarto creciente. Mas allá del puente de Brønnøysund asomaba la negra silueta de Torghatten. La mole de granito, con 258 metros de altura, está atravesada de lado a lado por un túnel natural de 160 metros de longitud, con una altura de 35 metros y un ancho de 20. Se originó en la era glaciar, cuando el hielo y el agua erosionaron las rocas mas blandas de la parte inferior del monte. Lo que no impide que el folklore local lo relacione con la leyenda de las Siete Hermanas. Según navegábamos hacia el sur, por un breve instante se pudo ver el túnel que atraviesa Torghatten. Apenas un punto rojizo, como la luz del atardecer, en medio de la negra silueta de roca. Pero, tras llegar al extremo meridional de Torget, el Finnmarken se desvió ligeramente de su rumbo, hasta situarse justo frente al extremo meridional del túnel, donde se detuvo por unos minutos. A pesar de la escasa luz, todavía pudimos distinguir la curiosa silueta de la montaña agujereada.

Poco después nos alcanzó la noche. La última escala del día, en Rørvik, coincidió con la hora de la cena, por lo que no bajé a tierra. A continuación, el Finnmarken se adentró en un tramo de mar relativamente abierto, entre las islas de Nærøya y las proximidades de la boca del fiordo de Trondheim. La luna había desaparecido y la noche era intensamente oscura, con un hermoso cielo cuajado de estrellas. Sobre las once y cuarto, cuando me iba a ir a dormir, hubo una aurora boreal. Nadie esperaba verla tan al sur, pero había una intensa tormenta solar y la zona de visibilidad llegaba incluso hasta Bergen o el norte de Escocia. Comparada con las preciosas auroras que habíamos disfrutado en el ártico no parecía gran cosa. Apenas un lejano resplandor danzando hacia el norte, muy cerca del horizonte. Pero por el tiempo que duró, cercano a la hora, y los cambios de color que podíamos apreciar desde la popa del Finnmarken, debía ser una aurora tan intensa como hermosa. Mucho mas que las que habíamos podido ver mientras navegábamos por el extremo septentrional de Noruega. Fue una pena que estuviéramos tan al sur. A pesar de la belleza del momento, no pude evitar ponerme nostálgico por tercera vez en el día.

Algunos vínculos útiles:
En Hurtigruten en invierno, la guía completa, he preparado una recopilación de todos los artículos del blog sobre mi viaje en el MS Finnmarken.

Se puede ver el recorrido completo de mi viaje invernal por Noruega en https://depuertoenpuerto.com/noruega-en-invierno/.

La web oficial de turismo de Noruega tiene una página dedicada al expreso de la costa: https://www.visitnorway.es/organiza-tu-viaje/como-moverse/en-barco/hurtigruten/.

La página del representante de Hurtigruten para España y Portugal está en https://www.hurtigrutenspain.com/destinos/noruega/bergen-kirkenes-bergen/, aunque no permite hacer reservas, solo ver información y solicitar presupuestos.

En inglés, la web oficial está en https://global.hurtigruten.com/destinations/norway/classic-round-voyage-bergen-kirkenes-bergen. Aquí si se pueden ver los camarotes disponibles y hacer la compra en línea.

En la página Life in Norway se puede encontrar una entrada describiendo el mismo recorrido: https://www.lifeinnorway.net/hurtigruten-day-10/.

En https://reisnordland.no se puede encontrar información sobre el transporte público en la zona.

Para los interesados en hacer senderismo por De Syv Søstre, recomiendo visitar https://www.visitnorway.com/places-to-go/trondelag/kystriksveien/things-to-do/hiking-along-kystriksveien/the-seven-sisters-mountain-range/ y http://www.westcoastpeaks.com/Peaks/syvsostre.html.

En https://www.visitnorway.com/places-to-go/trondelag/kystriksveien/things-to-do/hiking-along-kystriksveien/torghatten/ hay información sobre Torghatten.

Brønnøysund tiene una web con algo de información turística: http://bronn.no/engelsk/index.php.

Como siempre, Hurtigruten tiene páginas dedicadas a los distintos puertos del itinerario: Bodø (https://global.hurtigruten.com/ports/bodo/), Ørnes (https://global.hurtigruten.com/ports/ornes/), Nesna (https://global.hurtigruten.com/ports/nesna/), Sandnessjøen (https://global.hurtigruten.com/ports/sandnessjoen/), Brønnøysund (https://global.hurtigruten.com/ports/bronnoysund/) y Rørvik (https://global.hurtigruten.com/ports/rorvik/).

Por último, muy interesantes las páginas oficiales de turismo de Helgeland (https://visithelgeland.com/en/) y del norte de Noruega (https://nordnorge.com/en).