Los orígenes del reino de Dinamarca son inciertos. Su primer rey parece haber sido Harthacnut I, aunque en realidad sepamos muy poco de él y muchos consideran el fundador del estado danés a su nieto Harald Blåtand. En cambio sí sabemos que, entre una fecha indeterminada, a mediados del siglo X, y el año 1443, la capital del reino radicaba en Roskilde, en el extremo meridional del fiordo homónimo. Para defender la naciente ciudad, durante el reinado de Svend II se decidió bloquear uno de los dos canales navegables del fiordo, hundiendo cinco barcos en un lugar conocido como Skuldelev. Nueve siglos más tarde, los restos de los barcos fueron recuperados. En 1969 se inauguraba un museo, junto a la misma orilla del fiordo, construido ex profeso para exhibirlos.

Réplica de Skuldelev 2

Réplica de Skuldelev 2.

Llegué a Roskilde una fría mañana de febrero. El motivo principal de mi visita a la pequeña ciudad era conocer su famoso museo de barcos vikingos. Alguien me había dicho que era mejor que el de Oslo, que había visitado un año antes, durante un viaje invernal entre Oslo y Reikiavik. Decidí comprobarlo de primera mano. En el fondo, era una buena excusa para hacer de Dinamarca el punto de arranque de un nuevo viaje por Escandinavia. Un paseo de dos kilómetros, bajo una gélida llovizna, me llevó desde la estación de ferrocarril hasta la puerta del museo. Había un camino más corto, pero tenía tiempo de sobra y preferí dar un rodeo por el centro de la ciudad. Aún así, estaba frente al museo diez minutos antes de su hora de apertura.

Zona exterrior del museo

Zona exterrior del museo.

El museo de Roskilde es un tanto atípico. Básicamente, se divide en dos secciones. Por una parte, el edificio principal, en el que se atesoran los restos de los barcos recuperados en Skuldelev. Por otra, un conjunto de edificios y muelles ubicados en un islote a escasos metros del edificio. En invierno, por las praderas que rodean a ambos, se desperdigaban varias réplicas de embarcaciones tradicionales, precariamente protegidas del inclemente clima danés. Se supone que en verano están atracadas en los muelles del museo.

Edificio principal del museo

Edificio principal del museo.

Me dirigí directamente al edificio principal. El museo, diseñado por Erik Christian Sørensen y construido entre 1963 y 1969, está considerado como un destacado ejemplo de la arquitectura brutalista, en pleno auge durante aquella época. Lo que no es óbice para que se esté pensando seriamente en su demolición. Para muchos, sus formas rectas y sus materiales duros son la antítesis de las delicadas curvas de los barcos que acoge. También se critica su orientación, de espaldas a la ciudad. Pero quizá el factor determinante, que acabe sentenciando su futuro, sea su propio deterioro. Al diseñarlo, se pretendió que estuviera lo más cerca posible de las aguas del fiordo, con los barcos situados casi a su misma altura. Con el tiempo, esto se ha convertido en un grave problema. El ascenso del nivel del mar hace muy complicado el mantenimiento de la estructura, a la vez que crece la preocupación sobre las consecuencias de una inundación que cada vez se considera más probable.

Skuldelev 2

Skuldelev 2.

El interior del edificio está ocupado en su mayor parte por un gran espacio, prácticamente diáfano, en el que se exhiben los cinco barcos. Aunque hablar de barcos sea casi un eufemismo. El nivel de conservación de las naves de Roskilde tiene poco en común con los espléndidos barcos de Oseberg y Gokstad que pude ver en Noruega. Su estado es más similar al del barco de Tune, con diferencia el más deteriorado de Oslo. Lo cual tan solo es fruto de su historia. Los barcos expuestos en Oslo se enterraron en perfecto estado, durante un rito funerario, y dos de ellos permanecieron prácticamente inalterados hasta su descubrimiento. Los barcos de Skuldelev, por contra, fueron hundidos en medio del canal, tras rellenarlos de piedras. De hecho, primero se creó una barrera con tan solo tres barcos. Años después, al deteriorarse éstos, se reforzó la barrera con otras dos naves. Los barcos permanecieron durante siglos en el fondo del fiordo, a merced de los elementos, hasta su descubrimiento en 1957. Estaban en tan mal estado, que en un principio se pensó que había seis. Tan solo al estudiar con detenimiento los restos, se hizo evidente que los etiquetados como 2 y 4 en realidad pertenecían al mismo barco.

Skuldelev 3

Skuldelev 3.

Los restos están dispuestos sobre armazones metálicos. Por una parte, rigidizan el conjunto. Además, sirven para comprender el tamaño real de los barcos encontrados. Su longitud va desde los 11,2 metros de Skuldelev 6, quizá un barco de pesca, hasta los 30 de Skuldelev 2, un gran barco de guerra, del que se sabe que fue construido en Dublín en torno al año 1042. También es muy variado su estado de conservación, que oscila entre el 25% en el caso de Skuldelev 2 y el 75% de Skuldelev 3, un antiguo carguero. En cualquier caso, que nadie busque en los barcos de Skuldelev la delicada ornamentación que me extasió en Oslo. Por contra, en Roskilde es mucho más sencillo apreciar los detalles constructivos y estructurales del interior de los navíos.

Detalle de las cuadernas de Skuldelev 1

Detalle de las cuadernas de Skuldelev 1.

Detalles que, por otra parte, están perfectamente explicados en los paneles y audiovisuales que complementan la exhibición, creando otra de las principales diferencias entre el museo noruego y el danés. En este caso, a favor del último. Roskilde es un museo más moderno y eso se nota en la forma de explicar los objetos expuestos y en la utilización de medios tecnológicos. Desde una experiencia inmersiva, que permite «navegar» a bordo de un drakkar, hasta un panel interactivo en el que situar hitos de la cultura nórdica medieval, pasando por videos que describen minuciosamente el proceso de construcción de las naves.

Cordelería

Cordelería.

Aunque la mayor diferencia entre ambos museos está en el exterior del edificio principal. En los diversos edificios que se reparten por la isla se puede ver una muestra de las diversas técnicas que eran utilizadas para la construcción de los barcos, así como elementos utilizados para la misma. Desde la carpintería o la cordelería, hasta las piedras que se utilizaban como lastre. Lo mejor de esta parte del museo es que está viva. Roskilde es un centro de investigación de las técnicas utilizadas tanto para crear los barcos como para navegar con ellos. El resultado se puede ver en los alrededores, con réplicas, perfectamente operativas, de las mismas naves encontradas en Skuldelev, así como otras embarcaciones tradicionales de toda Escandinavia. En verano, suelen estar en los muelles, siendo incluso posible navegar en alguna de ellas. Quizá no sea la parte más ordenada del museo, pero su interés es indudable.

Reconstrucción de uno de los botes del barco de Gokstad

Reconstrucción de uno de los botes del barco de Gokstad.

En conjunto, mi visita duró algo más de dos horas y media. ¿Mereció la pena? Por supuesto. Aunque Roskilde no fue capaz de transmitirme la sensación casi mística que sentí al contemplar por primera vez el barco de Oseberg, en nivel de información el museo danés supera con creces al de Oslo. Fue una pena encontrar las réplicas varadas en tierra, con sus cubiertas protegidas por antiestéticas lonas. Verlas flotando en su medio natural, teniendo incluso la posibilidad de estudiarlas desde cerca o incluso comprobar sus dotes marineras, debe ser una experiencia sin duda interesante. Por otra parte, al ser temporada baja pude disfrutar del museo con total tranquilidad. En cualquier caso, resultó una visita muy instructiva, así como un perfecto complemento de la que pude hacer un año antes en Noruega.

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Para ampliar la información:

La web Barco Vikingo tiene una larga entrada sobre el museo: https://barcovikingo.com/historia-vikingos/museo-barcos-vikingos-roskilde/.

También es interesante, sobre todo para quien viaje con niños, el post en el blog Nosaltres4viatgem: https://nosaltres4viatgem.es/viajando/destinos/europa/el-museo-vikingo-de-roskilde/.

Mucho más crítica la entrada en Encontré Mi Lugar: https://www.encontremilugar.com/museo-de-barcos-vikingos-roskilde/.

Quien esté interesado en la arquitectura del museo, puede descargar un interesante PDF en https://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2117/81957/4507-15472-1-SM.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

En https://depuertoenpuerto.com/de-copenhague-a-tromso/ se puede ver todo mi viaje invernal entre Copenhague y Tromsø.

En inglés, la magnífica página oficial del museo está en https://www.vikingeskibsmuseet.dk/en/.

Por último, en https://dac.dk/en/knowledgebase/architecture/oft-criticized-masterpiece-for-housing-vikings-ships/ hay un artículo sobre la polémica referente al posible derribo del edificio.