Cuando entré por primera vez en el MSC Magnífica, lo hice con un punto de escepticismo. Ingenuo de mi, pensaba que era el primer y el último crucero que haría en mi vida. En una cosa tenía razón: era el primero. Por tanto, no tenía referencias con las que comparar. Para mi, todo era inédito y tengo que reconocer que, a pesar de haber pasado poco mas de dos años, mis recuerdos de algunos detalles son bastante difusos.

El barco había sido botado en el 2010, por lo que apenas tenía cuatro años. El interior daba la sensación de ser bastante nuevo y estar bien conservado. El aspecto general era de lujo, aunque rozando lo hortera.

Íbamos en un camarote con balcón en lado de babor de la cubierta 12 (Portovenere), en concreto en el 12167. El camarote estaba justo enfrente de una de las puertas de acceso a los ascensores, lo cual al principio me preocupó, pero lo cierto es que no teníamos ningún ruido y, por contra, era bastante cómodo a la hora de moverse por el barco. Por lo que he podido ver posteriormente, la distribución era la típica de todos los camarotes de este estilo: nada mas entrar te encontrabas con el baño a un lado y el armario al otro. A continuación la cama, después una minúscula zona de estar, con una mesita y dos taburetes, el mini-bar y la televisión y, por último el balcón, con una mesa y dos pequeños sillones imitando mimbre. Estábamos en la zona mas ancha del barco, relativamente cerca de la popa, por lo que la vista era magnífica: nada interrumpía la visión hacia ambos lados y, si mirabas hacia abajo, veías directamente el agua del mar golpeando el casco del barco. En general era algo pequeño, pero suficiente para pasar unos cuantos días.

El barco era bastante estable. El único día que notamos movimiento por el oleaje fue navegando en torno al norte de Escocia, pero hay que reconocer que el mar estaba bastante movido. En este sentido, hasta hoy creo que es el mejor barco de crucero en el que he navegado.

MSC Magnífica Promenade

Promenade.

Las zonas transitables de las cubiertas eran similares a las de otros barcos de tamaño parecido en los que he viajado posteriormente. En la cubierta 7 estaba la «promenade», o cubierta de paseo. Recorría una gran parte de los laterales del barco, con una vista bastante despejada, pues las lanchas de salvamento estaban por encima, a la altura de la cubierta 8. Aunque la vista no era tan abierta como en las cubiertas superiores, te permitía estar relativamente cerca del mar y protegido de la lluvia. La pena es que no llegaba ni a proa ni a popa. Un poco antes de llegar a proa había un pasillo, curiosamente iluminado con una luz azulada, que permitía ir de un costado a otro del barco. En popa, el la cubierta terminaba en una puerta que te impedía continuar.

Pasillo azul

Pasillo azul.

Si querías ver la proa del barco, la única opción era subir a la cubierta 16. El problema es que la mayor parte de esta zona estaba reservada para clientes con lo que MSC llama «Experiencia Áurea», con lo cual en teoría no teníamos acceso. Como era una zona de tumbonas y no solía haber nadie, poco a poco se fue relajando el control y, sobre todo al atardecer, pude acceder alguna vez. En cualquier caso, el perímetro estaba totalmente rodeado de cristales ahumados de mas de dos metros de altura, por lo que tampoco había una vista especialmente buena.

MSC Magnífica cubierta 15

Cubierta 15.

La popa era bastante mas accesible. Lo mas sencillo era subir a la cubierta 15, en la que había una zona muy abierta que permitía disfrutar de una vista preciosa. Otra opción era la cubierta 13, donde estaba situado el buffet. Unas puertas te permitían ir a una terraza en la que, si encontrabas una mesa bien situada, podías tomar algo mientras disfrutabas del paisaje. La cubierta mas transitable era la 14 la cual, además de tener una pequeña terraza a popa a la que se llegaba atravesando una discoteca, podías recorrer en su mayor parte por ambos laterales del barco, que generalmente no tenían mas que una barandilla de altura normal.

MSC Magnífica promenade cerrada

Promenade cerrada.

Como era mi primer crucero, no «trasteé» demasiado por el barco, por lo que no pude descubrir ningún rincón interesante, aunque viendo a posteriori los planos del barco parece haber dos o tres sitios prometedores. En cualquier caso, las cubiertas solían estar bastante despejadas. Llegué a la conclusión de que al 95% del pasaje únicamente le interesaban como un lugar para colocar la tumbona. Solo pudieron hacerlo mientras navegábamos por el Canal de la Mancha, desde Cobh hasta Amsterdam. El resto de los días, o estaba demasiado nublado o directamente llovía, con lo cual pude tener las cubiertas casi en exclusiva para mi. También tuve la suerte de que, a pesar del mal tiempo, nunca cerraron las puertas de acceso a las zonas exteriores, lo cual no puedes dar por garantizado, como pude comprobar en cruceros posteriores. Únicamente me encontré con parte del «promenade» cerrado cuando maniobraban con alguna lancha.

MSC Magnífica maquinaria

Maquinaria.

En general, comparándolo con experiencias posteriores, el barco, sin ser de los mas abiertos al mar que he visto, tampoco era el mas cerrado en el que he navegado. En cualquier caso, llegué a la conclusión de que, como a la mayor parte de la gente que hace cruceros disfrutar del mar no les interesa demasiado, a la dirección de MSC tampoco le preocupa. Para comprobarlo, basta con ver los planos «oficiales» del barco, en los que las zonas exteriores transitables son casi invisibles. Pero, como todo, esto tuvo una parte muy positiva: no tenía que competir casi con nadie por buscar el sitio con la mejor vista del océano.

Respecto a los restaurantes, el barco no ofrecía demasiado. Había dos restaurantes principales, L’Edera y Quattro Venti, de los cuales tenías uno asignado para la cena, con hora y mesa prefijadas. Un sistema muy rígido. Además podías ir al buffet, a un restaurante oriental (pagando un suplemento) o llamar al servicio de habitaciones. En general, el servicio era excelente y la comida me sorprendió positivamente, aunque visto a posteriori tengo que decir que faltaba variedad de restaurantes.

Por último, había innumerables sitios en los que poder tomar algo, tiendas, un teatro enorme y todo lo que uno suele ver en la publicidad de los cruceros. Aunque personalmente no me interesaban demasiado, hay que reconocer que era bastante agradable, después de dar una vuelta por cubierta y que el viento te metiera el frío hasta los huesos, poder ir a un confortable sillón y tomarte un capuchino bien caliente mientras escuchabas tocar el piano.

En general, el barco me gustó. Evidentemente no era un velero, pero las posibilidades de disfrutar del mar eran suficientes. También superaron mis expectativas la limpieza y la amabilidad del personal. Mi experiencia anterior con barcos grandes se limitaba a travesías cortas en ferry en el Estrecho de Gibraltar, el Canal de la Mancha y lugares similares, en los que los barcos suelen dejar mucho que desear, sobre todo en el mantenimiento de las zonas comunes y la atención al pasaje. Esta experiencia, unida a la imagen tipo «Vacaciones en el Mar» que tenía de los cruceros, me hacía especialmente receloso. Afortunadamente, descubrí que estaba equivocado.

Para ampliar la información:

Se puede ver el itinerario completo de nuestro crucero en torno a las Islas Británicas en https://depuertoenpuerto.com/crucero-norte-de-europa/.

Página del barco en la web de MSC: https://www.msccruceros.es/es-es/Barcos-De-Crucero/MSC-Magnifica.aspx.

Artículo en la Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/MSC_Magnifica.