También conocido como Kōkyo, el Palacio Imperial de Tokio es la residencia oficial del emperador desde 1868. Anteriormente, el castillo de Edo había sido el cuartel general del clan Tokugawa. El fundador de la dinastía, Tokugawa Ieyasu, decidió trasladarse a sus nuevos dominios en 1590, tras conseguir el control de la fértil llanura de Kantō. Con el advenimiento del Shogunato Tokugawa en 1603, Edo se convirtió en la capital de facto del país, aunque Kioto siguió siendo la capital oficial y la residencia imperial hasta la Restauración Meiji. Fuera el shōgun o el emperador, durante 342 años, hasta la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial, los muros del enorme castillo alojaron al gobernante del Japón. Edo, la actual Tokio, creció rápidamente en su periferia, hasta convertirse primero en la mayor ciudad del país y posteriormente del mundo.

Kikyō-mon

Kikyō-mon.

Descubrimos que era posible visitar el Palacio Imperial por pura casualidad, mientras paseábamos por los alrededores de la puerta Kikyō-mon. Aunque los japoneses ya no vean a su emperador como un arahitogami, el profundo respeto que siguen teniendo por su figura, unido a su obsesión con la seguridad, nos habían hecho pensar que no existía tal posibilidad. La sorpresa vino al encontrarnos con un cartel que explicaba las normas para poder hacer la visita. Básicamente, hacer fila detrás del poste, rellenar un formulario y presentar un documento de identidad con foto. Ese día no pudimos entrar. La visita es guiada, en un grupo con un cupo máximo de 300 personas, que ya estaba completo. En cualquier caso, nos alojábamos en las inmediaciones. A la mañana siguiente, pasadas las nueve y sin tener demasiada idea de en qué consistía la visita, nos unimos a la fila que se iba formando tras el cartel. Menos de media hora más tarde, teníamos en nuestras manos el ticket para entrar al palacio.

Antes de comenzar la visita

Antes de comenzar la visita.

El recorrido comienza en una gran sala, a escasos metros de Kikyō-mon. Allí hay que rellenar un formulario y atender una pequeña charla en la que nos explican en qué va a consistir la visita y las estrictas normas que hay que seguir durante ésta. Una vez comenzado el recorrido, es imposible dejar el grupo, incluso para ir al baño, por lo que al finalizar la charla dejan unos minutos libres. Es la última oportunidad de ir al servicio, comprar un refresco o marcharse. Afortunadamente, nos dividieron en dos grupos. Por una parte, los que entendían japonés. Por otra, todos los demás. Nuestro grupo, dirigido por una guía que hablaba un inglés prácticamente incomprensible, se puso en marcha unos minutos después de las diez de la mañana.

Sūmitsu-in

Sūmitsu-in.

Durante la charla, nos habían dejado claro que no íbamos a entrar en ningún edificio. La visita consiste únicamente en un paseo por el extremo meridional de los antiguos recintos de Sannomaru y Ninomaru y por la parte este de Nishinomaru. El primer edificio que nos llamó la atención fue la antigua sede del Sūmitsu-in, o Consejo Privado. Construido en 1922, logró sobrevivir a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. En cierto modo, un edificio con vagos aires modernistas era la antítesis de lo que esperábamos ver en el interior del antiguo castillo.

Fujimi-yagura

Fujimi-yagura.

Tan solo unos metros más allá, nos esperaba Fujimi-yagura. La torre debe su nombre a que, en días claros, es posible ver el monte Fuji desde sus pisos superiores. Con tres plantas, fue edificada en 1659, dos años después de que un incendio destruyera la gran torre del homenaje. Al decidirse no reconstruir ésta, Fujimi-yagura se convirtió en la torre más prominente del castillo y en una de sus imágenes icónicas.

Agencia de la Casa Imperial

Agencia de la Casa Imperial.

Tras pasar sobre el antiguo foso, hoy parcialmente desecado, que separaba los recintos de Ninomaru y Nishinomaru, nos encontramos con otro edificio moderno, en este caso sin mayor interés, que aloja a la Agencia de la Casa Imperial. Al entrar en Nishinomaru, nos acercábamos al palacio propiamente dicho, por lo que tanto nuestra guía como el personal de seguridad, que nos acompañaba y dirigía como si fuéramos un rebaño, comenzaron a ponerse tensos. Bastaba retrasarse un par de metros del grupo con la intención de hacer una foto para que te invitaran, con extrema amabilidad, a reincorporarte a éste.

Frente a Chōwaden

Frente a Chōwaden.

Finalmente, tras subir un leve repecho en curva, llegamos a las inmediaciones de los edificios conocidos como Homei-Den, el salón de banquetes de estado, y Chōwaden, el salón de recepciones. Ambos son edificios modernos. El antiguo palacio de los shōgun ardió en 1873. En 1888 se completó la nueva residencia imperial, que a su vez fue destruida durante un bombardeo en la noche del 25 de mayo de 1945. En la década de 1960 se comenzó la construcción de un nuevo palacio, que fue culminada en 1993.

Palacio de Fukiage

Palacio de Fukiage.

Más allá de Chōwaden, sobre los muros que rodean el jardín privado del emperador, se adivinaban los tejados del núcleo central del palacio, conocido oficialmente como Kōkyo Gosho, o Residencia Imperial del Palacio Imperial. Diseñado por Shōzō Uchii y mucho más modesto que sus antecesores, es en este conjunto de edificios, de 4.940 metros cuadrados, donde vive el emperador del Japón. Fue lo más cerca que pudimos estar del palacio imperial.

Tetsu-bashi

Tetsu-bashi, desde las inmediaciones de Seimon Ishibashi.

En teoría, este debería haber sido el punto final de nuestra visita. Pero nuestra guía, con una alegría que no pude adivinar si era real o fingida, nos comunicó que excepcionalmente, por algún motivo que nadie logró descifrar en su inglés chapurreado, nos permitirían atravesar la puerta Nishinomaru, hasta Tetsu-bashi, el Puente de Hierro. Lo cual tuvo el efecto de aumentar el ya de por si elevado nivel de nerviosismo de los vigilantes que nos acompañaban. A su afán por mantenernos agrupados, se unió otro nuevo, intentando evitar que alguien se pudiera acercar en exceso a las barandillas del puente.

Fushimi-yagura

Fushimi-yagura.

Guardias aparte, la vista era muy interesante. De las mejores de todo el recorrido. Sobre todo hacia el oeste, donde la hermosa torre Fushimi se erguía sobre el foso y los contrafuertes meridionales de Nishinomaru. El nombre de Fushimi-yagura procede de su ubicación original, en el castillo de Fushimi, en Kioto, donde fue levantada a finales del siglo XVI. Tras la destrucción del castillo, a mediados del siglo XVII el shōgun Tokugawa Iemitsu hizo desmontar la torre, que fue trasladada a su actual ubicación.

Seimon Ishibashi desde Tetsu-bashi

Seimon Ishibashi desde Tetsu-bashi.

Hacia el este, el panorama era más curioso que realmente hermoso. Ver el puente Seimon Ishibashi desde Tetsu-bashi era una experiencia extraña, ya que lo normal es disfrutar de la vista contraria. Aunque, siendo más precisos, lo habitual es contemplar ambos puentes, con Fushimi-yagura al fondo, desde la amplia explanada de la Plaza del Palacio Imperial.

Dejando atrás Chōwaden

Dejando atrás Chōwaden.

Este si fue el punto final del recorrido. Tras pasar unos minutos en el puente, regresamos exactamente por el mismo camino que habíamos realizado inicialmente. Con la única diferencia de ir más deprisa, mientras nos seguían «guiando» unos guardias de seguridad que, tras dejar atrás Chōwaden, finalmente lograron relajarse algo, haciendo posible separarse del grupo aunque fuera mínimamente. La visita propiamente dicha apenas duró 65 minutos, aunque entre unas cosas y otras acabamos empleando más de dos horas. ¿Merece la pena? Depende de las prioridades personales y del tiempo disponible. A favor, poder entrar en una zona de difícil acceso y ver de cerca algunas de las torres más emblemáticas del antiguo castillo de Edo. En contra, el largo proceso de admisión y que realmente no se visita ningún edificio. Las explicaciones de nuestra guía quedan en tierra de nadie. Tenían su interés, pero eran tan difíciles de entender que en varias ocasiones directamente acabamos ignorándolas.

Travelers' Map is loading...
If you see this after your page is loaded completely, leafletJS files are missing.
Para ampliar la información:

La página oficial del palacio está parcialmente traducida, aunque de forma un tanto deficiente, en https://sankan.kunaicho.go.jp/multilingual/lang/es/koukyo/index.html.

El blog Japonismo tiene una entrada con su (no muy buena) opinión sobre la visita: https://japonismo.com/blog/viajar-a-tokio-el-palacio-imperial-de-tokio.

En https://depuertoenpuerto.com/tres-dias-en-tokio/ se puede ver nuestra estancia completa, de tres días, en Tokio.

En inglés, dentro de la web oficial de la Agencia de la Casa Imperial se puede encontrar una sección para visitantes: https://www.kunaicho.go.jp/e-event/. En su interior hay vínculos a audioguías en varios idiomas (entre ellos el español) para iPhone y Android (https://www.kunaicho.go.jp/e-event/app.html).

La página Explore Old Tokio tiene una buena entrada sobre el palacio, incluidos sus recintos exteriores: https://old-tokyo.info/guide-tokyo-imperial-palace-former-edo-castle-making-visit/.

También cubriendo los jardines exteriores, muy interesante la web del Jardín Nacional Kokyo Gaienhttps://fng.or.jp/koukyo/en/. Especialmente interesante descargar el mapa en https://fng.or.jp/koukyo/pdf/en/koukyogaien_naturalmap01.pdf.

Por último, mencionar la entrada sobre el castillo de Edo en la web The Samurai Archives: https://wiki.samurai-archives.com/index.php?title=Edo_castle#Gates_.26_Guardhouses.