Venecia y tranquilidad parecen haberse convertido en dos palabras antónimas. Cuando uno piensa en Venecia, le vienen a la mente las hordas de turistas devorando la ciudad a su paso, los problemas para los cada vez más escasos vecinos, o las interminables colas para visitar sus monumentos. Venecia se ha convertido en el paradigma de la masificación turística, hasta el punto de haber surgido un fuerte movimiento vecinal en contra del turismo, o que, desde el propio ayuntamiento, surjan regularmente iniciativas para intentar frenar el caos y el deterioro que genera la avalancha de visitantes. Iniciativas que, por desgracia, no suelen llegar a ningún resultado práctico.

Mar de cabezas en San Marco

Mar de cabezas en San Marco.

Y sin embargo, como en casi todas partes, es posible disfrutar de otra Venecia. Una de las características del turismo de masas es su concentración, tanto en el tiempo como en el espacio. Es cierto que, en el caso de Venecia, la temporada alta se alarga ya hasta comprender casi todo el año. Por contra, la mayor parte de su turismo se concentra en unos cuantos puntos y a unas horas determinadas.

Vaporetto en el Gran Canal

Vaporetto atestado en el Gran Canal.

Buena parte de los visitantes llega a las inmediaciones de Piazzale Roma, bien atravesando el puente que une Venecia con el continente, bien por la terminal de cruceros. Desde allí, suelen amontonarse en los vaporettos que llevan directamente a San Marco, o cruzan andando por Cannaregio, siguiendo las indicaciones hacia la Plaza de San Marco o el Puente de Rialto.

Haciendo una foto típica

Haciendo una foto típica.

Pocos se aventuran a atajar por el laberinto de callejuelas de San Polo, que permite llegar directamente a Rialto. La mayoría, una vez en la zona de San Marco, da una vuelta por la plaza, recorre la Riva degli Schiavoni, generalmente hasta conseguir una foto del Puente de los Suspiros y se vuelve por donde han venido. Algunos, hasta visitan uno o dos de los monumentos de la zona, generalmente San Marco o el Campanile. Y poco más.

El Redentore, en Giudecca, desde Fondamenta Zattere

El Redentore, en Giudecca, desde Fondamenta Zattere.

Basta salir de este circuito masificado para encontrar una Venecia distinta. Cruzar en barco a Giudecca es como entrar en otra ciudad, donde todavía se puede ver gente normal paseando a su perro, comprando en una tienda de alimentación, o charlando tranquilamente en la calle. Visitar San Giorgio Maggiore da la oportunidad de ver un impresionante templo proyectado por Palladio casi en solitario. O subir a su campanario, rival del de San Marco, sin tener que hacer una cola interminable.

Rio de San Vio, en Dorsoduro

Rio de San Vio, en Dorsoduro.

Sin necesidad de coger un vaporetto, es suficiente cruzar el Puente de la Academia y perderse por las calles de Dorsoduro para estar prácticamente solo. Incluso en lugares tan emblemáticos como la Punta de la Aduana o la magnífica Basílica de Santa Maria della Salute la afluencia de visitantes entra dentro de lo razonable, permitiendo disfrutar de la visita. El sestiere de Castello también ofrece la posibilidad de pasear por calles tranquilas o visitar magníficos monumentos sin necesidad de esperar largas colas.

Rio de Santa Sofia, en Canarregio

Rio de Santa Sofia, en Canarregio.

En Cannaregio, cruzar andando desde la transitada Strada Nova hacia Fondamente Nove por cualquiera de sus callejuelas conduce a un remanso de paz, en el cual es probable coincidir únicamente con algún vecino de Venecia. Y a veces ni eso. Por no hablar de los magníficos templos, como Santa María Asunta o la Madonna dell’Orto, en los que es posible llegar a ser el único visitante.

Giudecca y la aduana desde Riva degli Schiavoni

Giudecca y la aduana desde Riva degli Schiavoni.

Incluso en las zonas masificadas, se puede disfrutar de la tranquilidad. La mayor parte de los visitantes de Venecia no se queda a dormir en la ciudad. Todo en Venecia es caro y el alojamiento no iba a ser una excepción. Pero dormir en Venecia es una forma magnífica de disfrutar de otra ciudad. Además de poder ver Venecia de noche, permite disfrutar de unos amaneceres y ocasos a cual más hermoso y, por supuesto, de una ciudad relativamente vacía de turistas. Y, durante los calurosos días del verano, es muy interesante tener un lugar en el que descansar a mediodía.

Atardecer en el Gran Canal

Puesta de Sol en el Gran Canal.

En nuestra visita a Venecia en 2016 tuvimos un golpe de suerte. Conseguimos alojarnos un par de noches en un antiguo edificio del siglo XV, disfrutando de una habitación con vistas al Gran Canal, por un precio razonable. Pasábamos horas asomados al balcón de la habitación, deleitándonos con la vista y observando el intenso tráfico en el canal. Era curioso ver como, a partir de primera hora de la tarde, los vaporettos salían cada vez más atestados. A última hora, los barcos ya iban medio vacíos y, cuando caía la noche, no llevaban prácticamente ningún pasajero a bordo. En cuestión de unas horas, la ciudad se vaciaba.

Pero, con diferencia, lo mejor de la estancia fueron los amaneceres. Al alba, incluso el Gran Canal parecía dormir. Tan solo se escuchaba el graznido ocasional de las gaviotas y, de vez en cuando, el sonido de alguna embarcación. Hasta que, sobre las siete de la mañana, comenzaba el tañer las campanas de alguna de las innumerables iglesias de Venecia. Un sueño.

Algunos vínculos útiles:
En este mismo blog, en Venecia, una lenta agonía comento mi visión personal sobre la masificación turística de la ciudad.

Se puede descargar un largo ensayo sobre la problemática del turismo en Venecia en https://dspace.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/1847/GTUR_IreneGordiolaSoler.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

En inglés, en el blog A Passport Affair hay una entrada con consejos para «perderse» en Venecia: https://apassportaffair.com/2014/03/16/visiting-venice-italy/.En la misma línea, se puede visitar la web de Frommer’s en https://www.frommers.com/slideshows/848355-where-to-escape-crowds-in-overtouristed-venice-italy.