La línea original del ferrocarril Transiberiano, entre Moscú y Vladivostok, se completó en 1904. En apenas trece años, los rusos habían sido capaces de construir un trazado de 9.288 kilómetros, atravesando algunas de las regiones más despobladas y duras del planeta. La primera estación de Vladivostok se edificó en 1893, coincidiendo con la inauguración del tramo más oriental del ferrocarril, los 142 kilómetros que separan Vladivostok de Ussuriysk. El edificio actual fue construido entre 1912 y 1913, siguiendo los diseños del arquitecto N. V. Konovalov. Tras sufrir diversas remodelaciones durante la época soviética, entre 1994 y 1996 se realizó una intensa restauración, devolviendo a la estación su aspecto original.

Escudo de armas ruso en la fachada oriental

Escudo de armas ruso en la fachada oriental.

¿Qué viajero no ha soñado alguna vez con recorrer el Transiberiano, la línea regular de ferrocarril más larga y famosa del mundo? Más de nueve mil kilómetros, ocho husos horarios, siete días de viaje y un solo país. Sin duda un trayecto épico. Lo que jamás había imaginado es que llegaría a su estación final, junto a la orilla del Océano Pacífico . . . en barco. La terminal de cruceros de Vladivostok y su estación de ferrocarril están literalmente una al lado de otra. Tan cerca, que apenas las separa un breve paseo, de 200 metros, por una pasarela peatonal. Incluso es posible fotografiar los detalles arquitectónicos de la parte superior de la estación, como el escudo de armas ruso, desde las cubiertas del barco. Es una pena que el mastodóntico edificio de la terminal impida tener una visión limpia de la estación.

Entrada principal

Entrada principal.

Estando tan cerca del barco, la estación era uno de nuestros objetivos prioritarios del día. Tan pronto como acabó la excursión organizada que nos habíamos visto obligados a contratar para poder desembarcar sin visado, nos «perdimos», atravesando la pasarela que lleva a la estación. No fuimos los únicos. Entre la mezcla variopinta de personas que iban y venían por la pasarela, pudimos reconocer a unos cuantos compañeros de excursión.

Pasarela y esquina noroeste

Pasarela y esquina noroeste.

El edificio, de estilo neorruso, se diseñó de forma que su apariencia estuviera en sintonía con la estación Yaroslavsky de Moscú, en el extremo opuesto del Transiberiano. Desde el exterior, con sus arcos, ventanas y torreones, semeja más un palacete ruso del siglo XVII que una estación de ferrocarril. Varios de los motivos ornamentales, como el mosaico de San Jorge con el dragón o el águila bicéfala de la Rusia zarista, fueron cubiertos con yeso, cuando no directamente destruidos, durante los primeros años de la época soviética. Los que podemos ver actualmente proceden de la restauración de finales del siglo XX. Las pinturas del interior se crearon en dos fases. La primera, en 1936, por G. A. Grigorovich. Veinte años más tarde, V. I. Gerasimenko creó el gran mural conocido como «Nuestra gran tierra madre», en el vestíbulo de venta de billetes.

Kilómetro 9288

Kilómetro 9288.

Pero, en mi opinión, la parte más sugerente de la estación está en su exterior. Allí podemos encontrar el pilar que, a modo de miliario romano, marca la distancia hasta Moscú, kilómetro 0 de la línea. Un 9228 se muestra orgulloso bajo una columna, una vez más coronada por el águila bicéfala. Es curioso comprobar como Rusia ha recuperado, con un orgullo no disimulado, los símbolos de su pasado imperial.

Locomotora 3306

Locomotora 3306.

A su lado, frente a una placa recordando el sacrificio del personal ferroviario durante la Gran Guerra Patriótica, hay una enorme locomotora de vapor, que en esta ocasión luce la simbología de la extinta Unión Soviética. Una estrella roja de cinco puntas remata su morro, mientras en el compartimento del maquinista, sobre el número de serie se aprecia un escudo con la hoz y el martillo y las siglas CCCP (URSS en ruso). La sorpresa viene al leer el pequeño cartel que hay junto a la locomotora. Resulta que fue fabricada en los Estados Unidos de América por la American Locomotive Company y entregada a la Unión Soviética como parte de la ayuda recogida en la Ley de Préstamo y Arriendo, extendida a la Unión Soviética por un acuerdo entre ambos países del 11 de Junio de 1942.

Vias del Transiberiano

Vias del Transiberiano.

Y, por encima de todo, están las vías. Esas vías que, trazando una suave ese, desaparecen en la oscuridad del túnel que pasa bajo la Plaza Central, en el corazón de la ciudad. Más allá de los suburbios de Vladivostok, atraviesan bosques interminables, estepas infinitas y varios de los ríos más caudalosos del mundo, antes de llegar a Moscú. Y, desde allí, conectan con la red ferroviaria del resto de Europa. Una red continua que, cruzando el continente más extenso del planeta, une Vladivostok, junto al Pacífico, con Lagos, en el extremo suroeste de Portugal. Una demostración del ingenio y perseverancia del ser humano. Mientras subíamos las escaleras de la estación, camino de nuestra siguiente visita, no pude evitar que mi mente fantaseara con hacer semejante viaje.

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Para ampliar la información:

La página Vladivostok City tiene una entrada sobre la estación: https://vladivostok-city.com/es/places/all/all/892.

En https://depuertoenpuerto.com/crucero-extremo-oriente/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por Extremo Oriente.

En inglés, la web oficial de la estación está en http://vladivostok.dzvr.ru/en/.

Quien quiera profundizar en la historia del Transiberiano, puede leer https://rusmania.com/history-of-trans-siberian-railway.