El Museo Estatal Unido Primorsky Vladimir Klavdievich Arseniev tiene sus orígenes en 1884, cuando nació como Museo de la Comunidad de la Exploración del Krai de Amur para recoger los fondos acumulados por las sucesivas expediciones etnográficas y arqueológicas que que tenían lugar en el extremo oriente ruso. Tras varios cambios de nombre y diversos avatares, en 1985 recibió su denominación actual. El museo se aloja en la esquina de las calles Svetlanskaya y Aleutskaya, en un hermoso edificio construido en 1904 para B. P. Babintsev, uno de los principales accionistas de Churin & Kasyanov, la mayor compañía comercial de la región en la época.

Exibición del reino de Balhae

Exibición del reino de Balhae.

Tras visitar el interesante pero decrépito Museo de la Fortaleza de Vladivostok, llegamos a la puerta del segundo museo del día sin tener claro qué íbamos a encontrar en su interior. Aunque la impecable fachada recién remozada debía habernos dado alguna pista, he de reconocer que al cruzar su puerta nos llevamos una grata sorpresa. El museo, aparentemente recién reformado, responde a una concepción moderna. Sus salas ocupan las tres plantas del edificio, mostrando la evolución histórica del Krai de Primorie desde el apenas conocido reino de Balhae hasta la era soviética. Están organizadas temáticamente, con los objetos bien expuestos y razonablemente explicados, generalmente en ruso e inglés.

Trajes nanái

Trajes nanái.

Parte del museo está dedicada a los diversos pueblos indígenas de la zona, entre los que están los nanái, también conocidos en China como hezhen, los udege, los orochi o los taz. A pesar de la larga influencia china en la región, seguida de la rusa, lograron aferrarse a su cultura hasta bien entrado el siglo XX. De religión chamánica, mantuvieron sus costumbres nómadas y su economía basada en la caza y la pesca. Entre los diversos objetos que pudimos encontrar expuestos, nos llamaron especialmente la atención los peculiares vestidos de los nanái , realizados con pieles de pescado.

Cabeza de dragón del reino de Balhae

Cabeza de dragón del reino de Balhae.

También es interesante la sección dedicada al reino de Balhae, el estado que dominó la zona entre los siglos VII y X. Lo poco que se sabe de su historia procede del registro arqueológico y de las fuentes escritas chinas. Parece que fue fundado por refugiados del reino coreano de Goguryeo, tras la conquista de éste por fuerzas chinas de la dinastía Tang. Durante sus 228 años de existencia llegó a controlar parte de las actuales Manchuria, Corea del Norte y Primorie.

Los rusos en el Pacífico

Los rusos en el Pacífico.

No podía faltar la sección dedicada a la expansión rusa hacia el este, una gesta épica que tiene poco que envidiar a la del Lejano Oeste americano, pero apenas conocida en occidente. Llama la atención la asombrosa rapidez del proceso. La conquista de Siberia comenzó en 1581, cuando Yermak Timoféyevich, con 840 hombres a su mando, decidió cruzar los Urales. A pesar de un comienzo incierto, en tan solo 58 años el imperio de los zares conseguía llegar al Océano Pacífico. Ojotsk, el primer asentamiento estable en la costa, fue fundado en 1647.

Tras un comienzo tan prometedor, la Rusia zarista pareció quedarse estancada. Las enormes distancias, las inciertas comunicaciones y la falta de capital humano detuvieron el avance. Los promyslovik, el equivalente ruso de los tramperos americanos que formaban la vanguardia de la frontera, no fueron seguidos por una avalancha de granjeros. Por si esto fuera poco, el Imperio Chino de las dinastías Ming y Quing fue durante siglos un muro impenetrable para Rusia, retenida en las fronteras establecidas en 1689 en el tratado de Nérchinsk. Los rusos tuvieron que esperar al Siglo de la Humillación para, aprovechando la Segunda Guerra del Opio, lograr romper la resistencia china. En 1860, fundaban Vladivostok.

La revolución llega a Vladivostok

La revolución llega a Vladivostok.

La visita al museo acaba con las interesantes salas dedicadas a los inicios del siglo XX, una época asombrosamente convulsa para la ciudad. Tras un comienzo prometedor con la apertura del ferrocarril Transiberiano en 1904, tan solo un año más tarde llegó la derrota rusa en la guerra ruso-japonesa. Con la perdida de Port Arthur, Vladivostok se convirtió en el único puerto ruso en el Pacífico libre de hielo todo el año. La Revolución de Octubre triunfó rápidamente en la ciudad, de la mano de los marineros de la escuadra, pero en 1918 pasó a estar controlada por la Legión Checa. En el caos que siguió, Vladivostok acabó siendo el último bastión de la efímera República del Lejano Oriente, independiente del poder soviético, y un refugio para los últimos rusos blancos que huían del avance de los revolucionarios. Finalmente, el 25 de Octubre de 1922, casi cinco años después del comienzo de la revolución, las tropas de la URSS entraban en la ciudad.

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Para ampliar la información:

La página Vladivostok city tiene una reseña sobre el museo, aunque parece ser anterior a su renovación: https://vladivostok-city.com/es/places/all/all/905.

En https://depuertoenpuerto.com/crucero-extremo-oriente/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por Extremo Oriente.

En inglés, la web oficial del museo está en http://arseniev.org/arseniev-state-museum-of-primorsky-region/.

La página Discover Vladivostok tiene una breve entrada, con alguna información sobre otros museos asociados: http://vladivostok.travel/en/todo/the-arsenyev-primorye-museum/.

En https://museumstudiesabroad.org/guide-vladivostok-museums/ hay una reseña de los diversos museos que ofrece la ciudad.