Habíamos visitado Skútustaðir en el verano de 2020, pero no tenía unos recuerdos especialmente agradables. Por una parte, al visitarlos en pleno verano nos habíamos encontrado el campo lleno de grandes balas de paja, forradas con plástico blanco. Desde luego, no resultaba especialmente atractivo a la hora de hacer fotos. Además, tras pasar unos días recorriendo el desolado corazón de Islandia por la carretera de Kjölur, sin apenas ver a otro ser humano, al entrar a tomar un café en el cercano Sel-Hotel Myvatn nos dieron una mala noticia. La pandemia, que en Islandia parecía una lejana pesadilla, se había vuelto a extender por la isla. Regresaban las restricciones.
En cualquier caso, decidí dar una segunda oportunidad al lugar. Esta vez llegaba en solitario y en pleno invierno. El día anterior había sido extraordinariamente soleado y sereno, con unas temperaturas anormalmente bajas para Islandia, que crearon un paisaje mágico. Pero aquellas circunstancias habían sido pasajeras. A la mañana siguiente regresaron las nubes, la temperatura era la normal en invierno y sobre todo el viento, tan habitual en la Tierra de Hielo, hacía nuevamente de las suyas. La mañana era hermosa, pero en absoluto excepcional.
Tal como esperaba, cuando llegué a las inmediaciones de Skútustaðir estaba virtualmente solo. Había otro coche en el aparcamiento, pero las dimensiones del lugar eran lo suficientemente grandes como para no encontrarme con sus ocupantes. Skútustaðir se puede recorrer por dos senderos. Con el lago Mývatn prácticamente congelado y el campo cubierto por una capa de nieve helada, el más largo estaba cerrado. Por tanto, debía conformarme haciendo la ruta circular corta, que recorre el conjunto de pseudocráteres más próximo a la carretera. La larga recorre el perímetro del Stakhólstjörn, un pequeño lago rodeado por las extrañas formaciones.
Según la teoría comúnmente aceptada, Skútustaðir se creó hace aproximadamente 2.300 años, durante la erupción simultánea del Lúdentaborgir y el Þrengslaborgir. La misma que dio origen al cercano Dimmuborgir. En su avance, la lava alcanzó una zona pantanosa, o quizá ocupada por un lago somero, muy similar al actual Mývatn. El enorme calor evaporó casi inmediatamente el agua superficial, pero aquella que se encontraba a mayor profundidad, entre los poros del terreno, se fue calentando mas lentamente. Simultáneamente, el peso de la lava acumulada en la superficie incrementaba la presión sobre la mezcla de tierra y agua. Finalmente, el agua acabó hirviendo, abriéndose camino a través de la colada en una serie de erupciones explosivas, que en algunos casos pudieron llegar a durar horas. El tamaño de los cráteres resultantes es proporcional a la violencia y duración de cada explosión.
Hasta muy recientemente, no había unanimidad entre los científicos, pues nadie había podido contemplar un fenómeno similar. La erupción del Eyjafjallajökull, en 2010, permitió a los vulcanólogos observar el proceso en directo, durante una explosión de vapores generados por el volcán. Ahora podemos estar seguros de que los pseudocráteres, a veces llamados en inglés «rootless cones», no están directamente provocados por la expulsión de magma. Aunque sí sean indirectamente una consecuencia de su presencia y, en cualquier caso, se originen durante una erupción, aunque ésta sea de gases.
Mi visita a Skútustaðir acabó siendo muy distinta a la del verano. También fue más prolongada. La soledad, el silencio, tan solo interrumpido por el sonido del viento, y el irreal paisaje, acabaron reteniéndome durante una hora, para una ruta que en teoría se recorre en 30 minutos. Los cráteres, cubiertos por una fina capa de nieve, parecían trasladarme a otro planeta. Sensación que se acentuaba por la ausencia del agua del Stakhólstjörn, cubierta por una capa de hielo, y la enorme silueta del Hverfjall, haciendo de telón de fondo.
Tan solo al final de mi recorrido me crucé con un grupo de personas, que me permitieron hacer una foto en la que es posible apreciar las dimensiones de los pseudocráteres. Quizá éstos no se encuentren entre los lugares más deslumbrantes de Islandia. Incluso dentro del entorno más restringido del lago Mývatn, donde podemos encontrar lugares tan interesantes como Dimmuborgir, Hverfjall, Hverir o Leirhnjúkur, es relativamente sencillo pasar por alto las extrañas formaciones de Skútustaðir. Pero, más allá de su singularidad, éstas nos permiten apreciar otra faceta de la peculiar geología de Islandia. Y, al menos en invierno, mientras los recorres nada te impedirá pensar que en realidad estás dando un paseo por Marte.
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Para ampliar la información.
El blog Viajamos Juntos tiene una entrada sobre los pseudocráteres en verano: https://www.viajamosjuntos.net/2013/11/16/skutustadir-pseudocrater-hverfjall-myvatn-islandia/.
En inglés, muy interesante la entrada sobre Skútustaðir en ZigZagonearth.com: https://www.zigzagonearth.com/myvatn-pseudo-craters-iceland/.
Guide to Iceland tiene un artículo, con información sobre otros pseudocráteres de la isla: https://guidetoiceland.is/connect-with-locals/regina/the-unique-phenomenon-pseudocraters-in-iceland.
Quien esté interesado por las similitudes entre los pseudocráteres terrestres y marcianos, puede visitar https://planetarygeomorphology.wordpress.com/2013/09/16/pseudocraters-on-earth-and-mars/.