Tras nuestra magnífica experiencia en el MS Eurodam, el listón para el siguiente barco en el que navegásemos había quedado muy alto. El Constellation era en muchos aspectos un buque muy similar, con dimensiones, tonelaje y capacidad de pasajeros parecidos. Incluso la silueta del barco, a primera vista, recordaba la del Eurodam. Construido en el 2001, con una eslora de 294 metros, el Constellation puede alojar un máximo de 2.038 pasajeros.

Curiosamente, en todo el crucero, no conseguí hacer una foto del barco completo. Me confié pensando que lo lograría sin problemas en Boracay. Había que bajar a tierra en botes, lo que siempre brinda buenas oportunidades de fotografiar al barco en medio del mar. Como se canceló la escala, me quedé con las ganas. Por ese motivo, la foto de cabecera es del Celebrity Millennium, gemelo del Constellation, atracado en Kai Tak. La hice desde el Constellation, según llegábamos a Hong Kong.

Atardecer sobre la isla de Balabac, desde la cubierta 12 del Constellation

Atardecer sobre la isla de Balabac, desde la cubierta 12 del Constellation.

Habíamos acabado haciendo un crucero con Celebrity por casualidad. Buscando posibles itinerarios por Asia, encontré una oferta de última hora a un precio muy interesante. Además del precio, al ver los camarotes disponibles me llevé otra sorpresa muy agradable: había libre un camarote en la aleta de estribor. Fue un auténtico golpe de suerte. Era un camarote familiar, que normalmente solo se puede reservar para un mínimo de cuatro personas. Nosotros, además de conseguir un precio muy interesante, pudimos reservarlo siendo únicamente dos. Es difícil saber a ciencia cierta el coste de un camarote en un crucero, pero calculo que debimos pagar entre el 20 y el 25 % del precio normal.

Dormitorio del camarote 9156

Dormitorio del camarote 9156.

Si, como decía hace años un anuncio de automóviles, el auténtico lujo es el espacio, el camarote 9156 es el más lujoso que hasta el momento he podido disfrutar. Su distribución se salía de la típica de los camarotes de los cruceros. Aunque no llegaba a ser una suite, en algunos aspectos lo parecía. Nada más entrar, lo primero que encontrabas frontalmente era un gran armario de cinco puertas, en el que nos sobró espacio para colocar cómodamente todo nuestro equipaje. Frente a los armarios, estaba el baño que, éste si, se correspondía en tamaño y disposición al de casi cualquier otro camarote en el que habíamos estado. Una pena, pues la amplitud del camarote hubiera permitido darle un espacio adicional que hubiera sido muy de agradecer. Luego venía la zona de dormitorio, con la típica cama grande, una mesa de trabajo, el mini-bar y una televisión. Hasta aquí, lo único realmente especial era la amplitud del armario.

Terraza y zona de estar del camarote 9156

Terraza y zona de estar del camarote 9156.

Lo mejor venía después. En lugar de la típica zona de estar integrada en el dormitorio, consistente en poco más de una mesita y un par de sillones de reducidas dimensiones, aquí teníamos otra habitación completa, separada por una pared de madera y cristales traslúcidos, con una puerta corredera. El cuarto de estar tenía dos sofás convertibles y varios muebles auxiliares. Del cuarto de estar se pasaba a la auténtica joya del camarote: su amplísima terraza. En sus aproximadamente 25 metros cuadrados había dos tumbonas, una mesa baja, una mesa alta y cuatro sillas, además de mucho espacio libre. Aproximadamente media terraza estaba cubierta por una pequeña estructura de metal y lona, mientras que la otra mitad era totalmente descubierta. Además, las vistas eran impresionantes. La parte trasera de la terraza era una especie de prolongación hacia popa, que la hacía sobresalir de las ubicadas más cerca de la crujía. El resultado era una vista de toda la popa del barco, únicamente interrumpida por su terraza gemela, en la aleta de babor. Por si esto fuera poco, la terraza también sobresalía, aunque esta vez más levemente, del costado del barco, ofreciendo una magnífica vista lateral. Una maravilla.

Terraza del camarote 9156

Terraza del camarote 9156.

La consecuencia de tener un camarote tan espléndido fue que, quitando los días de escala y las horas de la comida y la cena, prácticamente hacíamos vida en el. Acabamos teniendo la sensación de ir en una especie de yate privado, pero con las ventajas, servicios y comodidades de un crucero. Con la excepción de la última mañana en Singapur, en la que ya no estaba disponible el servicio de habitaciones, comenzamos todos los días desayunando en nuestra terraza.

Boracay desde el Reflections Lounge

Boracay desde el Reflections Lounge.

El resto del Celebrity Constellation era más o menos lo que uno puede esperar de un barco de crucero, con sus salones, teatro, tiendas, casino, etc. Como curiosidad, sobre todo para los «fanboys» de Apple, había una tienda de esta marca, en la que se podía comprar desde un simple cable USB hasta un ordenador portátil. El estado de mantenimiento del interior del barco era impecable. No así el exterior, que en algunas zonas dejaba ver la edad del buque, sobre todo en las más expuestas a las inclemencias del océano. A proa, en la cubierta 11 había un amplio salón, el Reflections Lounge, que ofrecía una buena vista hacia el frente del barco. Pero, al contrario del Crow’s Nest del Eurodam, que era un espacio normalmente tranquilo, el Reflections Lounge se utilizaba para eventos de lo más variado, por lo que a veces había demasiado bullicio para mi gusto.

Tarde relajada en el promenade del Celebrity Constellation

Tarde relajada en el promenade del Celebrity Constellation.

Respecto a las cubiertas, la única posibilidad de tener una vista de la proa era acceder a la cubierta 12 en la que, a través de los típicos cristales para cortar el viento, había una vista no demasiado buena. En teoría era una zona de solarium, llena de tumbonas, pero al ser un crucero en invierno no había ni tumbonas ni gente. La única posibilidad de ver la popa desde un espacio público era la terraza del Oceanview, un bar al aire libre en la cubierta 10 que en realidad era una prolongación del buffet. Recuerdo como especialmente agradable la cubierta de paseo, en el nivel 4. Solo recorría la parte central de los laterales del Constellation, pues la zona de proa estaba ocupada por el teatro y la de popa por el restaurante principal. Pero era un espacio relativamente amplio, en el que los botes, que colgaban sobre ella, no obstaculizaban la vista como suele ocurrir en los barcos más modernos. En conjunto, el Constellation no era un barco tan cerrado como el Norwegian Epic, ni tan abierto como el Eurodam, aunque en mi opinión estaba algo más cerca del primero que de éste último.

iLounge del Celebrity Constellation

iLounge del Celebrity Constellation.

Un aspecto en el que el barco superó mis expectativas fue en el de la conectividad. Celebrity ofrecía un paquete de acceso ilimitado a Internet muy interesante. Con un precio de 319 US$ para todo el crucero, desde luego no era barato. Pero, comparado con lo que hemos pagado en otros cruceros por paquetes de tarificación por tiempo, era casi un regalo. Permitía conectar un único dispositivo, aunque era posible ir alternando su uso entre cualquier número de ellos. El sistema se encargaba de desconectar cada dispositivo cuando se intentaba acceder desde otro, por lo que era bastante cómodo. Por si esto fuera poco, la velocidad de trasmisión de datos era, con diferencia, la mejor que había podido disfrutar en un barco hasta entonces. Por último, el paquete permitía utilizar cualquiera de los ordenadores de sobremesa (flamantes iMac de 27″) que había en la tienda Apple, tratando el ordenador como un dispositivo más a la hora de estar conectado.

Restaurante San Marco

Restaurante San Marco.

Respecto a los restaurantes, el nivel en general fue bastante bueno. San Marco, el restaurante principal, ofrecía la posibilidad de turno abierto, que es el que escogimos nosotros. En mi opinión, la flexibilidad de no tener una hora fija para cenar compensa con creces los posibles inconvenientes, que básicamente consisten en la posibilidad de no encontrar mesa libre al llegar al restaurante. Lo cual, con la costumbre que tenemos los españoles de cenar tarde, no suele pasar. El restaurante, en dos niveles, tenía un amplio ventanal en la popa del buque que le daba mucha luminosidad y sensación de amplitud. Tanto la cocina como el servicio estaban al nivel que uno espera de un crucero de éste tipo. En cambio Oceanview Cafe, el buffet situado en la cubierta 10, me pareció un tanto flojo. No solemos ir a los buffetes de los cruceros, pero siempre son socorridos cuando llegas a deshora después de una escala. A pesar de ir pocas veces, resultó bastante repetitivo, con poca diferencia en la oferta de los diversos días que lo visitamos.

Ocean Liners a la hotra de comer

Ocean Liners a la hora de comer.

Además de los restaurantes incluidos en el precio del crucero, el Constellation disponía de tres restaurantes de pago: Ocean Liners, con cocina francesa, The Tuscan Grille, italiana, y Sushi on Five, fusión asiática. Al embarcar en Singapur, nos ofrecieron un paquete de cuatro cenas en éstos restaurantes por un precio bastante interesante. Animados por nuestra positiva experiencia en el Pinnacle Grill del Eurodam y el buen precio que habíamos conseguido por el crucero, decidimos contratarlo. En ese momento, ofrecían la posibilidad de reservar las noches en las que querías ir a cada restaurante, aunque siempre podías cambiarlas posteriormente. En nuestro caso, haciendo un crucero por oriente, decidimos no ir al Sushi on Five, repartiendo las cenas entre los otros dos restaurantes. The Tuscan Grille no me gustó. Me pareció un compendio de todos los falsos tópicos de la cocina italiana mal comprendida: camareros dicharacheros sobreactuando, pesados platos de pasta demasiado hecha, etc. Pero la decepción quedó compensada con creces por Ocean Liners. Todas las cenas que hicimos en el restaurante francés fueron un auténtico placer, tanto por la calidad de la comida como por la impecable profesionalidad de su plantilla. Hasta el punto de apuntarnos a alguna comida que organizaron en los días de navegación.

El Celebrity Constellation en Singapur

El Celebrity Constellation en Singapur.

Siempre me he bajado con pena de cada crucero en que he viajado. Pero en ninguno lo sentí tanto como en el Celebrity Constellation. Indudablemente, lo que más pesó en una experiencia tan positiva fue el camarote, que compensó con creces viajar en un barco no tan abierto al exterior como me gustaría. También he echado de menos en viajes posteriores su conexión a Internet.  Aunque uno no va de crucero para navegar por la red, la velocidad de la conexión y, sobre todo, el no tener que estar pendiente de la duración de la misma, fue de agradecer en un mundo hiperconectado. Por último, la variedad de la restauración, también fue un punto interesante, que añadió interés al viaje. En conjunto, una experiencia magnífica, en la que en ningún momento eché de menos el «mundo real» de fuera del barco.

Algunos vínculos útiles:
La página oficial en español del barco no ofrece demasiada información: http://www.celebritycruises.es/Constellation.asp.

Mucho mas recomendable la página en inglés, que se puede consultar en https://www.celebritycruises.com/int/cruise-ships/celebrity-constellation.

En español, hay una larga entrada, con numerosas fotos, en el blog Tienes ganas de viajar y lo sabeshttp://tienesganasdeviajarylosabes.blogspot.com.es/2015/04/crucero-deluxe-constellation-celebrity.html.

En https://depuertoenpuerto.com/crucero-mar-de-la-china-meridional/ se puede ver nuestro itinerario completo por el mar de la China Meridional.