En un año relativamente tranquilo en cuanto a viajes, en el que habíamos decidido no ir muy lejos de casa, hacer un crucero por el Mediterráneo Oriental nos pareció una magnífica idea. Cuando vimos un itinerario a muy buen precio en el MS Eurodam, zarpando de Venecia y con escalas en Grecia y Turquía, no buscamos mas.

El itinerario arrancaba pasando una noche con el barco atracado en Venecia. Después, tras un día de navegación, hacía escala en Katakolon y El Pireo para, navegando por los Dardanelos, llegar a Estambul. Tras pasar un día y medio en Estambul, las siguientes escalas eran Lesbos, Kusadasi, Santorini y Cefalonia. De nuevo un día de navegación y regreso a Venecia.

Habíamos conseguido un camarote en popa. Viendo la ubicación en la que suelen atracar los cruceros en Estambul, íbamos a disfrutar de una puesta de sol de película desde la comodidad de nuestra terraza. Por no hablar de la posibilidad de navegar a plena luz del día por los Dardanelos, en lo que en Holland America llaman un «scenic cruising». Para mi, estos dos días eran los puntos fuertes del crucero.

El MS Eurodam en Sarandë

El MS Eurodam en Sarandë.

Pero de golpe, todo se empezó a torcer. El 28 de Junio hubo un horrible atentado suicida en el aeropuerto de Estambul. Empecé a temerme lo peor. El 15 de Julio, dos días antes de embarcar, nos notificaron un cambio de itinerario: no íbamos a Estambul. Esa misma noche, hubo un intento de golpe de estado en Turquía. Salimos al día siguiente hacia Venecia, convencidos de que al final tampoco iríamos a Kusadasi.

En efecto, el día 17, ya embarcados en el Eurodam, nos llegó otra notificación de cambio de itinerario, cancelando la escala que quedaba en Turquía. El día 20, hubo una tercera modificación, esta vez saliendo antes de Katakolón para poder alargar la estancia en Atenas. Finalmente, el día 22, nos volvieron a notificar un nuevo cambio, esta vez alterando el orden de dos escalas para poder optimizar y alargar la estancia en Santorini.

Al final, el viaje quedó como sigue:

Si, desde el primer momento, este hubiera sido el itinerario previsto, con toda seguridad habríamos escogido otro crucero. Las islas griegas no estaban en mi lista de destinos favoritos. Me parecía interesante visitar alguna isla, de camino o regresando de Turquía, pero no hacerlas el motivo central del viaje. Pero tengo que reconocer que fue un itinerario muy interesante y entretenido. Grecia, de la que no había oído hablar muy bien, me sorprendió de forma positiva. Una magnífica demostración de que una cierta dosis de aleatoriedad añade interés a la vida.