Después de seis increíbles días navegando cada vez en latitudes más septentrionales y orientales, mi viaje en el Finnmarken se aproximaba a su punto de inflexión. Tras llegar a Kirkenes, la etapa más remota del itinerario, comenzaríamos el camino de vuelta, desandando la ruta hasta Bergen. De madrugada, habíamos hecho escala en Båtsfjord y Vardø. Desayuné durante la escala en Vadsø, el único puerto en el que el Hurtigruten solo atraca durante el itinerario en sentido norte, saltándoselo a la vuelta. Imagino que en parte debido a su ubicación, algo hacia el interior del amplio Varangerfjord, y en parte a que no tendría mucho sentido hacer dos escalas tan próximas en el tiempo.

Costa sur de Varanger

Costa sur de Varanger.

Salí a cubierta poco después de zarpar, mientras navegábamos por el Varangerfjord. A popa, una larga y monótona franja de tierras bajas cubría el horizonte. Era la costa meridional de la península de Varanger, sobre la que flotaba una franja nubosa teñida por la luz del amanecer. Hacia el sur, la vista desde proa era muy diferente. Una blanca sucesión de colinas rocosas, parcialmente envueltas entre nubes bajas, llegaba hasta el mar. En algún lugar frente a nosotros estaba la entrada del Bøkfjorden, en cuya orilla occidental se asienta Kirkenes. Una vez más, el día era espléndido, teniendo en cuenta la fecha del año y el lugar en el que me encontraba. El viento era casi imperceptible, el cielo tenía más claros que nubes y la temperatura era de cinco grado bajo cero. Según me comentó un tripulante, durante la anterior visita del Finnmarken a Kirkenes habían estado por debajo de los veinte grados negativos.

Skogerøya

Skogerøya.

Algo después de las ocho navegamos entre las islas de Skogerøya y Kjelmøya, comenzando a internarnos en el Bøkfjorden. Sus orillas estaban formadas por colinas parcialmente cubiertas por un manto de nieve. De vez en cuando, en las zonas más protegidas, se podía ver algún bosquecillo de hoja caduca. De nuevo estábamos al sur del límite de crecimiento de los árboles. Tardamos menos de una hora en llegar frente a los muelles de Kirkenes, en los que había amarrados numerosos pesqueros rusos. Señal inequívoca de la cercanía de la frontera.

Kirkenes.

La escala más remota de Hurtigruten, a solo ocho kilómetros de la frontera rusa, es hoy un lugar apacible. Paseando por sus tranquilas calles, cubiertas de nieve, era difícil imaginar su turbulento pasado.
Zarpamos a las 12:30, en un mediodía que más bien parecía un atardecer. Un suave luz bañaba las orillas nevadas del Bøkfjorden. En sus aguas, flotaban numerosos bloques de hielo. Me llamaron la atención pues, durante la entrada a Kirkenes unas horas antes, eran mucho menos abundantes. En esta ocasión, navegamos al este de Kjelmøya, entre la isla y el continente. Cuando salimos al Varangerfjord, de nuevo se hizo visible la costa de Varanger en el horizonte. Pero el Finnmarken viró levemente a estribor, enfilando rumbo NNE, directamente hacia el extremo oriental de la península.

Bøkfjorden al atardecer

Bøkfjorden al atardecer.

A las tres menos cuarto se puso el sol y comenzó el largo crepúsculo ártico. Teníamos más de una hora de tenue luz por delante, suficiente para llegar a Vardø. Treinta minutos después, en plena hora azul, navegábamos frente al extremo oriental de la península de Varanger. A proa se veía la isla de Vardøya y Bussesundet, el estrecho que la separa del continente. El Finnmarken rodeó Vardøya por el este, pasando cerca de la potente estación de radar Globus II.

Vardø.

El pequeño núcleo urbano es el más oriental de todo Noruega y, desde la lejana Edad Media, ha tenido un importante papel en la historia de Finnmark. Pasé la breve escala visitando la fortaleza de Vardøhus, hoy convertida en un museo.
Cuando zarpamos de Vardø, a las cinco menos cuarto, era prácticamente noche cerrada. Un leve resplandor azulado hacia el suroeste era el único rastro que quedaba del día. Navegábamos en medio de la oscura noche cuando, poco antes de las seis y media, volvió a sonar el ansiado aviso por megafonía: a popa, era visible la aurora boreal. Fue una aurora larga y brillante. Nada que ver con los débiles resplandores de los días anteriores. Por primera vez logré hacer algunas fotos que, sin ser en absoluto excepcionales, al menos me sirven de recuerdo de un momento tan mágico. En medio del espectáculo, nos metimos bajo una capa de nubes. Pero no eran demasiado espesas y la luz de la aurora lograba traspasarlas, creando un espectáculo todavía más extraño.

Muelle de Båtsfjord

Muelle de Båtsfjord.

La aurora brilló con fuerza durante cuarenta minutos, aunque posteriormente se mantuvo como un leve resplandor justo hasta diez minutos antes de llegar a Båtsfjord, nuestra siguiente escala. O quizá a esas alturas era ya tan tenue que las luces del puerto la eclipsaron. El Finnmarken hizo una escala de media hora en Båtsfjord, otro de los desolados puertos de la costa septentrional de Varanger. Hacía un frío intenso y aparentemente no había mucho que hacer en las inmediaciones. No bajé a tierra.

Aurora boreal frente a la costa de Varanger

Aurora boreal frente a la costa de Varanger.

Después de ver desde cubierta como zarpábamos, me fui a cenar satisfecho. Había sido un día largo y fructífero, con dos escalas interesantes y una aurora boreal. Creía que no quedaba mucho por hacer. Pero no podía estar más equivocado. A las nueve y cuarto, hubo una nueva aurora. Fue la más hermosa e intensa de todo el viaje. Las condiciones eran óptimas: navegábamos frente a una costa escasamente poblada, sin el más mínimo rastro de contaminación lumínica, en una oscura noche de luna nueva. Hubo un momento especialmente bello, aunque breve, en el que comenzó a desprenderse una cascada de colores de la parte inferior de la aurora. Recuerdo que me sorprendió subiendo por una de las escaleras exteriores del Finnmarken, entre las cubiertas 7 y 8. Quedé tan absorto por el espectáculo que acabé tropezando y casi me caigo de cabeza. Pero la aurora fue tan efímera como intensa. Se fue con la misma celeridad con la que había llegado.

Zarpando de Berlevåg

Zarpando de Berlevåg.

Apenas unos minutos después, llegábamos a Berlevåg, la última escala del día, de apenas quince minutos de duración. Otro lugar remoto en el norte de la península de Varanger destruido por los alemanes al final de la Segunda Guerra Mundial. En contra de lo habitual en Noruega, Berlevåg no está en una ubicación especialmente protegida de la furia del mar. Un par de espigones, construidos entre 1913 y 1975, cierran su puerto exterior.

Según nos alejábamos del puerto, percibí un resplandor verde sobre sus luces. Parecía otra aurora, pero no habían avisado por megafonía. Me dije a mi mismo que empezaba a ver auroras boreales en cualquier parte y seguramente no sería más que el reflejo de las luces de Berlevåg sobre una nube baja. Pero no había nubes. Mi primera impresión había sido la correcta. La aurora se intensificó levemente y, a pesar de que aquí si había contaminación lumínica, se hizo visible sin ningún genero de duda. En ese momento, escuché el aviso por megafonía. Demasiado tarde. Fue una aurora breve y, para cuando la mayor parte del pasaje quiso salir a cubierta, había desaparecido. Mientras la aurora se desvanecía en la negra noche, nos cruzamos con el Polarlys, otro barco de Hurtigruten que iba en sentido Kirkenes.

Mehamn, la siguiente escala, estaba a más de una hora de navegación. Llegaríamos casi a la una de la madrugada. La jornada había sido mucho más intensa de lo que podía haber imaginado, con nada menos que tres auroras boreales, una de ellas especialmente hermosa. Al día siguiente me esperaba otro largo día, que terminaría en Tromsø con una escala al filo de la media noche. Necesitaba descansar. Según entraba al camarote, desactivé la alarma de auroras.

Algunos vínculos útiles:

En Hurtigruten en invierno, la guía completa, he preparado una recopilación de todos los artículos del blog sobre mi viaje en el MS Finnmarken.

También es posible ver todo el recorrido invernal que realicé por Noruega en https://depuertoenpuerto.com/noruega-en-invierno/.

La web oficial de turismo de Noruega también tiene una página dedicada al expreso de la costa: https://www.visitnorway.es/organiza-tu-viaje/como-moverse/en-barco/hurtigruten/.

La página del representante de Hurtigruten para España y Portugal está en https://www.hurtigrutenspain.com/destinos/noruega/bergen-kirkenes-bergen/, aunque no permite hacer reservas, solo ver información y solicitar presupuestos.

En inglés, la web oficial está en https://global.hurtigruten.com/destinations/norway/classic-round-voyage-bergen-kirkenes-bergen. Aquí si se pueden ver los camarotes disponibles y hacer la compra en línea.

En la misma web, hay páginas dedicadas a cada puerto. Los de esta jornada son Båtsfjord (https://global.hurtigruten.com/ports/batsfjord/), Vardø (https://global.hurtigruten.com/ports/vardo/), Vadsø (https://global.hurtigruten.com/ports/vadso/), Kirkenes (https://global.hurtigruten.com/ports/kirkenes/) y Berlevåg (https://global.hurtigruten.com/ports/berlevag/).

En la página Life in Norway se puede encontrar una entrada describiendo el mismo recorrido: https://www.lifeinnorway.net/hurtigruten-day-7/.